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Figuras de la arquivolta interior

Identificador
19086_02_055n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 47' 7.79'' , -2º 37' 23.13''
Idioma
Autor
Ezequiel Jimeno Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de El Salvador

Localidad
Cifuentes
Municipio
Cifuentes
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
ESTA IMPORTANTE IGLESIA PARROQUIAL fue construida a mediados del siglo XIII a petición de doña Mayor Guillén de Guzmán, cuando su amante don Alfonso X el Sabio le donó los poderes de la villa. Se trata de una iglesia de planta gótica, tanto en su interior (bóvedas), como en el exterior (torre y distribución de las naves), pero con elementos de un románico de transición de gran importancia, como los que se aprecian al exterior en la portada abierta en el muro de poniente, llamada portada de Santiago. Dicha portada se realizó, posiblemente, entre los años 1261 y 1268, cuando el obispo de Sigüenza, don Andrés, ocupaba el máximo cargo eclesiástico en la cátedra seguntina, y cuya imagen se ve representada en una de las arquivoltas. Al interior, el templo de El Salvador tiene planta basilical con cinco tramos y tres naves, siendo la central más alta y ancha que las laterales, separadas por columnas, con arcos apuntados y bóvedas de crucería en cada uno de sus tramos. Durante la elaboración de esta Enciclopedia se visitó la iglesia y se pudo comprobar las labores de restauración del interior de la misma, que están dejando al descubierto parte de los primeros tramos, donde se ha podido sacar a la luz la anterior traza gótica, con pilares cilíndricos y su original basamento, columnas adosadas que remataban con capiteles muy trabajados de temática foliácea y con parte del triforio gótico restaurado. La capilla mayor, cuya bóveda es de casquete de esfera, también ha sido restaurada, y se ha podido recuperar parte de sus vanos centrales, que estaban cegados. A los pies de la iglesia se encuentra el coro alto, coronado por un gran rosetón gótico, y a los lados, en las naves laterales, una serie de capillas que se han ido abriendo con el paso de los tiempos y que son de distintas épocas y estilos. En la nave del evangelio se abre la capilla bautismal, con bóveda de crucería; conserva una pila románica en su interior que también ha sido restaurada y que describiremos más tarde. El conjunto de la portada abierta en el muro de poniente es uno de los más interesantes de toda la iglesia de Cifuentes. El amplio desarrollo de sus arquivoltas y el programa iconográfico han hecho más acentuado su abocinamiento interior, dando como resultado uno de los ejemplos arquitectónicos más importantes del románico alcarreño. La amplitud de sus ocho arquivoltas hizo que sobresalieran del cuerpo de la fachada. En ellas se combinan trazos rectos y curvos, en forma de aristas y boceles, que se compenetran armoniosamente en todo el dibujo de la semicircunferencia de los arcos. Las molduras de las arquivoltas se enlazan casi unas con otras, pero se diferencian tres de ellas por su muy significativa decoración: la segunda arquivolta, con representación de motivos figurados; la intermedia, con decoración de puntas de diamante, y la chambrana exterior que enmarca el conjunto, también representada con diversos motivos escultóricos. Remata la portada una cornisa con canecillos de modillones de rollo, y en este mismo lado de poniente un rosetón gótico en su media altura. Todas las arquivoltas descansan sobre columnas adosadas de fuste liso y cilíndrico, con doble cuerpo de plinto elevado del suelo y collarino punteado. Rematan las columnas unos capiteles figurados, excepto la chambrana, que lo hace sobre el propio muro de la fachada, separados por un definido ábaco que recorre, a modo de imposta, todo el lienzo exterior desde fuera hacia la arquivolta interior. En cuanto al significado iconográfico de la portada, se puede hablar de su influencia francesa. Autores como Herrera Casado señalan su zona de influencia en la región de Poitiers y la Borgoña. El tema representado, según Herrera, es el de la Psicomaquía, que desarrolla una batalla dentro del alma entre la Fe y la Idolatría. Sea o no este el tema, lo que sí está claro es que la iconografía representada diferencia claramente dos mundos, el de la fe cristiana (con figuras caracterizadas por bienhechores, peregrinos, miembros de la iglesia, etc.) y el de la maldad y lo diabólico (demonios y figuras deformes, que contrastan claramente con las de buena fe). Enfrentar estos dos mundos es un tema propio del románico, y situarlos en los arcos, tímpanos o lienzos de las portadas de acceso, tanto por su papel funcional como simbólico. Es un lugar privilegiado, porque tanto quien entra como quien sale se ve atraído por su misterio, fascinado por su terrible belleza o aterrorizado y reconfortado por su enseñanza. Según su distribución, empezaremos la descripción iconográfica por la arquivolta exterior. En la margen izquierda y desde abajo se representan los miedos, vicios y pecados de los hombres que se dejaron arrastrar por las pasiones, por lo que recibieron un justo castigo en el infierno. Comienza la composición con una figura diabólica deteriorada. En el mismo sentido le sigue un diablo desnudo, con cuernos, que sostiene entre sus manos un instrumento que termina en forma de anilla. Sigue un diablo igual que el anterior (con ojos y boca abiertos); una figura que representa un monstruo que intenta sacar la cabeza al exterior, y cuyas patas o garras sujetan una máscara burlesca y deforme que saca la lengua, y, por encima de ella, el rostro de una figura con rasgos negroides; una figura demoníaca desnuda, que lleva las manos a sus partes íntimas, con rostro de ojos y boca grandes, intentando quizás representar algún vicio; un demonio en actitud sedente, con amplia cornamenta, que sujeta entre sus prolongadas fauces un animal antropomorfo; una diablesa pariendo en actitud grotesca, desnuda, con los pechos al descubierto y sujetando entre sus garras una máscara de ojos saltones y boca que enseña la lengua de forma burlesca (por encima de la diablesa pariendo aparece una figura o busto hacia abajo con los brazos partidos y llevándose las manos hacia la boca en intención de hacer burla). La representación de las virtudes la integran personajes venerables que fueron capaces de vencer a los vicios y al pecado. Una figura femenina, ataviada con vestido en forma de pliegues y con corona sobre su cabeza, que se ha identificado con la reina doña Beatriz, hija de doña Mayor Guillén, promotora del templo. Los siguientes cinco personajes, de igual talla, se realizaron posteriormente, en una restauración, y son de figuras femeninas: una mujer con vestimenta típica, gorro y bastón entre sus manos; un personaje masculino que aparece en actitud orante, de rostro serio, y sujeta un bastón de mando (posiblemente se relacione con algún mandatario de la villa); una figura masculina, identificada con un peregrino, hombre cristiano que recorre grandes caminos para llegar a la fe (se le representa con bastón y sombrero); un personaje relacionado con la iglesia, bendiciendo, con báculo y con mitra recubierta de joyas (se le ha identificado con el Obispo Andrés de Sigüenza, pues la placa que hay sobre él nos revela su identidad: ANDREAS EPS SEGONTINUS); finaliza la representación de las virtudes con una pareja de hombre y mujer que apoyan sus manos sobre un atril y que representan el ejemplo de matrimonio cristiano que, venciendo los vicios y las pasiones lujuriosas, logran vivir en perfecta armonía. Siguiendo la distribución de fuera hacia dentro, la siguiente arquivolta, la interior, representa nueve escenas, que muestran las figuras de los doce apóstoles dispuestos en parejas, y de tres ángeles que los flanquean. En la primera escena se aprecia a San Pedro y San Pablo con sus atributos tradicionales: las llaves del paraíso y la espada. En cuanto a la composición de los capiteles, han sido recientemente restaurados como el resto de la portada, y, aunque siguen deteriorados, permiten entrever algunas escenas. Los del lado izquierdo combinan tanto los seres monstruosos, que aparecen en el primer capitel, como otras escenas más lúdicas: un personaje ecuestre o una pareja besándose. En el quinto aparecen tres figuras que pudieran ser monjes por la actitud procesional de llevar las manos hacia dentro y las vestimentas. El capitel que coincide con la arquivolta de los apóstoles está decorado con una cesta foliácea, de hojas superpuestas. Y el último de ellos, que coincide con la jamba interior, representa una escena de la Adoración de los Reyes Magos, con éstos en la parte externa y la Virgen con el Niño y San José en la parte interna. El primer capitel del lado derecho, siguiendo por la parte interna, representa la escena de la Anunciación de Jesús: el arcángel se presenta ante la Virgen para anunciarle la buena nueva, y la Virgen le muestra las palmas de sus manos abiertas en señal de afecto al poder divino. Continúan otras escenas de monstruos, de personajes masculinos y femeninos. El cuarto capitel representa una disputa popular entre hombres. El siguiente tiene decoración vegetal y muestra en el ángulo una cabeza saliente de forma monstruosa. Continúa otro capitel con varias cabezas monstruosas de ojos grandes y actitud burlesca, y el último de este repertorio tiene decoración vegetal similar al descrito anteriormente. En cuanto a las representaciones que aparecen en la línea de imposta y que se alargan desde la portada hacia los laterales de la fachada, son temas relacionados con los castigos que ejercen las figuras diabólicas y monstruosas del infierno sobre aquellas personas que no siguen el camino de la pureza y la pasión de Cristo. Se representan mediante bestias deformes y animales antropomórficos: aquí el visitante puede comprobar cuál es el destino que le espera si comete los pecados. Comenzando desde la izquierda de la fachada, en la esquina, se abre una gran boca de la que sale una figura de ave con las fauces abiertas, y hacia el otro lado salen dos serpientes enroscadas que van a morder a un hombre por los pies, del cual parece colgar una bolsa con monedas (escena que puede representar el pecado de la avaricia). Continúa una figura curiosa con un hombre agachado en posición defecadora (en la Edad Media este acto era considerado de lo más repugnante, y se utilizaba para burlarse de cualquier tipo de actitud de la vida social que quisiera ser malintencionada, como ocurre aquí con el tema de la sexualidad llevada a su extremo más ordinario). Siguen dos figuras desnudas que se disputan el alma de un pecador cubierto con una túnica. Luego una gran boca en actitud de comerse a un condenado. Aparece, más tarde, una pareja de amantes desnudos y abrazados que están a punto de ser devorados por una gran boca, pagando así por el castigo que están cometiendo. Vienen luego una representación de figuras demoníacas y una figura monstruosa, de grandes mandíbulas, que devora a otra más delicada e indefensa (puede relacionarse con la representación de las bocas del Leviatán, que, según los comentaristas bíblicos, aluden directamente al demonio). El lado derecho continúa por el primer capitel interior: sobre el capitel de la Anunciación y los siguientes, se representan temas vegetales, flores de lis y diferentes tipos de hojas, entre las que se mezclan figuras humanas. Personajes antropomórficos que parecen enfrentarse con sus cabezas. Una figura alargada que representa un diablo que sostiene en la mano una máscara de facciones amables, con intención de ponérsela sobre su rostro y así poder engañar a los hombres haciéndose pasar por un hombre bueno. Finaliza el conjunto de la imposta con dos figuras muy esquemáticas que parecen ser dos monstruos, con grandes garras, en acción de enfrentarse. Una vez descrito el conjunto iconográfico de la portada de Santiago, hay que decir que la otra puerta, la de acceso actual a la iglesia, se encuentra en la panda meridional, y su traza es del siglo XVII, de gusto neoclásico, con arco de medio punto enmarcado en un frontón con columnas de fuste acanalado. La torre situada entre ambas puertas, en la esquina del templo, es también posterior a la etapa románica, del siglo XV y de estilo gótico. El templo tuvo en sus inicios una cabecera tripartita, con tres ábsides, de los cuales sólo queda el central, de estilo tardorrománico, con seis lados, contrafuertes en los ángulos y con tres de sus vanos recuperados, y que al exterior son de clara influencia gótica, alargados y estilizados, con doble arco de medio punto decorado con puntas de diamante. En una de las capillas laterales de la nave del evangelio se encuentra la pila bautismal del templo, de estilo románico, del siglo XIII. Construida en piedra, la pila sigue el modelo de decoración de arcos de medio punto que forman gallones de traza muy sencilla (habituales en este tipo de pilas, con una amplia copa en relación a su base, que es muy estrecha). El diámetro de su copa es de 123 cm, y tiene 100 cm de alto con respecto al nivel del suelo. La superficie es muy lisa, está decorada con arcos de ligera incisión, con gallones poco pronunciados. Su basa es muy corta y apenas tiene fuste de unión, muy poco pronunciado también.