Identificador
09559_03_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 44' 30.99'' , - 3º 34' 50.79''
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés,José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Escóbados de Abajo
Municipio
Los Altos
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA debió de ser, en su estado original y como ha puesto de manifiesto la reciente intervención arqueológica, una iglesia de piedra sillería, de una sola nave, abovedada con cañón y rematada seguramente en ábside semicircular, de planta y alzado similar a los habituales en estos casos. En la actualidad tanto la capilla como el tramo de la nave inmediatamente anterior a él son el resultado de las reformas llevadas a cabo a finales del siglo XVII y principios del XVIII, lo mismo que la espadaña de los pies, siendo ambas obras de trazas y formas barrocas. Quedan, por tanto, de la antigua fábrica románica, tres tramos de nave. Exteriormente éstos se pueden distinguir muy bien en el muro norte, donde los separan dos contrafuertes prismáticos que llegan hasta el alero. No ocurre lo mismo en el muro sur donde todo el primer tramo románico y parte del segundo fueron alterados con posterioridad para colocar la escalera de acceso al coro, intervención hoy eliminada por la reciente restauración del conjunto. La descripción exterior se completa haciendo referencia a una portada, dos ventanas y un rosetón, situado este último en el muro oeste y las demás en el norte, sin olvidar tampoco los canecillos de los muros norte, sur y oeste. El rosetón es abocinado con cuatro roscas decoradas con bifolias y billetes. Va enmarcado por una cenefa cuadrada con decoración ajedrezada de cinco dados y cobijado bajo una pequeña cornisa sustentada por cuatro canecillos. La portada se abre en el espesor del segundo tramo del muro septentrional, coronándose por un tejaroz sostenido por canecillos. Consta de guardapolvo y dos arquivoltas que se apean en jambas con columnas. Las ventanas se ubican en el primer y tercer tramo del muro norte, formadas por una aspillera enmarcada por una arquivolta de bocel que descansa sobre una pareja de columnillas. En el interior la bóveda de cañón va reforzada por cinco arcos fajones; de ellos tan sólo el cuarto es doblado. El primero, tercero y quinto se apean en ménsulas, carentes de decoración las del primero y ornamentadas las de los restantes. El segundo y el cuarto descansan en columnas adosadas provistas de capitel, que se corresponden con los contrafuertes exteriores descritos anteriormente. A la altura de los cimacios de sus capiteles corre una cornisa ajedrezada de dos dados de la cual arranca la bóveda. Excepto en el tramo del muro norte en el que se abre la portada, en los restantes el muro va reforzado por un arco ciego de gran anchura bajo el cual hallamos las ventanas, tres en el muro sur, tapiadas, y dos en el muro norte. A la altura de su base corre otra cornisa similar a la que marca el arranque de la bóveda. La decoración escultórica presente en el edificio incluye una serie de canecillos ubicados en los muros norte, sur y oeste, la portada, el rosetón, los capiteles de las ventanas y los del interior. Respecto a los canecillos, hay que señalar que son un total de cuarenta y uno los conservados, veinte en el lado septentrional, once en el lado sur, seis bajo la cornisa de la portada y cuatro sobre la del rosetón del muro oeste. Los que soportan la cornisa septentrional se decoran con variados motivos vegetales (acantos y pequeños canecillos en forma de capitel) y figurados entre los que destacan grifos, aves, leones, una posible re p resentación de Sansón desquijarando al león, sirenas, un caballero con escudo y lanza que parece luchar con un cuadrúpedo situado en otra cara del canecillo, cabezas monstruosas, bustos antropomorfos, un dragón y un curioso personaje sedente con manto de capucha que porta una especie de zurrón cuya asa sujeta con la mano derecha y muerde con la boca. En el lado meridional aparecen animales, una posible bailarina, algunas hojas de acanto y una sirena. En el muro occidental, bajo el pequeño tramo de cornisa que protege el rosetón, hay cuatro canecillos muy perdidos, la mayoría con decoración animal. Las ventanas del muro norte muestran capiteles decorados con motivos vegetales a base de tallos lisos rematados en pomos y hojas muy estilizadas y planas. La portada va cobijada por una cornisa ajedrezada que descansa sobre seis canecillos ornados con hojas de acanto primorosamente talladas, un dragón tocado con un gorro puntiagudo, una posible sirena prácticamente perdida y una figura humana -en parte mutilada-, posiblemente femenina, que aparece sentada, con las piernas cruzadas y sosteniendo sobre sus hombros un cántaro. La primera arquivolta es una moldura de medio bocel lisa, mientras que la segunda tiene la misma estructura pero con una serie de aros en sentido transversal que van abrazando la moldura y abombándola ligeramente entre aro y aro. El arco se decora con un festoneado formado por pequeños arquillos. El tímpano también se ornamenta con un festoneado o lobulado, dos semicírculos rehundidos y un círculo entre ellos que lleva inscrita una flor de ocho pétalos. Estas arquivoltas apoyan sobre una línea de imposta decorada en el lado izquierdo con una especie de ajedrezado de dados rehundidos y una cinta en zigzag en el derecho. Las columnas muestran capiteles de estilizadas hojas rematadas en bolas y volutas y fustes con cintas zigzagueantes. El rosetón occidental es abocinado, con cuatro aros. Lo enmarca, describiendo un cuadrado, una moldura de billetes. El primer aro es una moldura de cuarto de bocel; el segundo va en chaflán decorado también con billetes; el tercero lleva una serie de hojas, colocadas radialmente, volviendo sobre sí mismas de un modo muy carnoso; finalmente el cuarto es similar al segundo. En el interior la decoración escultórica se concentra en los capiteles y ménsulas sobre los que apoyan alternativamente los arcos fajones que jalonan la bóveda de la nave. En el muro norte encontramos primeramente una semicolumna coronada por un capitel de excelente talla que se decora con hojas de acanto de dos tamaños, mayores las que ocupan el centro y los ángulos y más pequeñas las restantes. A continuación se encuentra una ménsula en forma de capitel cuyo fondo lo ocupan una serie de hojas de acanto de similares características a las del capitel anterior. Sobre ellas, ocupando las caras laterales y dirigiéndose hacia los ángulos, hay aves de voluminoso cuerpo y largos cuellos que parecen picarse sus propias patas. Siguen después un capitel con cuatro aves afrontadas y una ménsula con un tosco león de perfil que hace pareja con otra similar colocada en el otro extremo del mismo arco. En el muro sur, además de la ménsula antes descrita, aparece un capitel con leones siameses afrontados dos a dos en los ángulos, otro con hojas de acanto y una ménsula de similares características a la descrita en el muro frontero. De las ventanas, merece la pena destacar las dos del lado meridional -ambas tapiadas-, formadas por una arquivolta de bocel que descansa sobre una pareja de columnas con toscos capiteles que se decoran con cuadrúpedos siameses que comparten la misma cabeza y aves afrontadas. Estas ventanas del interior decoran su tímpano con unas flores bastante estilizadas similares a las que vemos en Valdearnedo (ventanas del presbiterio norte y sur, interior) y Abajas (ventana ajimezada del interior). Desde el punto de vista iconográfico la decoración escultórica de Escóbados se agrupa en tres bloques: temática animal, vegetal y humana, con un claro predominio de las dos primeras sobre la tercera. Los animales representados pertenecen tanto a la fauna fantástica como a la real; los encontramos preferentemente en los canecillos y menos frecuentemente en los capiteles. Las mayores diferencias entre ellos vienen dadas por el grado de relieve en que se esculpen, la técnica de labra y las mayores o menores calidades compositivas logradas por el artista. En los tres aspectos encontramos notables diferencias entre las aves de los capiteles del interior y las de los canecillos. Los cuerpos de las primeras están modelados en bajorrelieve, con una labra tosca y poco minuciosa; además son capiteles compositivamente muy simples: perfecta simetría y fondos planos. Por el contrario las aves de los canecillos llevan sus cuerpos modelados en medio o altorrelieve, con los detalles de plumaje o similares finamente labrados a bisel; compositivamente, a pesar de que el pequeño espacio del canecillo lo dificulta, el artista logra posturas distintas, ritmos contrapuestos y gradación de términos. No cabe duda de que nos encontramos ante dos escultores de formación completamente distinta, más local el primero y de filiación silense el segundo. La decoración vegetal ocupa también un lugar destacado en este templo. Consiste en todos los casos en hojas, con sensibles diferencias en sus formas y técnica de labra. Están, por una parte, las de los capiteles de la portada, convencionales y toscas, que muy bien podrían pertenecer al primer taller que trabaja en este templo. Por otro lado, todas las demás, que responden con más fidelidad al acanto clásico por sus formas y técnica de labra. Éstas pertenecen sin lugar a dudas a los escultores de filiación silense que completan este templo. Son hojas carnosas, huecas, con todo su entramado minuciosamente labrado y sus bordes festoneados con un trepanado profundo que crea efectos claroscuristas de gran valor estético. Finalmente la figura humana la encontramos siempre en los canecillos, preferentemente sola aunque en alguna ocasión acompañada de un animal. Todas ellas pertenecen al segundo taller por lo que a continuación voy a explicar. Son figuras esbeltas, modeladas en medio o altorrelieve, en las que apreciamos además una labra cuidadosa de rasgos faciales o pliegues de las ropas. Compositivamente algunos de los canecillos con ellas decorados son dignos de mención. Por ejemplo el que muestra a una figura femenina en semiperfil, dando la espalda al espectador, las piernas cruzadas y uno de los brazos en jarras apoyado sobre la cintura; la figura podríamos perfectamente considerarla como una bailarina. Destacable es también uno de los que hay sobre la portada en el que vemos una figura también femenina, lamentablemente perdida de cintura para arriba. Aparece sentada, con las piernas cruzadas, sosteniendo sobre su hombro derecho un cántaro. A modo de conclusión podemos señalar que arquitectónica y escultóricamente este templo guarda grandes parecidos con Abajas, Castil de Lences, Valdearnedo y Carcedo de Bureba y constituye uno de los ejemplares más destacados de la escuela de La Bureba. Pero debemos puntualizar que en su decoración escultórica se aprecia el trabajo de dos manos completamente distintas; una es la de un escultor o escultores de uno de los talleres burebanos que también vemos trabajar en varios de los templos citados; otra es la de un escultor de filiación silense cuya mano también vemos en otros templos de La Bureba, como Abajas o Hermosilla. Tenemos, pues, ante nosotros un templo que pudo ser iniciado por uno de los talleres escultóricos de La Bureba y luego finalizado por otro, muy diferente, constituido por escultores de filiación silense. En este caso la tarea de este nuevo taller no se limitó a completar el trabajo sino que aportó su estética en la articulación de los muros, la fachada norte, añadió el cuidado rosetón del muro de poniente -muy cercano al de Santo Domingo de Soria- y sobre todo decoró con cuidados relieves los canecillos y los capiteles de los dos arcos fajones más cercanos a los pies del templo. Es por tanto una obra que se está haciendo desde la primera mitad del siglo XII y que muy bien se pudo concluir hacia la década de los ochenta de la misma centuria.