Sant Julià del Llor
Iglesia de Sant Julià del Llor
El pueblo del Llor está emplazado en la zona oriental del término, entre las poblaciones de Bellveí y el Far, en una colina, en la cima de la cual se alzaba el antiguo castillo, en torno al cual se configuró el núcleo amurallado de la aldea. Desde Cervera se accede a través de la carretera L-311 en dirección a Guissona hasta llegar al cruce con la L-324 en dirección a Sant Ramon-Calaf; una vez pasada la población de Tarroja, a unos 2 km se halla la población del Llor. La iglesia parroquial de Sant Julià está emplazada dentro del núcleo urbano.
Al igual que buena parte de la comarca de la Segarra, el Llor fue conquistado por los condes de Urgell en la primera mitad del siglo xi, durante la campaña de Guissona. En 1024 el obispo Ermengol de Urgell ganó un juicio en el que reclamaba a Guillem de Lavansa diferentes tierras pertenecientes al término de Guissona, aun a pesar de las alegaciones de éste respecto a que había sido él quien había conquistado el Llor y levantado su castillo. A partir de ese momento, el castillo del Llor pasó a depender de la canónica de Santa Maria de La Seu d’Urgell. Años más tarde, en 1036, consta el castrum Lauri como límite de unas tierras donadas a dicha canónica, y en 1045 el castro Laur es cedido por Guillem, hijo de Elomar, que lo tenía en feudo, a su esposa e hijo con todos sus términos y pertenencias. El término de la fortaleza del Llor incluía en el siglo xii las cuadras de Castellmeià, el Far, Sant Guim y Bellveí. En 1193 Hug del Llor vendió la jurisdicción del castillo del Llor a Santa Maria de Solsona por mil ochocientos sueldos barceloneses. Del castillo se conservan escasos restos en lo alto del pueblo. Aunque con toda certeza ya debía de existir mucho tiempo antes, la primera noticia documentada sobre la iglesia de Sant Julià del Llor se remonta a 1176, cuando en una escritura relacionada con la iglesia de Sant Salvador de Tarroja firmó como testigo un tal Pere capellani dez Lor. En documentos datados entre 1194 y 1195 consta que el pavorde de la canónica de Solsona, de acuerdo con el obispo de Urgell, hacía la provisión del rector para esta iglesia.
La actual iglesia dedicada a san Julián es el resultado de una serie de modificaciones y añadidos llevados a cabo durante el siglo xviii sobre la construcción románica original. La reforma consistió en la construcción de dos capillas afrontadas a cada lado de la nave primitiva, las cuales generan un falso transepto. Más tarde, también se le añadió a la fábrica un campanario y una sacristía. El templo propiamente románico consta de una sola nave de 7,60 m de anchura por 17,50 m de largo y de una cabecera formada por un ábside semicircular cuyo tambor se divide al exterior en tres paños verticales determinados por unas pilastras de sección rectangular con sendas semicolumnas adosadas. Dichas pilastras arrancan de una piedra de mayor tamaño que hace la función de basa, puesto que carecen de podio. La columna del lado septentrional conserva el capitel decorado con unas sencillas cabezas ubicadas en los ángulos. Coronan los entrepaños laterales y el central sendos frisos de tres y siete arquillos ciegos de medio punto respectivamente. Los arquillos reposan en ménsulas que originalmente presentaban una decoración que en la actualidad se ha perdido en buena parte como consecuencia de la erosión. Tan sólo se han conservado en algunas piezas unos rostros humanos de forma ovoide con rasgos muy esquemáticos compuestos por una protuberancia a modo de nariz y unas incisiones para marcar los ojos y la boca. Su factura es bastante simple y realizada de forma poco habilidosa. No se puede descartar la posibilidad de que el resto de ménsulas pudiera contar con otros rostros humanos o, incluso, motivos zoomórficos. En el centro del ábside se abre una ventana de doble derrame rematada por un arco de medio punto monolítico que exteriormente exhibe una decoración sogueada.
La puerta de acceso al templo está ubicada en el muro meridional y responde a una reforma llevada a cabo en el siglo xviii. Está formada por un arco rebajado que en la clave tiene esculpidos los emblemas del pueblo y de la familia Copons, señores del Llor, así como la fecha de 1783. A su lado se alza el campanario de planta cuadrada. En dicha fachada sur se adosaron en épocas posteriores una capilla lateral y una sacristía. Ambas estancias se comunican interiormente y están techadas independientemente al resto del templo con cubiertas a una sola vertiente. En el muro septentrional se abre la otra capilla lateral, la cual tiene forma semicircular y paramento exterior liso. Dicho lienzo septentrional está reforzado por dos contrafuertes, uno de los cuales está adosado a la capilla, asentados sobre un zócalo de más de 1 m de altura. Su presencia evidencia la existencia de ciertos problemas estructurales que ocasionaron el desplome de los muros laterales, del que son claro testimonio dos grandes grietas, actualmente selladas, que recorren verticalmente la fachada occidental. En esta última se abre una ventana de doble derrame rematada por un arco de medio punto monolítico decorado, tanto exterior como interiormente, por dos cintas curvas sogueadas y paralelas que enmarcan una banda en la que una serie de pequeños trazos radiales crea un interesante juego de luz y sombra. Encima de ella se halla otro vano en forma de óculo.
Las diferentes etapas constructivas se ponen de manifiesto en el diferente aparejo utilizado. En las partes románicas –el ábside y los muros de la nave– se utilizan sillares de tamaño variado, bien escuadrados y pulidos, y dispuestos en hiladas bastante uniformes. En cambio, en las estructuras añadidas, a excepción de los contrafuertes, el aparejo está formado por sillarejo irregular, escasamente tallado y dispuesto en hiladas poco uniformes. En el muro septentrional perduran algunos mechinales.
En el interior, el espacio absidal, que se cubre mediante una bóveda de cuarto de esfera, está enmarcado por un arco presbiteral de medio punto en degradación, el cual carece de pilastras. Dos arcos fajones doblados compartimentan la nave en tres tramos, de los que los dos orientales, se cubren con bóveda de cañón, mientras que el occidental lo hace con bóveda de perfil apuntado, posiblemente como consecuencia de haber tenido que ser rehecha a causa de los mencionados problemas estructurales. Los arcos se apoyan en pilastras rematadas por una imposta de perfil biselado que se prolonga por toda la base de la bóveda y de la cuenca absidal, y que presenta una decoración compuesta por triángulos bajo un filete sogueado. Las capillas laterales se abren a la nave por medio de arcos de medio punto en degradación descentrados y se cubren con bóveda de crucería. A ambos lados del tramo central de la nave se abren sendos arcosolios. En el lado septentrional del tramo occidental una pequeña capilla en forma de absidiolo conserva una pila bautismal.
Una piedra de forma cuadrangular decorada con un relieve de una flor de seis pétalos inscrita en un círculo se encuentra en la parte inferior de la pilastra occidental del lado del evangelio.
La iglesia de Sant Julià del Llor es una construcción que pone de manifiesto la evolución en las formas del primer románico catalán acontecida durante el siglo xii, la cual se plasma en un refinamiento de la técnica constructiva y de la labra del material.
Estela
El antiguo cementerio de la iglesia de Sant Julià del Llor, convertido desde 1995 en una plaza, conserva una de las dos estelas funerarias de época medieval con las que contaba. La que ha llegado hasta nuestros días, que presenta un buen estado de conservación y cuyo pedúnculo tiene los lados paralelos y una anchura inferior al diámetro del disco, se trata de una estela anepigráfica, decorada en una sola cara con una cruz griega en relieve en una orla y con una incisión que delimita el disco y se prolonga por el brazo vertical de la cruz. Según algún autor, la simbología de la cruz griega evoca la muerte redentora de Cristo y el círculo representa la eternidad de Dios o la rueda mística, también el cosmos y la perfección.
La estela desaparecida también era anepigráfica, tenía un perfil semicircular, terminado con un perfil redondeado a modo de lóbulos y pedúnculo. Ambas estelas pueden datarse de finales del siglo xii o inicios del xiii.
Texto: Helena Soler Castán/Juan Antonio Olañeta Molina- Fotos: Helena Soler Castán
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XXIV, pp. 474- 475; Diví López, C. et alii, 2010, pp. 184-185 y 263; Miró, J. M., 1986, pp. 17-106; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1981, pp. 254- 256.