Identificador
40554_02_072
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 29' 14.74" , -3º 31' 15.62"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Maderuelo
Municipio
Maderuelo
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA se sitúa en la parte alta del pueblo, sobre y frente al moderno puente que atraviesa el intermitente embalse de Linares, presidiendo una placita. Este notable edificio, de generosas proporciones, presenta planta basilical coronada por cabecera de amplio presbiterio y ábside semicircular. Divídese la nave en cuatro tramos mediante tres aparatosos arcos diafragma de ladrillo sobre machones prismáticos de mampostería y frente latericio, que soportan una hermosa armadura, en atípica solución en lo segoviano que llamó la atención de Antonio Ruiz Hernando y propició la creación de capillas entre los pilares, con algunos arcosolios de la nobleza de Maderuelo de los siglos XVI y XVII. A esta estructura se añadió -probablemente a finales del XV o principios del siglo XVI- al sur de los dos tramos orientales, una capilla de dos tramos cubiertos con bóvedas vaídas, a modo de breve colateral, abierta al cuerpo del templo por dos formeros doblados de medio punto de molduraciones tardogóticas y ornados con bolas, contando el espacio con acceso propio mediante un arco de herradura de ladrillo bajo friso de esquinillas, al oeste. El templo poseía al menos dos portadas, abiertas al norte y sur del segundo tramo de la nave, y probablemente otra al oeste, aunque el actual acceso se realiza desde un renovado hastial, obra del siglo XVIII y coronado por una gran espadaña. En la puerta meridional, bajo un arco de descarga de ladrillo y sobre jambas lisas, se reutilizó, quizás del primitivo templo, un arco de medio punto moldurado con bocel exornado por chevrons, decorados éstos con hojitas lobuladas a modo de palmetas, rodeándose con guardapolvos de puntas de clavo y apoyando en dos impostas achaflanadas. Su estilo es ya avanzado, característico de la arquitectura rigorista, no debiendo su cronología ser anterior a mediado el siglo XIII. Enfrentada a ésta, en el muro norte de la nave se abría otra portada en ladrillo, hoy cegada, con arco de medio punto recercado por alfiz y coronado por un friso de esquinillas. Aparece la fachada meridional protegida por un atrio renacentista que prolonga la línea del muro de la capilla meridional antes citada, abierto por cuatro arcos escarzanos y rebajados sobre pilares encapitelados con decoración de tallos y hojarasca y basas molduradas con bolas. Integra la estructura una portada gótica de arco apuntado y una arquivolta moldurada con boceles que apea en una pareja de columnas acodilladas de capiteles vegetales, con cardina el izquierdo y hojas treboladas el otro, claramente anterior y probablemente resto de un pórtico precedente al actual, pues no en vano el documento de reordenación parroquial que publicamos en el Apéndice refiere que las reuniones del concejo se producían “ayuntados ante la iglesia de Santa María en concejo ansi como es costumbre”. Dos estancias adosadas al sur de la cabecera, con funciones de sacristía y trastero, y la moderna sala que se alza sobre el atrio, completan la edificación. El análisis de sus aparejos, en los que se combina la sillería reaprovechada con la mampostería y el ladrillo, ofrece un mosaico de campañas, reformas y ampliaciones, que rinden compleja la lectura de las fases constructivas. Es indudable que el templo se alza con, y probablemente sobre, los restos una primitiva edificación románica, de la no acertamos a reconocer sino sus desmembrados testimonios, pues ninguna estructura parece haber sido conservada. Podemos elucubrar, dada la entidad de los ejemplos románicos de la comarca, que sería bastante más modesto que el actual. De él nos queda buena parte de la sillería en la que debía levantarse la cabecera, reutilizada tanto burdamente concertada como en la mampostería de la actual capilla mayor y muro sur de la nave. Creemos que en época bajomedieval esta iglesia fue demolida y completamente reedificada bajo unos principios constructivos ajenos a lo castellano en cuanto a traza (se han apuntado parangones catalanes, aragoneses y levantinos), aunque no en la forma de aparejar los muros. Ésta responde bien a los de la arquitectura llamada mudéjar, con verdugadas de ladrillo dividiendo mamposterías, combinadas con ladrillo en esquinales, encintado de vanos y, en nuestro caso, en la sorprendente arquería que anima la zona baja del paramento exterior del muro sur del presbiterio. La cabecera, con el hemiciclo acodillado al amplio presbiterio, se levanta combinando la sillería reaprovechada del anterior templo -torpemente aparejada-, con la mampostería en las zonas altas y el ladrillo. En época moderna se añadieron al hemiciclo dos potentes estribos de sillería, uno en el eje y otro en el paño meridional. Al interior, el tramo recto se cubre con cañón reforzado por dos fajones, mientras el ábside recibe un cascarón, aunque todo se encuentra recubierto por yeserías barrocas y preside el altar un retablo de finales del siglo XVI. Exteriormente, el tambor absidal muestra en su descuidado aparejo una amalgama de materiales reutilizados -sillares mal concertados y otros usados como mampuestos- junto a verdugadas de ladrillos y mampostería. Aproximadamente a media altura parece que se abrió un cuerpo de ventanas luego eliminado, primando la ruda mampostería y el ladrillo, todo en un desconcierto que sólo el hoy perdido enfoscado podía disimular. El sector septentrional del hemiciclo, así como las zonas bajas de la fachada norte, se aparejaron con mampostería que incorpora numerosos sillares románicos entre verdugadas del ladrillo, mostrando las altas una más cuidada mampostería concertada, también entre hiladas de ladrillo, material usado para los esquinales. En esta fachada, además de una dovela con taqueado y otra con una flor inscrita en clípeo perlado de fina talla, probablemente de una portada, se reutilizaron elementos de la primitiva cornisa, con perfil abiselado y labrada como los canes que la sustentan en la mala y acarcavada caliza de los páramos cercanos. Junto a los canecillos de simple nacela, otros se decoran con perfil de quilla, bolas en dos hileras, dos o tres rollos, nacelas escalonadas y sumarísimos bustos y prótomos de animales. En el remate meridional del piñón del hastial occidental, sobre el arco que da paso al camino que circunda el templo, se reutilizaron dos canes, uno de nacela y otro con un tosco busto femenino, bajo fragmento de imposta decorado con tallos ondulados de los que brotan hojitas; otro fragmento de la misma pieza, y otros tres canes, los vemos en los muros del atrio y capilla meridional. Son numerosos los restos reutilizados del primitivo templo. En el interior encontramos cimacios con tallos ondulantes y hojitas, de ruda y seca talla, otros con bocel sogueado, fragmentos de sillares moldurados con boceles, procedentes quizás de jambas y del banco de fábrica de la primitiva iglesia, un fragmento de dovela con bocel y banda de puntas de clavo, y varios sillares con rosetas, que probablemente funcionasen como metopas del primitivo alero y que vemos dispersos en el muro del atrio y en la casa que cierra la plaza frente al hastial del templo. Al exterior, en el muro meridional de la nave abundan también las piezas labradas a hacha, reconociéndose sillares bien escuadrados, algunos con un bocel, varias dovelas lisas y un fuste de columna entrega. Sorprendente resulta la arquería ciega de ladrillo que observamos en la zona inferior del muro septentrional del presbiterio. Se compone de tres arcos de herradura sobre pilastras de sillería y ladrillo que se ensanchan a modo de imposta abiselada, sobre la que se despiezan los arcos, enjarjados bajo el medio punto para conseguir la herradura, que lo peralta en aproximadamente un medio radio. Es probable que estuvieran rodeados por alfiz, del que se ha perdido su remate, constituyendo así, como señala Ruiz Hernando, “uno de aquellos escasos ejemplos en que con mayor fuerza se detecta lo musulmán en la arquitectura segoviana”. Fuera de modernas e infundadas teorías que sin base ninguna pretenden ver aquí vestigios de una supuesta y sólo digamos que más que improbable mezquita, entendemos esta arquería como una ornamentación muraria contemporánea de la reforma que sustituyó el primitivo templo románico por el actual, en fecha que, sin atrevemos a precisarla, creemos poder encuadrar entre la segunda mitad del siglo XIII y principios del XIV, quizá no casualmente cercana a la de 1298 en que el obispo don Blasco establece la reorganización parroquial por trasladarse la población a esta zona alta de la localidad.