Identificador
33695_01_026
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 10' 59.41" , -5º 49' 22.47"
Idioma
Autor
Maximino Pando Macías
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Martino
Municipio
Lena
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SAN MARTINO se ubica en el lugar del mismo nombre de la parroquia de Villallana, emplazado en un terreno muy accidentado, de fuertes pendientes, en una de las últimas estribaciones de la sierra del Aramo. Este lugar aparece nombrado como San Martino de Gárgara a finales del siglo XII y así constará en los siglos XVIII y XIX, aunque esta última denominación no se conserva en la actualidad. El templo de San Martino tenía una sola nave rematada en un ábside semicircular, y es posible que estuviera orientada hacia el oeste, como en la actualidad, aunque el edificio sufrió numerosas reformas a lo largo de su historia. Una de ellas tuvo lugar en el siglo XVII, aunque la más importante fue la de 1893 durante la que se transformó la totalidad del templo, perdiéndose y alterándose buena parte de la fábrica original románica. De ella solamente se conservan in situ los muros norte y sur de la nave, sobre los cuales se levantó una pared más estrecha que tiene varios óculos realizados con ladrillo macizo rojo, material que se encuentra con frecuencia en otras partes reformadas de la iglesia. Además, el edificio fue objeto de una prolongación hacia el lado este, hecho que se puede comprobar también al exterior, derribando el anterior muro románico y construyendo uno nuevo que soporta la gran espadaña añadida. En la reforma, el ábside se trasladó más al Oeste, se introdujeron dos capillas laterales que forman los dos brazos del esquema cruciforme actual, y, adosadas a esas capillas, se construyeron otras dos estancias para sacristías. Al exterior, en la parte norte, se halla un arcosolio de difícil datación. El muro del Este no se conserva y no tenemos noticias de ninguna portada en esta posición, aunque hay que tener en cuenta que en la parroquial actual y anteriormente capilla del hospital, se alza una de características románicas, que puede proceder de San Martino. Esta puerta consta solamente de una arquivolta que aparece sin ornamentación y reposa en dos impostas, decoradas con puntas de clavos, y éstas, a su vez, directamente sobre las jambas sin columnas intermedias. La nave de la iglesia tiene en el lado norte dos saeteras y en el lado meridional una más, que se situaba junto a otra portada. Esta última cuenta con dos roscas sin decorar que descansan sobre una columna acodillada a cada lado, la exterior, y directamente sobre las jambas, la interior. Por encima se encuentra un tejaroz que reposa en seis canecillos, entre los cuales pudieron hallarse metopas, aunque en la actualidad solamente se conserva la central. La decoración de uno de los capiteles de esta puerta monumental consiste en una fila de hojas lanceoladas, que se combinan con volutas en los ángulos, encontrándose una pieza muy similar en Santa Eulalia de Selorio y en San Salvador de Fuentes (Villaviciosa). En la cesta de la derecha, que cuenta con paralelos en San Esteban de Aramil (Siero) y Santibáñez de la Fuente (Aller), se disponen ramas de palma, dos de ellas enlazadas en las esquinas sujetando una bola. De los canecillos de la portada, dos se decoran mediante rollos, otros tantos están formados por numerosas bolas que se agolpan en el centro y además, en uno de ellos, se encuentra un cuadrúpedo que parece que perdió la cabeza. Otra ménsula del mismo lugar se decora mediante una serie de rectángulos superpuestos y concéntricos, lo que hace que la pieza adquiera forma piramidal. Por encima de la portada, y separados de la misma, aparecen empotrados en el muro tres canecillos, uno de ellos se decora con lóbulos y otro con una cabeza de rasgos muy desdibujados actualmente. Al lado de este último se localiza una ménsula en la que se encuentra el tema de El Buen Pastor, que se representa mediante una figura más bien torpe y desproporcionada, pues tiene una cabeza muy grande, sin cabello, y unos ojos amplios y expresionistas. Con los brazos, que no se conservan, sujetaba el cordero situado a la espalda y cuyos rasgos también han llegado a nuestra época completamente deformados. El Buen Pastor llevando el cordero significa el pastor, alegoría de Jesús, que salva al cordero, alegoría del alma cristiana, representándose frecuentemente en los sarcófagos y en las pinturas de las catacumbas paleocristianas. El ábside es semicircular y está precedido por un tramo recto, que tiene la misma anchura del hemiciclo y sigue su misma línea. Cuenta con una cornisa, que se apoyaba en canecillos, muchos de ellos desaparecidos, puesto que fueron retirados por obscenos y sustituidos por otros durante la reforma de finales del siglo XIX, llegando de esta manera hasta nuestros días. Una parte de los canecillos que podemos ver actualmente data de aquella época, pero existe otro grupo que plantea más dudas en cuanto a su originalidad, ya que, si bien presentan una iconografía que se repite en la zona de Lena, Mieres y Villaviciosa, el estado de conservación de la talla, sorprendentemente bueno, hace pensar que se trate de copias de los modelos originales. Entre los temas geométricos del primer grupo hay que citar los rollos, muy difundidos en la zona y en general en el románico peninsular, y los rectángulos escalonados, estos últimos adornados además con una flor de seis hojas, igual que en otras iglesias, por ejemplo, Santa Eulalia de Ujo y San Andrés de Ceares. Entre los repertorios figurativos hay que citar una cabeza grotesca, de carácter expresionista, que tiene unos ojos muy grandes, al igual que su boca, de la cual pende una larga lengua, con un significado diabólico, muy en la línea del temor que acechaba las mentes de época medieval. También se localizan una calavera y un hombre desnudo con un falo de exageradas proporciones, la única imagen obscena que se conserva. Entre los canecillos de origen dudoso destacan las representaciones de una figura humana que sostiene un barril sobre los hombros, que puede simbolizar a un borracho. Su cuerpo aparece apenas dibujado con unas líneas básicas, tiene una cabeza muy grande y unos brazos muy largos, sorprendiendo el detallismo con el que se ejecuta el tonel. Este tema se repite con frecuencia en el románico español; entre otros lugares, lo encontramos en La Rebollada (Mieres), en Santibáñez de la Fuente, en Santo Tomé de Zamora, en Nuestra señora de Villarmún (León) y en San Martín de Hoyos (Cantabria). También se representa el tema del contorsionista, que apoya sus manos y la barbilla en la base del can y vuelve las piernas hacia delante, situando sus pies en la cabeza. El acróbata aparece vestido con una túnica ceñida hasta los pies, ajustada a la cintura y a las piernas. Es una figura muy desproporcionada, teniendo en cuenta que la cabeza es muy grande en relación con el cuerpo, del mismo modo que los pies respecto a las manos. Tanto el acróbata como el borracho formaban parte de las fiestas populares y no eran bien vistos por los eclesiásticos que, no obstante, permitían ocasionalmente las fiestas, como el carnaval, vía de escape en la dura vida cotidiana del hombre medieval. Un canecillo representa un monje sentado con un gran libro abierto en su regazo y vestido mediante una túnica que cubre su cuerpo y una parte de su cabeza a modo de capucha, dejando ver la tonsura. Se trata de una referencia al estamento eclesiástico, pues el libro alude a la Biblia, que contiene la palabra viva de Dios confiada a la custodia e interpretación de la Iglesia, y que además simboliza la cultura, que en estos momentos monopolizaba este estamento social. Un modelo similar, aunque con la cabeza tapada completamente, se repite en La Rebollada, en San Esteban de Aramil y en Sotillo de Boedo (Palencia). Otro tema integrado en un canecillo es una pareja, que se representa de cintura para arriba, realzando el vientre de la mujer en posible alusión a su embarazo. Este tipo de iconografía se encuentra también en Narzana (Sariego), La Lloraza y Amandi (Villaviciosa), y fuera de Asturias en Moarves (Palencia) y en las iglesias zamoranas de San Claudio de Olivares, San Cipriano y Santiago el Viejo. En otro canecillo se encuentra una figura humana, que aparece con las manos en el abdomen y la cabeza orientada hacia arriba en actitud de oración. En el interior de San Martino, la nave se cubre con armadura de madera, como pudo suceder casi con seguridad en época románica. En el lado meridional se encuentran dos saeteras con derrame interno y al Sur otra, acompañada de la portada del mismo lado. Pudo existir un arco de triunfo, puesto que al lado de la portada se ubica una pila de agua bendita realizada seguramente a partir de un capitel, que bien pudo situarse en esta parte desaparecida. Esta pieza se compone de una fila de hojas de acanto y otra de volutas, asemejándose a varias piezas de San Antolín de Sotiello y Santa María de Arbas. La cabecera en el interior se conserva totalmente transformada. En primer lugar se halla una bóveda de cañón lisa, y después una cubierta en cuarto de esfera, a la que fueron añadidos en el siglo XIX nervios, que a su vez reposan en columnillas. En la última restauración de los años 80 y principios de los 90 se aplicó a estos muros la capa de pintura azul que los cubre actualmente. En cuanto a los signos lapidarios, únicamente se encontró una M, localizada además en Sotiello, Ujo, Serrapio y Valdediós.