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Detalle de la cabecera

Identificador
19241_01_029n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 16' 29.42'' , -2º 53' 45.51''
Idioma
Autor
César del Valle Barreda
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Romanillos de Atienza
Municipio
Romanillos de Atienza
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
EL TEMPLO PRESENTA UNA PLANTA de tres naves rectangulares y una cabecera poligonal. Completan la estructura sacristía, espadaña a los pies y una pequeña dependencia en el extremo occidental de la nave norte con función de baptisterio. Toda la iglesia está construida con mampostería reforzada con sillar en las esquinas, a excepción de la espadaña, toda de sillar labrado. Las cubiertas son a dos aguas en las naves y a seis en la cabecera, con teja de cerámica curva. En época románica el templo estaría formado por una única nave rectangular, una cabecera quizás semicircular y un pórtico que seguramente rodearía la nave sur hasta el hastial occidental, como podemos observar en otras iglesias de la zona como Carabias, Pinilla de Jadraque o Saúca. De este período actualmente sólo se conserva el antiguo pórtico, muy reformado y hoy convertido en el muro meridional de la nave y una remontada portada. Las transformaciones en el edificio comienzan en el siglo XVI, cuando se sustituyó la primitiva cabecera por la actual tardogótica. Posteriormente, ya en período barroco, se alzó la espadaña, que repite el tradicional modelo acuñado en el románico, también utilizado en fechas muy posteriores. Una inscripción situada en el dintel de la ventana abierta en el exterior de la nave norte, y en la que creemos leer el año 1755, indica el momento en el que el templo pasó a tener tres naves, para lo que se construyó una nueva nave al norte de la central, y se cegó el pórtico para habilitarlo como nave sur, algo bastante corriente, ya observado en Baides y Jodra del Pinar. La ampliación de la iglesia de una a tres naves es bastante habitual en las iglesias de la zona, como se puede ver en San Gil, San Bartolomé o la ermita de Nuestra Señora del Val, todas de Atienza, motivada por la necesidad de ganar espacio. Durante esta última intervención seguramente también alzaron la sacristía. Al exterior destaca la gran cabecera poligonal, más alta que el cuerpo de naves, e incluso en su muro occidental es visible desde el exterior la rosca del arco del triunfo, lo que permite conjeturar que el plan tardogótico proyectó una sustitución de la nave que nunca se llevó a cabo. Está construida en piedra sillar y todos sus ángulos están reforzados por contrafuertes rectangulares que van decreciendo en altura. La cabecera se divide en tres cuerpos, el inferior a modo de podio, separados por dos impostas achaflanadas; éstas y los contrafuertes son los únicos elementos que dan ritmo a la cabecera, la cual abre, en su costado meridional, un solo ventanal de medio punto decorado con una moldura de gola. El ábside se remata en una cornisa con decoración de cuello de paloma. Una sacristía rectangular de mampostería, posiblemente levantada cuando se amplió el número de naves, está adosada al norte de la cabecera. En la nave sur vemos los restos del antiguo pórtico; la galería en sí está formada por dos secuencias de cuatro arcos de medio punto que descansan en una pareja de columnas rematadas en capiteles dobles, excepto el primer arco del grupo situado al este de la portada, que descansa en un haz de cuatro columnas sobre el que se desarrolla un gran capitel. Éste pudiera ser el arco que en origen permitía el acceso a la galería. Gran parte de los fustes de las columnas fueron colocados durante la última restauración del pórtico, momento en que se descegó parcialmente la arquería, además de sustituir parte de sus muros y colocar el contrafuerte occidental del pórtico. Con relación a la decoración de los capiteles, observamos, de izquierda a derecha, una cesta colocada durante una restauración reciente, un capitel con su ornamentación perdida, toscas hojas planas muy deterioradas, otra cesta deteriorada y hojas planas. La siguiente serie comienza con el gran capitel situado sobre el haz de cuatro columnas, donde aparece en cada cara una pareja de aves unidas por la cola que giran su cuello para beber en un mismo cubo. Esta morfología de aves, aunque en diferente posición, las vemos en la portada de Santo Domingo de Millana, donde los cuartos traseros son también muy anchos y las plumas se hacen a base de pequeñas incisiones. El motivo de las aves enfrentadas aparece en galerías de iglesias burgalesas, como Vizcaínos de la Sierra. El capitel anejo a éste presenta restos de lo que podrían ser centauros o arpías. A continuación vemos grandes hojas planas con nervio central que se rematan en su parte superior por bolas y volutas; finalmente la última cesta parece repetir la decoración anterior. Acerca de los demás capiteles nada podemos aclarar, pues se han perdido inevitablemente. Todos estos repertorios iconográficos que nos han llegado, así como las formas de labrarlos, proceden de los pórticos sorianos de San Miguel y El Rivero de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz. Si bien la afiliación silense no podemos olvidarla. La portada, que en origen estaría situada en el interior del pórtico, fue trasladada a su lugar actual cuando se amplió el número de naves. Ésta se adelantó encastrándose entre los arcos que la formaban. Esto sucede igualmente en la iglesia de Baides. Cobijada en un cuerpo saledizo de mampostería con refuerzo de sillar en las esquinas, se resuelve en cuatro arquivoltas abocinadas de medio punto, las cuatro de diferente tamaño y creando un juego de molduras en bocel y nacela. Solamente en la tercera arquivolta se da un motivo de dientes de sierra, el cual se utiliza también en las iglesias sorianas de Barcones y Catalojar, muy próximas geográficamente a ésta que nos ocupa. Las arquivoltas finalizan en un grueso ábaco, hoy prácticamente arruinado, que podría recorrer el cuerpo de portada. Las jambas en las que se apoyan han tenido el mismo final que los ábacos. El muro norte, construido con mampostería y sillería en las esquinas, es muy sencillo. Una imposta achaflanada lo divide en dos cuerpos, el inferior a modo de podio, como también vimos en la cabecera. En el centro de este lienzo se abre una ventana rectangular en cuyo dintel está situada una inscripción en la que creemos leer …ESTA OBRA SE HIZO EN EL AÑO MDCCLV SIENDO CURA DON FRANCISCO ALOMO…, es decir, el año 1755, aunque Ruiz Montejo, Frontón Simón y Pérez Carrasco interpretan la fecha como el año 1767. A los pies del templo, ocupando el hastial de la nave central, se alza la espadaña, compuesta por tres cuerpos, el inferior de sillería y utilizado como base, abre dos pequeños vanos, uno rectangular y el otro circular. Una prácticamente imperceptible imposta de listel da paso a un pequeño segundo cuerpo de sillarejo, que mediante una imposta de bisel conecta con un achaflanado cuerpo de campanas que alberga dos troneras y se remata a piñón, lugar donde se sitúa el campanil. La espadaña presenta el habitual modelo románico, aunque en este caso los dos cuerpos superiores parecen estar reconstruidos en época barroca, mientras que el inferior pudiera corresponder a un momento antiguo. Ya en el interior del templo, las naves están divididas en tres tramos y comunicadas entre sí mediante tres pares de arcos formeros apuntados que descansan en potentes pilares octogonales coronados por cimacios decorados con un listel y un bocel. Las naves se cubren con una armadura de madera, de parhilera la central, y sencilla las laterales. La techumbre, al igual que el resto del edificio, está encalada. En el último tramo de la nave se alza un coro barroco que apoya en dos pilares octogonales rematados en capiteles avolutados de madera. En la zona oeste del muro meridional son visibles fragmentos muy deteriorados del pórtico, donde se observa el podio sobre el que se asentaban las arquerías, lugar donde aún es perceptible el bocel que recorría su parte superior. También son visibles algunas deterioradas basas y tres arcos de medio punto y el inicio del cuarto, que apoyan en deteriorados capiteles vegetales que repiten los motivos del exterior, con dos niveles de hojas planas y nervadas, mientras que su parte superior se remata con volutas y bolas. Un arco del triunfo apuntado, y decorado con moldura de gola que descansa en dos pilastras con semicolumnas adosadas, permite el acceso a la cabecera. Este arco no es visible desde el interior de las naves, pues sobrepasa la altura de éstas. La cabecera está cubierta por una bóveda de crucería estrellada de claves decoradas por florones, cuyos nervios descansan en ménsulas, decoradas las dos occidentales con dos curiosos personajes: masculino, desnudo y en escorzo, a la izquierda, y femenino y alado, a la derecha. Ilumina el testero un ventanal de medio punto, situado en el lienzo sur, decorado con moldura de gola. En el lado contrario se abre la puerta de acceso a la sacristía. En resumen, se trata de un edificio románico fechado en una época tardía, ya de principios del siglo XIII, que fue profundamente reformado en épocas posteriores, de tal manera que del templo original únicamente conservamos el pórtico, la portada y una sencilla pila bautismal, también del siglo XIII. En cuanto a tipología y estilo, es un edificio románico de tipo rural, realizado por un taller popular como muestra su deteriorada escultura. Utilizaron una tipología constructiva con nave, cabecera y pórtico, estructura muy habitual en este momento y en esta zona, pues encontramos ejemplares similares, aunque con diferente estilo decorativo que parece indicar distintos canteros, en las iglesias de Carabias, Sauca, Jodra del Pinar, Baides o San Bartolomé de Atienza. A los pies del templo se sitúa una pequeña estancia con función de baptisterio en cuyo interior se conserva una sencilla pila bautismal románica, cuya copa es lisa con un baquetón en la embocadura y revoque de yeso. De grandes dimensiones, sólo se conserva en muy mal estado la copa de piedra, careciendo de basa que la sustente. Tiene vinculación con pilas conquenses, como las de Belinchón y Fuertescusa.