LA ERMITA DE SANTA MARÍA MAGDALENA está situada a unos cinco kilómetros del núcleo urbano, al borde de la carretera comarcal que une Aranda de Duero con Santo Domingo de Silos. Es una iglesia de una sola nave, de planta basilical, con cubierta de madera, parhilera, muros de aparejo de sillarejo y mampostería con cadenas en los ángulos. El ábside es rectangular, con cubierta de bóveda de medio cañón apuntado. Toda la ermita va recorrida por un alero que descarga sobre canecillos. Quedan dos portadas, una en el muro norte, de arco de medio punto, tapiada. La otra en el sur, incrustada en la pared, pero ya de arco de medio punto apuntado, sin ningún elemento decorativo, a no ser su propia estructura. Dentro de la sencillez del conjunto cabe hacer referencia a la serie de canecillos que coronan sus muros. En el muro norte de la nave hay un total de quince, uno de ellos de tipo caveto y el resto de quilla, compuesta por dos láminas suavemente onduladas, resaltadas en el centro e individualizadas de la ménsula. En el lado septentrional de la cabecera tenemos un total de siete canecillos, todos ellos de tipo quilla, similares a los precedentes y uno completamente perdido; en la parte sur la calidad ornamental es algo mayor, pero de una gran pobreza de labra y composición. Entre todos ellos cabe destacar los siguientes: Busto humano colocado de frente y realizado en medio relieve. Frente bien modelada, resaltada, ojos almendrados, prominentes y definidos con cuidados párpados. Es de una ejecución de poca calidad, acabado poco detallista y mal acomodada al espacio escultórico. Busto de león ejecutado de frente y en medio relieve. Frente despejada, orejas pequeñas en estado de alerta, ojos saltones y almendrados bien definidos por los párpados, boca entreabierta que muestra una poderosa hilera de dientes y un objeto que está engullendo que no es posible identificar. Labra dura, modelado, bien definidos los contornos y escasas calidades plásticas. Tonel colocado en posición horizontal, de formas completamente cilíndricas, sin estudio de su entramado y que se acomoda a la ménsula mediante doble cuerda. Es un relieve medio, bien definido el volumen, de características realistas, pero de una realización poco minuciosa. Esta ménsula es de tipo quilla, similar a las que hemos visto con anterioridad en el muro norte. Del mismo tipo es la número veintinueve. Busto humano, con la cara colocada en posición completamente vertical dando el cogote al espectador. Los ojos, la nariz y la boca están sencillamente sugeridos por medio de una leve incisión. La barbilla y los pómulos tienen un suave modelado. La cabellera la ejecuta partiendo de un conjunto de mechones lisos, poco voluminosos, en posición paralela, tallados a bisel y poco naturalistas. Relieve medio, mal acomodado al espacio escultórico y de pocas calidades plásticas. Modillón de rollos superpuestos, dos en total, ejecutados a base de un modelado de medio bocel. Relieve bajo, mal acomodado al espacio y de pocas calidades plásticas. En el muro sur de la nave quedan un total de diecisiete canecillos, casi todos ellos de tipo quilla, como los ya vistos. El número cuarenta y tres conserva un elemento figurativo que parece una cabeza de leoncillo, colocada en posición frontal, pero el mal estado de conservación impide mayor precisión. En resumen, la fábrica y trazas de este templo se corresponden con una construcción de una sola nave de planta de salón rematada en cabecera recta. Es un obra que presenta una enorme sencillez pero siguiendo las pautas de la tradición tardoantigua. Los muros son de mampostería o sillarejo sin excesiva calidad. Las portadas delatan que estamos ante una construcción del románico tardío. En su conjunto la temática se reduce en su gran mayoría a la realización de las quillas, de doble lámina, bien modelada cada hoja, resaltado el centro y ligeramente individualizadas del fondo. Por lo demás la temática es poco variada, los bustos humanos y el de leoncillo, todos de características poco realistas, de un acabado tosco, mal acomodados al espacio escultórico, en posición frontal y en medio relieve. La labra se reduce a marcar los contornos y sugerir mediante una leve incisión los rasgos más característicos. El tipo de relieve, los arcos y la cubierta del ábside nos hacen pensar en un taller local de fines del siglo XII.