Identificador
09247_05_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 59' 49.73'' , -3º 21' 9.63''
Idioma
Autor
José Luis Buezo Serrano
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ahedo de Bureba
Municipio
Galbarros
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LAS RUINAS DE SAN MARTÍN se sitúan, casi ocultas por la vegetación, en un breve altozano en el extremo meridional del pueblo. Es un edificio de modestas dimensiones, levantado en mampostería con refuerzo de sillería en contrafuertes y vanos, de nave única, espadaña a los pies y moderna cabecera cuadrada rematada por cornisa con perfil de gola, cubierta por bóveda de arista en ladrillo. La fábrica, que responde a una moderna reforma barroca, conserva algunos vestigios del primitivo templo románico, como los tres canecillos de nacela empotrados en el muro norte del ábside y quizá las impostas molduradas con listel, nacela y bocel que recorren el semiderruido arco triunfal y el muro meridional. El elemento más destacado es sin duda la portada abierta en el muro meridional de la nave, de arco levemente apuntado que alberga un tímpano monolítico, rodeándose por una arquivolta moldurada con tres cuartos de bocel en esquina retraído y otro arco liso. El conjunto descansa en jambas escalonadas, coronadas por desgastados relieves a modo de capiteles; en el interior del lado izquierdo se representaron un personaje sedente ante totalmente perdidas figuras (Luis Monteverde veía un cuadrúpedo) y tras él, en actitud de marcha un gran cuadrúpedo de puntiagudas orejas. En el capitel central se representó a un cantero, ataviado con larga saya, labrando pico en mano un sepulcro con tapa a doble vertiente, en el ángulo se dispuso un mascarón de apariencia monstruosa y en la cara interior se completa la escena con otro personaje barbado yaciendo en un lecho o sarcófago; completan la decoración de este lado siete filas de finos billetes y una gran roseta inscrita en un clípeo. Los relieves del lado derecho del espectador se inician con el afrontamiento de un león y un grifo, continúan con una escena en la que un muy erosionado jinete cae al suelo ante su montura, que muestra con cierto detallismo la silla y los arreos. Tras esta tradicional re p resentación del pecado del orgullo (en la que José Luis Monteverde veía una posible alusión a la conversión de San Pablo) finaliza el relieve en el capitel externo con dos niveles de círculos entrelazados en la cara interior y dos pisos de pequeñas hojas lisas y cóncavas que acogen pomas en sus puntas. Los cimacios de estos dos últimos relieves se decoran con rosetas hexapétalas en clípeos, en dos y una banda respectivamente. El tímpano que centra la portada, rodeado por una moldura con doble nacela, se labró en un bloque monolítico de caliza. Aparece exornado por una banda de dientes de sierra en resalte, y divide su campo en dos partes mediante una banda de zigzag que culmina en dos formas treboladas, mientras que otra cenefa de bastoncillos oblicuos -a modo de torpe sogueado- enmarca la zona inferior de la pieza. En cada una de las dos mitades del tímpano se grabaron sendos florones de botón central y doble corona de hojitas, enmarcados en clípeos, quizá remedos, como los que decoran el ábside de Quintanarruz, del frontal decorativo del refectorio de Oña. El estilo de estos relieves es sumamente rudo y popular, encontrándose más cómodo el escultor en las formas geométricas y vegetales, talladas a bisel, que en lo figurativo, donde cae en constantes desproporciones. No resulta así evidente establecer una filiación y cronología para esta portada, que repite algunos de los estilemas del románico de la segunda mitad del siglo XII en La Bureba y Alto Ebro, pudiendo aproximarse acaso al relieve del tímpano del muro norte del presbiterio de Carcedo de Bureba; bandas en zigzag como la del tímpano las encontramos también en la cornisa de Navas de Bureba, portada de Carcedo, etc. La pila bautismal de esta iglesia fue trasladada a la parroquial de San Pedro de la Hoz, donde se conserva en una capilla del muro meridional. Se trata de un notable ejemplar de copa semiesférica lisa, de 112 cm de diámetro x 75 cm de altura, sobre pie cilíndrico de 15 cm de alto. Carece absolutamente de decoración y, pese a su traza románica, las marcas de labra a trinchante parecen sugerir una más tardía cronología para la pieza.