Pasar al contenido principal
x

Interior

Identificador
09370_01_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 46' 40.05'' , - 3º 40' 58.79''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita del Cristo de Reveche

Localidad
Gumiel de Izán
Municipio
Gumiel de Izán
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LOPERRÁEZ HABLABA DE UN MONASTERIO de San Lorenzo y Santa Eugenia de Gumiel, incorporado por Fernando I y su mujer doña Sancha al cenobio de benitos de San Pedro de Arlanza en 1042, intuyendo Serrano que podría tratarse del mismo lugar conocido como Reveche, estando “entre el valle del lugar de Rebeche, que hoy está despoblado, y el valle que sube desde Gumiel al de Villalvilla, que dice puesto en castellano, que sus términos son desde el vado hasta el molino del prado, y del molino hasta la laguna, y desde el valle hasta el otro valle, y desde este hasta el camino de carros que va al lugar de Tremello, hoy despoblado, y desde el prado enteramente hasta la fuente, con todo el monte, y desde el camino carretero de Tremello, hasta el que vá al lugar de Uquillas, hasta pasada la loma, y desde la otra parte desde el huerto de Santa Eufemia, hasta el camino que vá á Piniella. Cuyo término quedó subordinado al Monasterio de Arlanza, con todas sus entradas y salidas, pudiéndose creer guardaba la misma regla, y que era de su filiación, sin que haya mas memoria de dicho Monasterio, que la que demuestra una ermita que se edificó con el título de S. Lorenzo en un cerro inmediato al sitio que ocupó”. De 1044 data otro diploma por el que Fernando Gustios ofrecía a Arlanza sus propiedades en varias localidades de la merindad silense: in illo molino de Pinellos; et in Revege mea divisa cum suo solare; et Villa-Alviella et in Espinosa et in Gomel-deizam,... De 1092 es otro documento por el que doña Mayor cedía a Arlanza sus posesiones en Revegge. Del extenso despoblado de Reveche sólo ha sobrevivido la ermita del Cristo -aunque dentro de los pagos de Gumiel de Izán, en lo eclesiástico pertenece a Oquillas-, emplazada sobre el altozano que ha conservado restos románicos de cierto interés. Accedemos desde un camino perfectamente practicable que arranca tras superar el curso del Gromejón por el puente de la vieja N-I en dirección norte. La ermita dista unos 4,5 km de Gumiel de Izán, emplazada a unos 200 m al oeste de la vía férrea Madrid-Burgos (km 201,9), dominando la línea de páramos circundantes. Hasta la misma se celebran un par de romerías anuales: para San Quirce en junio y para la Cruz en septiembre. La ermita presenta una única nave litúrgicamente orientada con ábside semicircular de tres paños pautados -el central perforado con una ventada de medio punto abocelada y cegada- mediante columnas adosadas que se alzan hasta un alero liso, correspondiéndose con sencillas cestas de acantos. Las columnas parten de un podium que arranca de un zócalo baquetonado muy erosionado. Entre los canecillos del alero podemos distinguir un barrilillo, una flor tetrapétala inscrita en el interior de un círculo, pencas y acantos acogiendo bayas. Hacia el norte y el sur se disponen sendos ámbitos modernos, más antiguo el septentrional con acceso desde un vano adintelado, alberga tres estancias cubiertas con cielo raso en cuyos muros se reaprovecha aparejo medieval, penetrando en la habitación oriental alcanzamos a ver el renegrido paramento románico original del muro norte que alberga varios mechinales. En la obra del templo se utilizó aparejo de gruesa sillería procedente de la paramera, reservando toba más liviana para el hastial de occidente (perforado por un ventanal de medio punto). Hacia el siglo XV, una sacristía de planta cuadrangular y cubierta con bóveda de cañón apuntado, fue añadida al costado NE (hacia oriente presenta saetera rasgada). Hacia mediodía tiéndese un pórtico del siglo XX que -a juzgar por una basa superviviente- parece haber sustituido a otro atrio del XVIII. En el interior del mismo se halla una interesante portada románica, avanzada sobre el muro, es de medio punto y cuenta con tres arquivoltas ornadas con baquetón, rudas pencas, gruesas puntas de diamante y triple bocel que apoya sobre impostas, capiteles de acantos y semicolumnas acodilladas que en su lateral derecho acogen una aguabenditera orlada con triángulos incisos. La portada queda rematada por una chambraba nacelada y coronada con alero de canes nacelados. Enjalbegada y policromada con bermejas rosetas en sus dovelas, a juzgar por las improntas de labra, parece haber sido retallada de nuevo hacia los siglos XV o XVI. El interior del ábside se cubre con bóveda de cuarto de esfera, contando el presbiterio cuadrangular con bóveda de cañón y pinturas del XVIII que recrean burdos jarros de azucenas. El triunfal fue reforzado hacia el siglo XV, empalmando con una elevada nave rectangular cubierta con estructura de madera atirantada y reforzada con pares de jácenas. Hacia oriente es aún visible el triunfal románico de medio punto, enmascarado entre un sólido aparejo de sillería sobre el que vislumbramos una línea de cuatro canes nacelados sosteniendo un atípico paño. Tal vez el templo fue reformado en época tardogótica, a raíz de una modificación que afectó al cuerpo de un viejo campanario que se vino abajo. Sobre el tramo presbiterial se alza un campanario de planta rectangular con dos niveles que parece datar del siglo XVIII, abriéndose vanos de medio punto en el nivel cumbrero hacia norte, sur y oriente. Junto al acceso al coro alto se conserva una inédita pila bautismal de 110 cm de diámetro y 77 cm de altura cuya copa hemisférica se decora con arquillos ciegos de medio punto, apoya sobre peana troncocónica abocelada y basamento circular de 18 cm de altura. De la ermita del Cristo de Reveche salió el calvario que la presidió hasta 1976 (del mismo grupo fue robada la imagen de la Virgen), tallado en madera policromada, que ha sido datado hacia la segunda mitad de siglo XIV (vid. Lena Saladina Iglesias Rouco, en Las Edades del Hombre. El Arte en la iglesia de Castilla y León, Valladolid, 1988, p. 127).