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Capiteles de la portada sur

Identificador
33578_01_020
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 19' 47.72" , -4º 42' 4.72"
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro

Localidad
San Pedro de Plecín
Municipio
Peñamellera Alta
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA ARRUINADA IGLESIA románica de San Pedro de Plecín muestra una planta que mantiene una de las tipologías más comunes entre los templos parroquiales rurales del norte de España: una nave rectangular rematada por un ábside semicircular precedido de tramo recto. Los muros del ábside se retranquean ligeramente respecto a los del tramo recto. Al muro norte de la nave se adosan una capilla de planta cuadrada, cercana a la cabecera y otra estancia de planta triangular, de fábrica posterior, cuya función desconocemos. El flanco sur conserva los restos del murete del pórtico que lo protegía y de otra habitación -quizá osario- que se adosaba a este lado de la cabecera. En la construcción de la iglesia se empleó el sillar, en el ábside, y la mampostería de caliza, en la nave. El ábside, portada y ventana se construyeron con arenisca, fácil de trabajar pero muy deleznable, por lo que han sufrido un fuerte deterioro. Los muros de la cabecera conservan aún hoy, tanto en el tramo recto como en el semicircular, un zócalo biselado, y del estado de ruina en que se encuentra la cabecera puede observarse cómo los sillares de arenisca ocultaban un relleno de mampostería de caliza irregular, sistema que también se puede ver en el muro norte de la nave. El acceso principal del templo se abre en el muro meridional. Se trata de una portada cuya estructura repiten los accesos principales de algunas de las iglesias del espacio oriental de Asturias; en ellas, el abocinamiento generado por la multiplicación del número de arquivoltas se inserta en un cuerpo en resalte respecto a los muros de la nave, que se cubre con un tejaroz que cobija una hilera de canecillos. La parte inferior se refuerza por un zócalo abocelado. Se estructura esta portada en cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas, que se protegen con un guardapolvo decorado con nido de abeja. Se ornamentan con los siguientes motivos, de la más interna a la más externa: borde recorrido por una doble hilera de medios círculos enfilados; borde abocelado; borde abocelado y taqueado; media caña y bocelillo fino. El conjunto de arquivoltas arranca de una línea de imposta que se desarrolla a lo largo del lienzo que enmarca el acceso; se trata de una moldura en nacela, decorada con nido de abeja y tetrapétalas inscritas en círculos enfilados, lo que vincula la fábrica de Plecín a otros muchos templos románicos palentinos y cántabros. Los capiteles de esta portada presentan una cesta troncocónica cuyas dos caras vistas se decoran con relieves en los que se disponen figuras afrontadas sobre un fondo de volutas, en las esquinas superiores de unos, y hojas de acanto, en otros. Los motivos iconográficos esculpidos en los capiteles son los siguientes, del interior al exterior: a la derecha, dos animales fantásticos afrontados, con la cabeza humana cubierta con un gorro frigio, cuerpo de ave y cola, que podrían identificarse como sirenas; a continuación, otro capitel se decora con motivos indescifrables. Y a la izquierda, dos centauros afrontados, dos grifos y dos figuras humanas inidentificables. Estos capiteles descansaban sobre fustes monolíticos bastante esbeltos, hoy desaparecidos. Se decoraban con nido de abeja y acanaladuras helicoidales con flores de botón central abultado, lo que remite la fábrica de Plecín a una larga serie de modelos ajenos a Asturias, que pasan por las iglesias de Rebolledo de la Torre, de Santa María de Piasca, Santiago de Carrión de los Condes, Moarves, San Andrés de Arroyo o San Esteban de Corullón. Sólo se conserva la basa de la columna interior del lado izquierdo, ática y elevada sobre plinto; aunque está bastante deteriorada, parece que en la esquina exterior tenía una garra redondeada. Al interior, la portada salva el espesor del lienzo meridional mediante dos arcos superpuestos apuntados. Por lo que se refiere a los vanos, la iglesia románica debía de contar con una ventana en el ábside. En la actualidad, a la derecha de la portada y a una altura superior, se abre una aspillera enmarcada por dos arquivoltas: la exterior, abocelada, y la interior, polilobulada, protegidas por un guardapolvo taqueado; en el tímpano se labra un relieve antropomorfo, quizá Cristo con el orbe en la mano izquierda (San Salvador). La rosca interior descansa en dos columnillas de fuste monolítico, con basas áticas, coronadas por capiteles con astrágalo anular, finamente esculpidos, con sendas parejas de grifos afrontados. Sobre éstos se desarrollan impostas corridas, de perfil en nacela, decoradas con motivos foliformes. Y aquí, una vez más, los modelos son foráneos, pues M. P. García Cuetos ha relacionado la tipología de este vano con el del ábside de la iglesia de Santa María de Henestrosa de las Quintanillas (Cantabria); por nuestra parte, en la provincia de Burgos encontramos este modelo de ventana en el ábside de San Pantaleón de Losa. En la nave se han conservado cinco canecillos correspondientes a la fábrica tardorrománica del edificio. Están muy deteriorados, pese a lo cual se pueden identificar algunos de los motivos que los decoran, frecuentes en el románico: músicos, acróbatas, sirenas, motivos geométricos y lo que parece la cabeza de un monstruo. La cabecera, por su parte, se estructura en un ábside semicircular precedido de un tramo recto. Al hablar de los materiales y el paramento, señalamos la presencia en su exterior de un zócalo en nacela rehecho en ciertas partes. El tramo semicircular se refuerza con dos contrafuertes de sillares, disponiéndose otros dos entre el tramo recto y la nave. Por último, el recrecido oeste correspondería a una reforma llevada a cabo en el siglo XIII, realizada también con mampostería caliza. El elemento más relevante de esta zona del templo es la portada oeste, descentrada y desplazada hacia el norte, que debía de tener un uso muy secundario; se trata de un vano apuntado, estructurado en dos arquivoltas protegidas por un guardapolvo que descansan sobre capiteles-imposta. Las jambas son lisas y en el primer sillar del arranque de la jamba norte apareció durante las excavaciones una marca de cantero: una “A” gótica, que, por similitud a las castellanas, ha sido datada en el siglo XIII. Al interior, los muros del tramo recto y del ábside se recorren por un zócalo con el borde abocelado, a modo de podio, del tipo que se encuentra en muchas iglesias de la costa occidental francesa. Sobre él se levantaban las basas del arco triunfal; de ellas se conserva sólo la del Evangelio, que es ática, con un reducido plinto, decoración de dientes de sierra y restos de garras, como es muy habitual en otros templos románicos de la zona centro-oriental de Asturias; la de la Epístola no poseía decoración en el plinto, y contaba con garras angulares. En las tareas de limpieza del ábside, hace una década se encontraron algunos restos que quizá procedían del arco triunfal: por un lado, los tambores de una columna, y, sobre todo, un capitel de arenisca con decoración vegetal que también remite a modelos palentinos, como los de Barrio de Santa María. También se puede relacionar con el románico del norte de Castilla, con el occidente francés y con algunos templos de Villaviciosa la arquería ciega interior, que M. P. García Cuetos identificó en el tramo recto que precede a la cabecera semicircular. Por lo que se refiere a las cubiertas del templo, nada se ha conservado hasta la actualidad, pero cabe suponer que la nave tendría una armadura de madera a dos aguas, que el tramo recto que precede al ábside pudo tener bóveda de medio cañón, y que su remate semicircular habría tenido una bóveda de cuarto de esfera, que es la solución adoptada en los templos monásticos de su entorno inmediato, que tienen una disposición similar, como Santa María de Tina (Ribadedeva) y San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís). En fin, en Plecín se han identificado restos de pintura que han hecho sugerir a M. P. García Cuetos que debía de estar revocada y pintada al modo de las iglesias palentinas. En el curso de las excavaciones arqueológicas realizadas en el templo se encontró en las proximidades de Alles una lauda sepulcral, posiblemente románica, que en ese momento formaba parte del remate de cierre de una finca denominada “El Corral”, a unos 150 m en línea recta del templo. Se trata de una pieza de perfil rectangular, que mide 176 cm de largo, 67 de ancho y 15 de grosor; tiene forma trapezoidal y sección transversal triangular. Centrada en la cara superior y muy erosionada se labra, en altorrelieve, una espada con empuñadura en forma de cruz y punta roma. Todo lo expuesto convierte a la iglesia de San Pedro de Plecín en uno de los más interesantes ejemplos románicos del oriente de Asturias. El repertorio iconográfico desplegado en el mismo permitió a M. P. García Cuetos asociarlo a una élite culta, quizá relacionada con ámbito monástico. Respecto a las analogías tipológicas y estilísticas, este templo se relaciona con soluciones presentes en las provincias de Palencia y Burgos. En Asturias, la cabecera semicircular precedida de tramo recto y nave única llega a partir de mediados del siglo XII y está presente en algunos de los templos románicos del ámbito de Villaviciosa. En todo el norte de Castilla este esquema es abundante e incluso aparecen arcos lobulados o apuntados. Al añadir a este tipo de cabecera una portada sur principal, M. P. García Cuetos ha propuesto como los más claros modelos para Plecín las iglesias del norte de Palencia, como Vallespinoso de Aguilar, que cuenta con potentes contrafuertes, imafrontes muy cerrados y ventanas al Sur. Así se puede concluir que la referencia arquitectónica e iconográfica más cercana para Plecín son, no sólo las iglesias de Asturias, sino también las iglesias rurales románicas del norte de Castilla, sobre todo de Palencia; igualmente, la iglesia de Santa María de Piasca, en la Liébana, es un modelo para la escultura de Plecín, que quizá haya sido ejecutada por el mismo taller, siendo su única secuela en Asturias. Así, este taller se extendería por el norte de Palencia, Burgos y sur de Cantabria. La fábrica de Plecín data de fines del siglo XII y los talleres y escultores mencionados se situarían entre 1150 y 1200 (en 1172 se consagró la iglesia de Piasca). Por todo esto, los vestigios conservados de San Pedro de Plecín poseen una singular importancia dentro del románico asturiano, al evidenciar la llegada de los talleres tardorrománicos del norte de Castilla con su particular iconografía, y nos ayudan a explicar su difusión. Con posterioridad a su construcción románica, el templo de Plecín sufrió varias reformas. En el siglo XV puede datarse una reforma general a la que pertenece con toda probabilidad la construcción del pórtico, delimitado por un murete, que protege el flanco sur de la iglesia desde el contrafuerte hasta el recrecido del siglo XIII. Adosado a la zona oriental de éste y al flanco sur de la cabecera se encuentra un murete -seguramente de un antiguo osario, quizá de los siglos XV-XVI-, a juzgar por los restos materiales exhumados durante las excavaciones llevadas a cabo en este recinto. En fin, es muy importante una reforma de estas mismas fechas detectada en el interior de la iglesia: en el muro norte de la nave se ha identificado la construcción de un arcosolio de medio punto. Lo curioso es que a este enterramiento se han atribuido tradicionalmente los restos del conde Vela, supuesto fundador de la iglesia, y que en la investigación arqueológica de la pasada década se halló una tumba de lajas en aquella misma zona, de donde se pudo suponer que la construcción del arcosolio suponía un ennoblecimiento de su mítico fundador. Sus supuestos herederos protagonizan la siguiente reforma de la iglesia. Posiblemente a mediados o finales del siglo XVI se adosó al muro norte de la nave la capilla funeraria de los Mier, que mantiene la misma orientación de la nave. Dicha estancia sigue el esquema de recinto funerario de planta más o menos cuadrada, cubierto con bóveda de crucería simple que también se ha perdido. Debía de abrirse mediante un arco al interior de la iglesia, aunque ahora esta zona se ha derrumbado parcialmente. Sus ventanas y muros son de gran grosor, concebidos para sostener la bóveda citada. De ella se conservan sólo las cuatro mensulillas angulares, gallonadas, y el arranque de los nervios. El aparejo de mampostería debía ir revocado al interior y al exterior, como el de la nave. A fines del siglo XVIII esta capilla perdió su función funeraria pasando a ser sacristía. Por último, en el tramo oeste de la nave se debió de instalar una tribuna de madera en el siglo XVIII, de la que quedan sólo los huecos para insertar las vigas. De esta época podría datar el recinto adosado al muro norte de la nave en la zona de los pies. En 1991 se llevó a cabo la mencionada excavación del templo de Plecín, fruto de la cual se elaboraron las distintas memorias citadas en la bibliografía. Actualmente las ruinas están consolidadas y se encuentran reconstruidos parte del muro que enmarca la portada sur, la zona inferior de los contrafuertes y del muro del ábside y las esquinas de las estancias adosadas al muro norte de la nave. La ausencia de techumbre sigue siendo, sin embargo, un factor de riesgo para el edificio.