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Detalle de la fachada sur. Cruz formada con fustes de columnas reutilizados y canecillos con cabezas humanas

Identificador
40591_01_052
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 13' 25.25'' , -3º 36' 55.55''
Idioma
Autor
Carlos Álvarez Marcos
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Marcos

Localidad
Cerezo de Abajo
Municipio
Cerezo de Abajo
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ESTA PEQUEÑA ERMITA se encuentra en el barrio de Mansilla formando parte de Cerezo de Abajo aproximadamente a un kilómetro de éste al borde de la carretera comarcal en dirección a Duruelo. Históricamente perteneció a la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda y dentro de ésta al ochavo de Castillejo. En el año 1076 Alfonso VI dona al abad de Santo Domingo de Silos el lugar de San Frutos en el cañón del Duratón apareciendo numerosos testigos en el documento entre los que se encuentra un tal Pascual de Mesella, es decir Mansilla, lugar que por tanto ya aparece citado junto con otros pueblos cercanos como Duruelo, Boceguillas, Soto o Villaseca. En 1247 la parroquia de Mansilla pagaba al canónigo de la catedral Rodericus Decanus quince maravedís y tres sueldos medio. En 1484 existe conocimiento de un pleito que mantiene un tal Juan de la Mata vecino de la villa de Mansilla con otros vecinos de Sepúlveda y Segovia. Vendida por Carlos II en 1688 a don Antonio de Campuzano y Riva-Herrera, durante mucho tiempo Mansilla se consideró un barrio de Cerezo de Abajo e incluso Madoz señala como la iglesia del pueblo, dedicada a Santa Marina, era atendida por el párroco de Cerezo. Sin embargo, también estuvo agregada al ayuntamiento de Duruelo según conocemos por una Real Orden del 25 de enero de 1846. Desconocemos el motivo por el cual se cambia la advocación primitiva de Santa Marina como cita Madoz, pero es cierto que en el interior del templo se encontraban figuras tanto de Santa Marina como de San Marcos que, según testimonio oral, se trasladaron a Segovia y nunca volvieron. Es decir el culto a San Marcos en esta iglesia no es algo ocasional sino que ya estaba arraigado tiempo antes de que se cambiase la advocación. Originalmente sería un edificio con volúmenes muy acordes con los gustos del románico rural: una sola nave, presbiterio y ábside semicircular. De hecho podemos conocer esta primitiva estructura al conservarse en un terreno anexo al templo los cimientos de la primitiva fábrica. Por lo visto en alguna fotografía antigua es posible también que tuviese un pequeño pórtico adosado en el lado meridional. A mediados del siglo XX y según hemos podido recoger por testimonios orales tan sólo se mantenían en pie los muros norte y oeste. Comenzó entonces por iniciativa popular la reconstrucción inaugurándose el nuevo templo en 1956 el día de la festividad de San Marcos y cambiando de este modo la primitiva advocación. El edificio resultante de estas obras es de planta rectangular y en él se aprovecharon algunas piezas románicas en las ventanas del lado meridional y del hastial occidental, canecillos con cabecitas humanas sobre la puerta de acceso y fustes de columnas que han sido recolocados formando una cruz. La portada original del templo que se encontraba situada también sobre este muro meridional fue trasladada a la cercana iglesia de San Román Abad de Cerezo de Abajo. En el interior del edificio que nos ocupa se conservan varios restos de origen románico entre los que destaca una pila bautismal actualmente utilizada como jardinera (103 cm de diámetro x 74 cm de altura) de copa semiesférica decorada con doce gruesos gallones. También se han conservado dos capiteles, uno de ellos ubicado junto a la mesa de altar y utilizado como pie para sostener una cruz. Es de pequeñas dimensiones, quizá formase parte de una ventana, y su decoración es de tipo vegetal con hojas esquemáticas. En el lado sur apoyado contra el muro existe otro capitel completo de gran tamaño de hojas acanaladas muy voluminosas. Es curioso comprobar cómo la parte superior de la pieza está lisa y se observan las líneas de guía que los canteros medievales utilizaban para tallar la decoración del capitel.