LA IGLESIA PARROQUIAL DE ORZONAGA, dedicada hoy a Santa María de las Nieves, se emplaza en un pequeño altozano que domina el centro del caserío. La existencia de una iglesia parroquial de Santa María, hoy de las Nieves y antiguamente la Mayor -según el Libro de Apeos de Orzonaga, fol. 18- o de la Caridad, se constata desde mediados del siglo XII. Como la propia localidad, se incluía dentro de las numerosas posesiones que San Isidoro de León detentaba en la ribera del Torío. Orzonaga, junto a Espinosa, formó parte de las propiedades del monasterio de Santa Marina de León que pasaron junto a éste al patrimonio de San Isidoro por la donación de Alfonso VI en 1099. En 1260, como arriba señalamos, se nos informa que un clérigo de Orzonaga, Pedro Pérez, se comprometía al pago anual de la tercia del diezmo de pan de su iglesia y un yantar al abad del monasterio leonés. Es el Becerro de las Presentaciones de 1313 el que documenta Orzonaga y su iglesia con la advocación a Santa María, y dice que “el abbat [de San Isidoro] lieva una terçia e una yantar y da II maravedís en procuraçion e III sueldos en carnero e terçia al prestamentero maestre Bernardo”. En el mismo Becerro también se recogen los fueros que regían a los vecinos del pueblo. La iglesia de Santa María de Orzonaga tenía como anejas a varias de los alrededores, como la de San Mamés (de Llaneces), la de San Juan, San Roque de Orzonaga y San Pelayo de Pedrún. El actual edificio de Santa María de Orzonaga es un templo de nave única -quizá aprovechando parcialmente el perímetro de la románica- cubierta con cielo raso de escayola y desarrollada capilla mayor cuadrada cubierta con bóveda de crucería. En el muro norte de la nave se abrieron dos estancias, la occidental con función de trastero y una capilla dedicada a Santa Bárbara, mientras que en el muro meridional se protegió la portada con un pórtico de arcos de medio punto y se dispuso la escalera de caracol que da acceso a la espadaña que se alza en el hastial occidental. En 1834, como atestigua una inscripción, se adosó al muro meridional de la cabecera una irregular sacristía. El conjunto del edificio debe su actual aspecto a las importantes reformas de mediados del siglo XVIII señaladas en el Libro de apeos de su archivo parroquial. Del primitivo templo románico únicamente nos resta hoy su remontada y transformada portada meridional y una serie de sillares con labra a hacha y marcas de cantero (cruces, estrellas de cinco puntas) reutilizados de form a dispersa en la fábrica moderna. La portada, protegida como señalamos por un pórtico, se compone de un arco de medio punto rodeado por chambrana moldurada con un bisel y decorada con rosetas de cuatro, cinco, seis y ocho pétalos inscritas en círculos; el listel que la remata recibe por su parte dos filas de menudos tacos. El arco reposa en jambas lisas en las que se aprovechan sillares románicos con labra a hacha junto a otros modernos. Las jambas se coronan con dos gruesas impostas con perfil de bisel y listel, decoradas con taqueado inciso, dientes de sierra y rosetas inscritas en clípeos. La somera decoración que recurre a lo geométrico y la talla tosca, a bisel, obra de manos inexpertas, rinden la cronología difícil de precisar más allá de incluirla dentro del pleno siglo XII.