Pasar al contenido principal
x

Vista general de Santa María de Llimiana

Identificador
25118_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.0751427,0.9139683
Idioma
Autor
Daniel Altisent
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa María de Llimiana

Localidad
Llimiana
Municipio
Llimiana
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María de Llimiana

Descripción

LLIMIANA

Este pueblo situado en el sector meridional de la comarca del Pallars Jussà, limítrofe con la comarca de la Noguera, se halla encaramado sobre un promontorio, rodeado por un risco natural, sobre el rellano de los contrafuertes occidentales de la sierra a la que da nombre. Desde el mirador del pueblo se puede contemplar toda la belleza natural de la Conca de Tremp. Se llega por la carretera C-13 de Tremp a Camarasa, desde la que, una vez pasado el pueblo de Cellers, un desvío a la izquierda cruza el pantano de Terradets y conduce directamente al pueblo de Llimiana.

La fortaleza de Llimiana, de la que no se conserva ningún vestigio, aparece documentada en el año 954, cuando el conde Ermengol I de Pallars, aún en vida de su padre, Borrell I, cedió el castillo a su hermano Ramon II de Pallars. Este estratégico enclave en tierra de frontera  fue objeto de controversia entre los condados de Pallars y Urgell y siguió un largo camino de donaciones, ventas y enfeudaciones. El monasterio de Gerri, que se implantó con fuerza en el valle de Barcedana, reclamó también sus derechos sobre Llimiana. Este litigio a tres bandas, por el control político del lugar, finalizó en 1055, cuando el conde Ramon V de Pallars Jussà, hizo entrega al caballero Arnau Mir de Tost, de la fortaleza como dote de la boda con su hija Valença. Arnau Mir pagó a su yerno doce mil sueldos a cambio de los castillos de Llimiana, Mur, Orcau y Basturs. Dada su posición estratégica, la historia del castillo y su villa está jalonada de donaciones, ventas y enfeudaciones entre los condes de Urgell, de Pallars, el pabordato de Mur, el vizcondado de Ager y  barones como los de Camarasa u Orcau.

Iglesia de Santa Maria de Llimiana

La iglesia parroquial de Santa Maria Assumpta de Llimiana, se halla en el centro del núcleo urbano, delante de la plaza del Fossar Vell. Orgullo de los llimianenses y de sus vecinos, el templo de Santa Maria, es a día de hoy, uno de los ejemplos más elocuentes y mejor conservados que se pueden encontrar en el románico catalán, hecho que justifica que este pequeño pueblo se haya convertido en cita obligada para los estudiosos del románico. Consta de planta basilical con tres naves sin crucero, cubiertas con bóveda de cañón de perfil semicircular y con la cabecera compuesta por tres ábsides semicirculares, cubiertos con bóvedas de cuarto de esfera y precedidos por tres arcos en degradación. La nave central es algo más alta que las laterales, y tiene cuatro arcos fajones apoyados sobre semicolumnas adosadas a pilares. En unas reformas posteriores, la cabecera quedó escondida por la rectoría, hasta que en 1991 se procedió a su derribo y la restitución de los tres hemiciclos absidiales. Gracias a este “cautiverio”, los ábsides se han mantenido en perfecto estado hasta la actualidad. La decoración de los paramentos absidales presenta largas lesenas, apoyadas en zócalos, que conforman entrepaños coronados con sendas parejas de arquillos ciegos. Mientras que en los absidiolos laterales son dos las lesenas que delimitan tres entrepaños, en el ábside principal son cuatro y cinco, respectivamente. Sobre los frisos de arquillos, sendas molduras dobles soportan las cornisas. En el ábside central se abren seis ventanas, de doble derrame y arcos de medio punto, distribuidas en dos niveles. Los absidiolos repiten la misma estructura, pero con solo una ventana en el nivel superior y otra en el inferior. El descubrimiento de este doble nivel de ventanas hizo pensar en la existencia de una cripta, cegada desde el interior, que ocuparía el ámbito de la cabecera. Sin embargo, durante las excavaciones realizadas no se encontró ningún indicio de la cubierta de la cripta, por lo que las dudas sobre su existencia aumentaron notablemente. Es posible que durante las obras hubiera un cambio de planteamiento, en el que se decidiera alzar el nivel del pavimento, con lo que quizás se interrumpió la construcción de la cripta, que posiblemente ya había sido iniciada.

El muro norte fue notablemente alterado por la adición de unas capillas góticas, que se abren a la nave mediante una serie de arcos formeros integrados en el paramento. El edificio cuenta con dos puertas que permiten el acceso desde el exterior, una en el centro de la fachada occidental, que es obra de época barroca, y otra en el segundo tramo del muro sur, situada bajo un arco de descarga. En el lado oriental de este sector meridional, se eleva, adosada al muro, una torre campanario de forma prismática, que está coronada por un cuerpo asimétrico con tres ventanas de medio punto. En el tramo presbiterial que antecede al ábside sur, se encuentra una estrecha puerta, que parece contemporánea al resto de la obra románica, por lo que no sería arriesgado pensar que este segundo acceso podría haber comunicado el templo con otras dependencias anteriores a la torre. Por unas escaleras se accede a un rellano anexo a la torre, donde se pueden contemplar los restos del paramento exterior sur, en los que se conservan siete de los arquillos ciegos que coronaban este lienzo. Los mismos se apoyan en unas ménsulas diferentes a las de la cabecera, pues están formadas por pequeños cilindros colocados en horizontal. Este peculiar elemento parece ser característico de esta zona al norte del Montsec, pues también se encuentra en el ábside y muros laterales de Santa Maria de la Clua del Montsec, en los ábsides de Santa Maria de Mur y Sant Andreu de Biscarri, en el muro meridional de Sant Pere de Aransís, en el septentrional de Sant Llorenç de Ares y en la torre de Sant Esteve de Abella de la Conca. A la altura de este friso, un poco más hacia el Oeste, hay una ménsula, con toda seguridad reutilizada, decorada con dos rostros muy esquemáticos, de los que uno muestra los dientes. Este es un motivo que, con algunas diferencias, también se encuentra en los canecillos del ábside central de Santa María de Covet. Por debajo de los arquillos, se abre una ventana realizada posteriormente que cuenta con vano con forma de cruz lobulada. En la esquina norte de la fachada occidental se colocó un relieve con la representación de Cristo crucificado, cubierto con perizoma, procedente del antiguo claustro que ocupaba la plaza adyacente al templo.

El interior del templo, que se caracteriza por su sencillez y marcada austeridad ornamental, sus tres naves, divididas en cinco tramos cada una, se comunican entre sí mediante arcos formeros de medio punto. Estos arrancan desde pilares rectangulares a los que se adosan unas semicolumnas, en las que se apoyan los arcos fajones de las bóvedas de las naves. En las laterales, se da la singularidad de que los arcos fajones se apoyan en dos tipos de soportes diferentes: las mencionadas semicolumnas de los pilares y unas pilastras rectangulares en el lado de los muros. Tanto la estructura de los pilares, como esta particular solución de apoyar los fajones de las naves laterales en dos soportes diferentes se encuentran también en la cercana Sant Esteve en Abella de la Conca y en Sant Joan de Isil. La edificación posterior de un piso por encima de la bóveda propició que los arcos fajones, que inicialmente eran de arcos de medio punto, se vieran rebajados. A los pies del templo se construyó un coro elevado Buena parte de las reformas se debieron de realizar en 1788, fecha que figura en una inscripción del interior.

La morfología constructiva de la iglesia de Santa Maria de Llimiana, con aparejo formado por sillares bien escuadrados y dispuestos en hiladas horizontales, se adscribe perfectamente a las formas ornamentales de la arquitectura fraguada en el siglo xi e inicios del xii.

 

Talla de cristo crucificado

En el interior del templo se conservaba hasta 1936 una talla de Cristo crucificado, la cual fue destruida durante el fervor revolucionario de la Guerra Civil. De esta figura solamente se conserva una fotografía en el archivo Bastardes de Barcelona. Según se puede apreciar en la imagen, se trataba de una figura de grandes dimensiones, que representaba a Cristo crucificado con nimbo metálico y cubierto por perizonium. El Cristo de Llimiana, que mantiene concomitancias tipológicas con el de Mur –también destruido– ha sido vinculado con el denominado taller de Erill. Esta tesis fue defendida por la familia Bastardes, que no dudó en calificar el Cristo de Llimiana como una obra de clara filiación románica de finales del siglo xi o inicios del siglo xii. Otros autores, como Walter Cook o Josep Gudiol, atribuyeron la obra –conjuntamente con el Cristo de Mur–, a la imaginería propia de la Conca de Tremp y del valle del Noguera.

 

Texto: Daniel Altisent/Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: Daniel Altisent - Plano: Manel Castellnou Perucho

Bibliografía

Bastardes i Parera, R, 1978, pp. 300-303;  Bellmunt i Figueres, J, 1997-2000, II, pp. 229-230; Catalunya Romànica, 1984-1998, XV, pp. 412-414; Cook, W. W. S. y Gudiol Ricart, J., 1950, p. 288; Fité i Llevot, F. y González i Montardit, E., 2010, pp. 178-179;  Fortuny i Pons, D., 2000 p. 189; Mestre Godes, J. y Adell i Gispert, J.-A., 1999, pp. 39-40; Mir i Parache, J., 1996, pp. 33-42; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1994,  pp. 345-347.