Identificador
24415_03_007
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 32' 2.84'' , -6º 35' 37.07''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Otero de Ponferrada
Municipio
Ponferrada
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA -declarada Monumento Histórico-Artístico en 1982- es un edificio en el que se funde el recuerdo de la herencia prerrománica, tan presente en la comarca berciana, con las nuevas directrices románicas que se desarrollan en torno a la ruta jacobea. Gómez Moreno fue el primero en adscribir esta construcción al siglo XI y tras él otros admitieron dicha data basándose en la pervivencia de elementos de tradición mozárabe, especialmente los arcos de herradura. Concepción Cosmen rechaza una cronología tan temprana y propone la segunda mitad de la duodécima centuria como datación más certera en base a la aparición de las primeras referencias documentales sobre el templo (1151). Se trata de una sencilla construcción levantada en muros de mampostería y sillarejo de pizarra y cuarcita con refuerzos de sillería en la portada norte y en los contrafuertes. La fábrica románica esta formada por una sola nave de dos tramos rematada en un ábside semicircular con tramo recto presbiterial. A la estructura original se añadió en 1681 la sacristía, un año después la espadaña sobre el hastial occidental y más tarde, en el siglo XIX, el pórtico. En el lado norte se observa un cambio brusco en la alineación del paramento a la altura de la portada abierta en ese lado. Este desajuste, también perceptible en la planta, se ha puesto en relación con un posible derrumbe de parte del muro y su posterior reconstrucción en 1875 aprovechando los viejos materiales. En el exterior, el hemiciclo absidal se decora con una imposta de billetes, bolas y dos piñas. Verticalmente se articula en tres paños por medio de dos contrafuertes prismáticos que llegan hasta la cornisa. En cada paño se abre un vano, destacando por su singularidad el central. Éste consta de un arco de herradura poco pronunciado que alberga a su vez un ajimez formado por arquillos, también de herradura, separados por una gruesa pero corta columna provista de una basa decorada con sogueado y un capitel muy tosco con frutos en las esquinas. En los laterales se abren sencillas saeteras con derrame interno. Coronando los muros de la iglesia se dispone una cornisa con perfil de bisel soportada por canecillos en su mayor parte de nacela, excepto tres figurados: una cabeza zoomorfa, otra humana y un ser deforme con rasgos simiescos en actitud obscena. Al interior se accede por una sencilla puerta ubicada en el lado meridional formada por un vano adintelado enmarcado por un simple arco de medio punto. En el muro norte de la nave, tras cruzar el cementerio, se conserva otra portada románica, actualmente cegada. Ésta se abre entre dos pilastras dando lugar a un cuerpo saliente coronado por un sencillo tejaroz de pizarra. Consta de un vano adintelado con tímpano sin decorar, dos arcos de rosca lisa separados por una moldura de billetes y guardapolvo biselado. Apoyan sobre una línea de imposta decorada igualmente con billetes. Los salmeres del arco presentan una ligera curvatura que hace que su trazado parezca ultrasemicircular, detalle que se hace más patente en el interior. Dentro del templo, los muros de la nave están reforzados en su parte inferior por un banco corrido de piedra y se rematan en altura con una imposta lisa de la cual arranca la bóveda de cañón que, al menos en el tramo presbiterial, está reconstruida en cañizo. Esta cubierta debió sustituir a la primitiva de cantería que por su mayor peso produjo problemas de estabilidad en el muro norte, lo que propició la reforma de 1875. Las obras también pudieron afectar al arco triunfal que aparece imperfectamente doblado y ajustado a las pilastras que lo soportan. El arco fajón de la nave se construyó en 1707, según señala Cosmen Alonso. El hemiciclo absidal se cubre con una bóveda de cuarto de esfera ligeramente peraltada sobre imposta biselada flanqueada en sus extremos por dos toscos canecillos decorados con cabezas de animales, de idéntica factura a los del alero exterior. Esta parte parece haber sufrido también alguna modificación pues existe actualmente un pequeño desajuste en la unión con la bóveda del presbiterio. A media altura del muro corre una imposta en la que alternan bolas y billetes, y bajo ella dos credencias formadas por arcos de herradura de distinta luz y peralte. El trazado de estos arcos, lo mismo que el de la portada septentrional y la ventana del ábside, así como el fragmento de un canecillo de forma discoidal decorado con radios que está recogido en la sacristía, son indicios de un evidente arcaismo que hay que relacionar con el eco de un legado artístico prerrománico. En este sentido hay que pensar que en una zona como ésta, en la que tan arraigada estaba la herencia artística prerrománica (Santiago de Peñalba, San Pedro de Montes y Santo Tomás de las Ollas), debió de ser relativamente frecuente la fusión de elementos inspirados en dicha tradición con las nuevas formas constructivas románicas. Topamos así con ejemplos inerciales como éste en los que se hace patente la intervención de canteros locales que desarrollaron su trabajo profundamente mediatizados por fórmulas ancestrales. Pensamos por lo tanto que la iglesia de Santa María de Vizbayo pudo muy bien construirse en la primera mitad del siglo XII, antes de 1151 en que aparece la primera referencia documental de la misma.