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Detalle de la portada

Identificador
19044_02_164n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 11' 56.92'' , -2º 52' 28.69''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González,Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María del Rey

Localidad
Atienza
Municipio
Atienza
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
ESTÁ UBICADA EN LA LADERA OCCIDENTAL del altozano que precede al enhiesto peñón del castillo, muy cerca del recinto amurallado de la villa. Actualmente sirve de capilla o ermita del cementerio, pero en otros tiempos fue la iglesia del “barrio del Rey”, probablemente la más antigua de Atienza y una de las más importantes, por cuanto llegó a desempeñar la sede de su Arciprestazgo, gozando de múltiples favores por parte de los monarcas. Según algunos autores, en el mismo solar sobre el que se edificó se habría levantado antes una mezquita, que tras la Reconquista se transformaría en templo cristiano bajo titularidad mariana. Su advocación, Santa María del Rey o la Real, parece apuntar a un más que posible patrocinio regio, tal vez de Alfonso I el Batallador, a quién se atribuye su fundación allá por el año 1112. Del primitivo templo románico casi no queda nada. Sólo la torre y el arco que forma la portada septentrional pueden considerarse los testimonios más antiguos, correspondiendo el resto de la fábrica a campañas constructivas que van desde la segunda mitad del siglo XIII hasta el XVII. La torre se levanta en el costado septentrional de la cabecera, con un aire altivo, en correspondencia con el carácter fortificado que a buen seguro tuvo, dada su proximidad al aparato defensivo de la villa, en concreto al segundo recinto amurallado. Layna Serrano apunta la posibilidad de que exista un pasadizo o galería subterránea que comunique la torre del homenaje del castillo con el cuerpo bajo de la torre, aunque no existe resto arqueológico del mismo. La estructura es de planta cuadrada y consta de cuatro cuerpos marcados al exterior por impostas de nacela. El cuerpo inferior es el de mayor desarrollo en altura y aparece decorado en sus lados sur, este y oeste por dos esbeltas arquerías ciegas, recordando la solución dada también en la torre de Santo Domingo de Soria. El muro meridional quedó parcialmente oculto por la capilla mayor, pero todavía se puede ver el muro de la torre románica en aquellas partes no ocultas por el enlucido. Todos están cegados, salvo los del campanario superior, que parece obra del siglo XVI. En el lado oriental del segundo cuerpo se reutilizó un relieve en el que se puede ver un personaje tocando un cuerno, y a su lado un cuadrúpedo. Se trata de una escena de caza que guarda cierto parecido con la que forman algunos canecillos del ábside de San Bartolomé de Campisábalos y que vemos también en algunas iglesias sorianas, como San Pedro de Caracena, Tiermes y Alpanseque. El interior de la torre tiene acceso por una puerta abierta en el costado septentrional de la capilla mayor. Esta puerta es de la primera mitad del siglo XVI, y se adorna con motivos propios de la época. A través de esta puer-ta se pasaba a una estancia que hacía las veces de sacristía, iluminada en origen por una aspillera abierta en el muro occidental, hoy cegada. Se cubre con bóvedas de aristas enyesadas que apoyan en ménsulas pétreas de la misma época que la puerta. De esta sala parte una escalera de caracol por la que se accede a los cuerpos superiores. Lo más destacable es un vano irregular abierto a media altura del husillo de la escalera que comunica con una gran sala abovedada y sin ventanas, cuyo fin último desconocemos. Su aspecto semioculto, y el hecho de no tener otro acceso, pudieran indicar que nos encontráramos ante un espacio de entrada restringida, tal vez una especie de cámara del tesoro donde se custodiaría, entre otras cosas, el archivo de la parroquia. Su disposición recuerda, además de las cámaras del tesoro de los monasterios, a la torre de Santa María la Mayor de Soria, en cuyo interior se construyó una sala similar. El otro testimonio románico del templo es el arco reutilizado en la portada septentrional. Se trata de dos arquivoltas de medio punto, un tanto deformadas, que apoyan sobre las jambas y una pareja de columnas de fustes rehechos. A la derecha, queda una tercera basa, lo que indica que en origen la portada tuvo dos columnas a cada lado y seguramente una arquivolta más. De hecho, cuando Layna Serrano estudió este edificio en 1934 vio esa tercera arquivolta, decorada con un grueso bocel y una fina labor de reticulado, además de una chambrana biselada. Los capiteles se decoran con hojarasca de clara filiación gótica, idénticos a los de la puerta meridional. Lo más interesante es la decoración de las dos arquivoltas. La exterior muestra un grueso tallo ondulante con ramificaciones. La arquivolta interior tiene dos curiosas inscripciones epigráficas: una en caracteres musulmanes y otra en latín. En la primera se puede leer LA PERMANENCIA ES DE DIOS, mientras que la segunda alude al patronazgo de Alfonso I el Batallador y tal vez a la fecha de consagración del templo. Fue transcrita por Layna Serrano de la siguiente forma: IN NOMINE DOMINI NOSTRI IESU X(PI)TUR (BENEDICITUR) IN MILÉSIMA CL DOMO ECCLESIAE SANTA MARIA VOICA (VOCICATA)...FUIT IN EODEM TEMPORE ENIE REX ALFOS DE ARAGONE...MP (ERANS) IN CAST Según algunos autores, ambas inscripciones podrían conmemorar la existencia de una antigua mezquita transformada en iglesia cristiana en 1112 y, posteriormente, en la centuria siguiente, sustituida por un templo románico. En el lado meridional se abre la puerta principal. Dispuesta sobre un cuerpo saliente, despliega un amplio repertorio escultórico distribuido en seis arquivoltas y una chambrana. Se corona esta portada por un tejaroz soportado por canecillos con decoración geométrica y de bolas. Las figuras que pueblan las arquivoltas son de varios tamaños, y la ejecución más bien torpe. Da la impresión de que se hubiera intentado interpretar el esquema compositivo de un portal gótico, pero descolocando algunas figuras. Así, por ejemplo, vemos cómo las imágenes normalmente se sitúan en sentido paralelo a la arquivolta, excepto aquellas que deberían ocupar las claves de cada arco, que se disponen en sentido radial. Sin embargo, estas últimas figuras normalmente aparecen ligeramente descolocadas hacia un lado u otro del eje. No sabemos si tal torpeza fue producto de los propios artífices o tal vez se recolocó la portada entera durante algunas de las reformas experimentadas en el edificio. Otro detalle interesante es que los rostros llevan las pupilas horadadas. Entre el variado muestrario de personajes se distingue a Cristo con nimbo, a San Pedro y San Pablo, con sus atributos característicos (llaves y espada), santos con libros, santas, ángeles o arcángeles (algunos con toscos incensarios), monjes o abades, frailes, etc. A pesar de que la chambrana está muy desgastada, todavía adivinamos una serie de figuras que parecen aludir al Paraíso (santos o bienaventurados) y otras al Infierno (personaje con serpientes, diablo grotesco, hombre y mujer desnudos, etc.). Quizás formara todo ello una especie de visión Apocalíptica, tema románico que adquirió también amplio desarrollo en el gótico. En las albanegas se disponen dos hornacinas. La de la izquierda tiene arco apuntado y da cobijo a una escultura mutilada de la Virgen con el Niño. La de la derecha alberga una figura de un santo descabezado que porta un libro. Otra hornacina sin esculturas se dispone en el eje de la puerta, bajo el alero, y flanqueada por dos canes zoomorfos. También se reutilizó un relieve de lo que parece un monje. El estilo de las figuras, su indumentaria (mantos de cuerda y pellotes) y la disposición, siguiendo la dirección de las arquivoltas, denotan una cronología tardía y un conocimiento de las soluciones decorativas e iconográficas propias de los portales góticos. Por ello suponemos que su cronología no debe de ser anterior a mediados del siglo XIII. Los modelos vegetales escogidos para sus capiteles y la distribución de los temas figurados en éstos en forma de friso son aspectos que igualmente redundan en la misma data. De hecho, ya Layna hizo hincapié en el estilo gotizante de las figuras y en el aspecto arcaico que le confería el desgaste de la piedra y la rudeza de la talla. La idea fue recogida luego por Herrera Casado, que estableció alguna semejanza con la portada, también gótica, de Santiago de Cifuentes. El interior sufrió varias reformas. La más antigua parece ser de cronología gótica, y a ella correspondería la cabecera y la caja de muros de la nave. La cabecera actual es de planta cuadrada y se cubre con una bóveda de crucería. El arco triunfal apuntado descarga sobre dos esbeltas columnas provistas de capiteles de hojas entrecruzadas, casi idénticas a las de los capiteles de las dos portadas, por lo que suponemos que esta parte se construyó hacia mediados o segunda mitad del siglo XIII. En el testero se abre un arcosolio doble cuyo fin desconocemos, aunque bien pudo ser una simple credencia. Los muros denotan haber sufrido un incendio, pero ignoramos en qué época. Sabemos que la iglesia fue incendiada junto con su barrio hacia mediados del siglo XV durante las revueltas ocasionadas en tiempos Juan II de Castilla (1445). También durante la Guerra de la Independencia y la guerra civil sufrió actos de vandalismo. La última fase constructiva importante afectó a la cubierta de la nave, que fue totalmente reformada en el siglo XVII, construyéndose la bóveda de yeserías que vemos hoy. Sólo se conserva en el interior la pila bautismal colocada a los pies de la nave. Se trata de un ejemplar tardo- rrománico (94 x 94 cm) compuesto por un pie liso y una copa decorada con gallones enmarcados por arquillos. Es extraño, teniendo en cuenta la importancia de la iglesia, que la pila no sea ni tan siquiera parecida a las otras tres que se conservan en Atienza; ésta es la de menor tamaño y con escasa decoración. Dentro de la provincia se vincularía a pilas como las de las iglesia parroquiales de Olmeda del Extremo, Alcorlo o Villaescusa de Palositos. En el ámbito conquense la vinculamos con la de la localidad de Villar del Infantado. Su esquema ornamental remite igualmente a algunos ejemplares sorianos, como los de Losana, Hoz de Arriba, Torrevicente y Peralejo de los Escuderos. Su cronología puede remontarse a la primera mitad del siglo XIII.
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