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Identificador
49800_01_088
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 31' 20.95'' , -5º 23' 15.00''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina

Localidad
Toro
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SE ENCUENTRA SITUADA al naciente de la ciudad en uno de los radios vertebradores del tercer ensanche, al que da nombre. Surgió como núcleo aglutinante de una de las pueblas distribuidas en torno al segundo recinto amurallado, impulsadas por Fernando II de León tras la infortunada separación de las Coronas de Castilla y León con el propósito de acrecentar esta ciudad fronteriza y contando con la colaboración de órdenes militares, como la de Alcántara, y de otras instituciones eclesiásticas. Su arrabal estaba consolidado en días de Alfonso IX y al tránsito del siglo XII al XIII se remontará el origen de la iglesia, que quedó bajo dependencia de los comendadores de Roncesvalles, de donde llegarían sus primeros feligreses. A su primitiva advocación, ecclesia sante Marie de Roncidaualde, con que figura relacionada en el concierto que en 1344 suscribieron franciscanos y dominicos para repartirse los púlpitos de cuarenta iglesias de la ciudad, se le prendió después el de Santa Catalina de Alejandría por la importancia que su culto alcanzó en ella desde el siglo XIV. Como casi todos los templos toresanos coetáneos se fabricó en estilo románico mudéjar, pero las reformas promovidas a lo largo de la Edad Moderna fueron de tal magnitud, que hoy resulta imposible incluso reconocer su planta original, que probablemente fue de una nave con cabecera cuadrada, coincidente con la central del templo actual, a juzgar por los pequeños pero reveladores indicios que subsisten de la antigua fábrica. Uno de ellos es el arranque de la torre hasta el asiento de la espadaña moderna, implantado ante el hastial de poniente, de base rectangular y tapias terreras sobrepuestas sin rafas, chapado al exterior en sillería caliza y ladrillo para atajar la erosión de tan deleznable aparejo, semejante a los torreones de la Trinidad y de Santo Tomás Cantuariense. Otro testimonio aún más claro se encuentra a la derecha de la entrada actual del templo, apenas perceptible desde su cabildo tras un socalzo moderno, pero identificado por su cara interior al efectuar el año 2000 unas obras de consolidación que obligaron a ocultarlo de nuevo; se trata de un muñón del antiguo alzado meridional aparejado en ladrillo del mismo marco que el del templo del Salvador y llagueado a doble bisel con el fino mortero característico. A este costado se le adosó después una capilla con puerta al exterior, hacia poniente, que Gómez-Moreno consideró del siglo XIII, pero su reconocimiento y contrastación con otras gemelas de los reales monasterios de Sancti Spiritus y de Santa Clara, en la propia ciudad, no avala precisamente tal datación, pues éstas se voltearon con certeza en el primer tercio de la centuria siguiente; además, son del XIV los tres lucillos y sarcófagos góticos descubiertos hace treinta años en tal capilla, que debió surgir con fines funerarios. El arco en cuestión, ejecutado en arenisca salmantina, es agudo, doblado y sin clave; arranca de impostas achaflanadas enlazadas con la guarnición del trasdós, modulada de igual forma y hoy repicada; un escarzano facilitaba el giro de las hojas de la puerta con quicialeras de piedra. Sus techumbres y cuantos bienes muebles albergaba perecieron en un incendio acaecido el 13 de abril de 1957; en 2000 concluyó su reconstrucción y ahora acoge los pasos procesionales de Semana Santa.
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