Santa Maria de Rúbies
Santa Maria de Rúbies
En el despoblado de Rúbies, junto a un reducido número de viviendas derruidas, se sitúa el templo dedicado a la Virgen María. Como muchos otras del territorio figura incluido en 1095 en la relación de iglesias pertenecientes a Santa Maria de Meià, en la donación que entregaba al convento el nieto del fundador, Ermengol, hijo de Guitard Guillem de Meià. Sin embargo, parece que la dependencia de este cenobio debió comenzar con la dotación inicial del mismo, realizada con anterioridad a 1040. Dicha subordinación se confirmaba de nuevo en un escrito fechado en 1137, en el cual se cita que el monasterio de Meià poseía la capilla situada en el castillo de Rúbies. No hay constancia de que la iglesia de Rúbies aparezca en más documentos hasta que Roig i Jalpí comenta en su texto de 1668 que “Nuestra Señora, en el Castillo de Rubies, antiguamente era parroquial”.
Es un edificio de reducidas dimensiones que consta de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y estructurada en dos tramos delimitados por un arco fajón y las pilastras en las que se apoya, y un ábside semicircular de menor anchura, que fue sobrealzado con posterioridad hasta sobrepasar en altura a la nave, como se pone claramente de manifiesto en el exterior. Como consecuencia del desnivel del terreno donde se asienta, el eje de la iglesia está desviado hacia el Noroeste.
En la cabecera se halla la única decoración arquitectónica de los paramentos, se trata de un ornamento formado a base de dos lesenas de piedra toba, que se apoyan sobre un zócalo de 1 m, las cuales configuran tres entrepaños coronados por sendos frisos de cuatro arquillos ciegos realizados con el mismo material. El friso del Sureste, aunque ha dejado marca de su existencia, no se ha conservado. En el entrepaño central se abre una ventana con arco de medio punto de piedra toba y doble derrame, cegada parcialmente en el interior. Sobre los arquillos ciegos hay una hilada de finos sillares de arenisca encima de los cuales se apoyan los restos de la moldura de piedra toba que soportaba la cornisa. Cuatro mechinales se distribuyen alineados horizontalmente a la altura de la ventana. El ábside presenta un estado de conservación preocupante a causa de la existencia de una grieta, que se inicia en el cuerpo añadido superior, y que lo atraviesa verticalmente por su entrepaño central atravesando la ventana Asimismo, ha desaparecido buena parte de la lesena sur y el lado norte del zócalo ha sido zafiamente reparado utilizando cemento.
La existencia de una vivienda adosada al costado de mediodía hace imposible el determinar la fisonomía del paramento en dicho lado. El muro septentrional, que se sitúa al borde de la ladera, es totalmente liso y su monotonía tan sólo es interrumpida por la presencia de unos mechinales. A la fachada oeste, la cual queda elevada respecto el nivel del suelo, se accede por unas escaleras que dan paso a una terraza que llega a una sencilla puerta con arco de medio punto que se apoya sobre unas jambas cuyos sillares están dispuestos a soga y tizón, y que presenta claras evidencias de haber sido toscamente reparada en fechas recientes utilizando para ello, desgraciadamente, cemento. Se culmina el frontispicio con una espadaña muy dañada que estaba formada por un solo vano.
En el interior, que actualmente se utiliza como refugio de pastores y senderistas, el cuerpo absidal, cubierto con bóveda de cuarto de esfera, se encuentra elevado respecto a la nave, desnivel que se salva por medio de unas escaleras de cuatro peldaños y se integra en la nave mediante un arco absidal que facilita la transición entre la diferente anchura de ambos espacios. Los paramentos interiores de la cabecera están recubiertos de decoración pictórica de época barroca. En unas fotografías de 1922 se pueden contemplar mejor dichos restos pictóricos, que en la actualidad están mutilados, además de un retablo de la Virgen que cegaba la ventana del presbiterio, y un frontal de altar moderno. En la esquina noreste son visibles los restos de la base de un confesionario y en el lado opuesto, en la cuenca absidal, se abre un vano que se utilizaría como credencia.
En el tramo central del muro sur existe otro orificio cuadrangular que, a modo de altar, podría albergar un santo o serviría para dejar ofrendas. A los pies de la iglesia se eleva el coro que se construyó, posiblemente en época barroca, y con motivo de lo cual se abrió un óculo en la fachada occidental. Se accede al mismo por unas escaleras situadas en la esquina suroeste. Recorre la base de las naves laterales un banco irregular, solamente interrumpido por las pilastras del arco fajón. Además de las pinturas ya mencionadas, el resto de paramento presenta una capa de revoco oscurecido por hogueras encendidas en el interior.
El material de construcción es sillarejo de arenisca dispuesto en hiladas ordenadas, sillar de mayor tamaño en los ángulos y piedra toba más pequeña y mejor trabajada en ciertas partes del ábside, como en las lesenas, arquillos y ventana. En la techumbre del ábside se conservan restos de las losas que cubrirían la totalidad del edificio y que han sido sustituidas por tejas.
Finalmente, cabe señalar la existencia de una pila bautismal y una pila benditera al Oeste. La primera está encastrada en el muro sobre un pie rectangular, de factura muy tosca y la otra está dispuesta al lado del primer peldaño de acceso al coro, adosada al muro de la pared que esconde las escaleras, también de factura muy tosca y sobre un pie poligonal.
La iglesia de Santa Maria de Rúbies se ha ubicado cronológicamente dentro del siglo xi por su técnica constructiva y la decoración del ábside a base de arquillos ciegos y lesenas. Las reformas posteriores podrían haber sido realizadas en el siglo xvii o el xviii.
Texto y fotos: Raquel Cardona Segura - Planos Albert Reig Florensa
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 340-341; Roig i Jalpí, G, 1668, p.107; Vidal sanvicens, M., López i Vilaseca, M., 1984, pp. 486-487.