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Portada de la Sala Capitular de Benevívere. Litografía de Pérez Villaamil realizada en 1842

Identificador
34120_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 20' 22.64'' , -4º 36' 38.23''
Idioma
Autor
Pérez Villaamil
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Abadía de Santa María de Benevívere

Localidad
Carrión de los Condes
Municipio
Carrión de los Condes
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SU FUNDADOR FUE DIEGO Martínez de Villamayor, noble castellano del siglo XII perteneciente a la casa de los condes de Bureba y con gran peso en la Corte. Fue consejero de Alfonso VII, Sancho III y Alfonso VIII, así como tesore ro de este último. Tras enviudar decidió retirarse y dedicarse a la vida contemplativa, para eso estableció la fundación de la abadía de Benevívere en 1169. La casa fue ocupada por los canónigos regulares de San Agustín y aprobada por las bulas apostólicas de Alejandro III (1178), Lucio III (1183), Inocencio IV (1284) y Eugenio IV (1483). Tuvo actividad monástica hasta la desamortización de 1835. La abadía contaba además con otras dos sufragáneas que seguían la misma regla (Trianos en León y Villalbura en Burgos), así como seis prioratos dependientes: Santiago de la Tola (cerca de Ceinos de Campos, Valladolid), San Salvador de Villarramiel (Palencia), San Martín de Pereda (cerca de Riaño, León), Santa María de la Puente, (junto a Benavente, Zamora), Nuestra Señora de Mañino (próximo a Sotobañado, Palencia) y el hospital de San Torcuato. El mismo Diego Martínez de Villamayor creó, junto a la abadía, un hospital de peregrinos servido por los monjes (llamado Hospital Blanco o de San Torcuato). Fue también parroquia de los labradores del contorno. En 1843 se ejecutó la venta del convento y fue demolido casi en su totalidad, a pesar del interés que puso Valentín Carderera y la Comisión Central de Monumentos por salvarlo. La mayor parte de su documentación se encuentra en la actualidad en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. Los restos que se conservan se reparten en tres zonas: lo que queda de la iglesia, integrada con las viviendas; una portada exenta y, un poco más alejados, varios restos de muros de tapial, testimonio de construcciones que no llegaron a demolerse completamente. Hoy en día sigue denominándose la Abadía a todo este conjunto. La nave del templo se cubre con yeserías barrocas y el presbiterio con cúpula sobre pechinas, todo ello pintado de blanco. En el exterior, escondido entre la hiedra, aún se puede apreciar algún contrafuerte y la espadaña, situada a los pies. La fachada mantiene elementos de distintas procedencias, entre otros, los sillares que se conservan en el arco de medio punto de una de sus puertas, el escudo, y las basas de columna que decoran el nivel del pavimento. Una portada exenta se abre a la izquierda de este mismo muro y aparece flanqueada por dos escudos, que bien pudieran haber sido allí instalados en fechas posteriores. En el blasón izquierdo podemos apreciar las armas de los Sarmiento (trece roeles de oro en campo de gules), descendientes del fundador, que ostentaron el patronato de la abadía durante el siglo XIV. En los Museos Arqueológico de León y de Palencia se conservan varios restos de sepulcros góticos procedentes de Benevívere que ya fueron estudiados por Julia Ara. También en el Arqueológico Nacional se conserva un fragmento tardorrománico de rostro barbado masculino (quizá perteneciente al Apostolado que describió Ponz). Dada la escasez de otras manifestaciones constructivas que ayuden a completar la imagen del monasterio, es necesario acudir a textos y grabados que permitan su reconstrucción. Se sabe que la primitiva iglesia no quedó concluida a la muerte de su fundador (en 1176) y que su hermano Rodrigo Martínez se encargó de su terminación, continuándose las obras hasta principios del siglo XIII. Ponz hablaba de una iglesia de tres naves que sobre la puerta tenía “un Apostolado, y en medio el carro de Ezequiel, sobre el cual va el Salvador del mundo, tirado de los animales del Apocalipsis”. También describe la puerta principal del monasterio y dice de ella que está “adornada de cuatro columnas y que hay una escultura de la Asunción”. Menciona la existencia de distintos sepulcros bajo sus bóvedas, entre los que destaca el del fundador en la capilla de San Miguel (dentro de la capilla mayor). En relación a ellos Quadrado confirmaba hacia 1860 su desaparición. Pérez Villaamil (1842) dibujó la entrada a su sala capitular, que aunque parece muy idealizada, detalla varias estatuas regias o nobiliarias bajo tres arcos a cada lado de la puerta de acceso. En la galería claustral se aprecian cestas vegetales y fustes de mármol que nos parecen sospechosos, fruto de una delirante imaginación (casi recuerdan al claustro de Monreale). Bajo la puerta de acceso se ven tres personajes con atuendos de sabor morisco, al estilo de las visiones románticas francesas.