Castillo de Sant Iscle de Vidreres
VIDRERES
Vidreres es un municipio situado en el Noreste de la comarca de la Selva. Limita con las poblaciones de Sils, Caldes de Malavella, Tossa de Mar, Lloret de Mar y Maçanet de la Selva. El origen toponímico de Vidreres proviene del latín Vitraris (horno de vidrio) con el que se designaba esta población en el siglo x.
La primera referencia al lugar la encontramos en el año 1001, cuando los condes Ramon Borrell y Ermessenda donan a Seniofred, vizconde de Girona, un alodio de Lloret. Existe un documento que confirma que, en 1066, existía ya la parroquia de Vidreres.
La jurisdicción del territorio pertenecía a los vizcondes de Cabrera, con sede en el castillo de Sant Iscle. Las últimas noticias del castillo se remontan a la guerra de los Remensa, cuando los campesinos lo ocuparon brevemente.
Castillo de Sant Iscle de Vidreres
En un cerro muy próximo a la población de Vidreres se levantan los vestigios de lo que fue antaño el castillo de Sant Iscle. Su silueta es visible desde la carretera y varios puntos del entorno, dominando el perfil boscoso de la llanura del municipio. Se llega por la carretera C-65, saliendo de Vidreres en dirección a Llagostera. El acceso al recinto se hace a través de una pista forestal de fácil circulación hasta el tramo final, de más pendiente, que se tiene que hacer a pie.
Las primeras noticias que tenemos sobre el castillo de Sant Iscle datan del 1194, cuando se produce un pacto entre el vizconde Ponç III de Cabrera y el rey Alfonso el Casto en que se hace referencia al Castrum Sancti Aciscli. La fortificación fue durante siglos la sede jurisdiccional del vizcondado de Cabrera en Vidreres, aunque fue temporalmente infeudado a los templarios en 1241. Se tienen noticias que en 1310 era residencia del vizconde Bernat I y de su mujer Elionor.
Se trata de un bastión defensivo de planta rectangular, rodeado por un foso del cual se conservan una torre circular, varios restos de la muralla principal y ruinas de las antiguas dependencias en su interior. Los muros están hechos de sillares de diferentes tamaños y corte irregular. Se trata de bloques de unos 35 cm colocados en hiladas regulares en las que podemos encontrar materiales basálticos de unos 10 x15 cm.
Se pueden diferenciar dos fases de construcción: la primera de los siglos xi-xiii y la segunda del siglo xiv. En el primero período debemos situar la torre y los muros adyacentes a ella; además se conserva de este momento una cisterna con cubierta abovedada, y la capilla castral de Sant Iscle y Santa Victòria. De la segunda fase datan los revestimientos colocados encima de antiguos muros, y las murallas en talud.
Las campañas arqueológicas que se han llevado a cabo entre el 2005 i el 2011 han permito datar con seguridad las diferentes fases de construcción y ubicar en el tiempo las diferentes dependencias que conforman el conjunto. En la última campaña se han excavado los silos, y en ellos se han encontrado materiales cerámicos interesantes que van del siglo xi al xvi. Cabe destacar el hallazgo de un plato decorado con la figura de un guerrero con un escudo, que pertenece al siglo xiv. La última campaña ha situado la cronología del recinto principal en el siglo xi. El hallazgo de un hogar en una habitación del Noreste de la fortificación ha permitido confirmar esta datación por sus características constructivas típicas del momento. A su vez, se ha podido constatar que en el siglo xvii el castillo aún no estaba abandonado; quizá sirvió todavía como refugio, en el mismo momento en que ya empezaba a derruirse.
Capilla de Sant Iscle i Santa Victòria
Es muy probable que la capilla existiera ya en 1194, cuando se documenta por primera vez el conjunto del castillo. En cualquier caso, la primera referencia explícita del templo data del año 1263, cuando las reliquias de sus santos titulares fueron trasladadas al monasterio de Santa Maria de Breda, bajo el mandato del vizconde Ponç IV de Cabrera.
El estado de deterioro del templo empezó ya en 1436, cuando se tienen noticias de que la capilla estaba en estado de ruinas y se autorizó otro traslado de reliquias, esta vez a la iglesia parroquial de Vidreres. En 1583 vuelve a reedificarse y se bendice nuevamente. Esta reforma se mantiene en pie hasta finales del siglo xix, cuando queda abandonada y destruida definitivamente.
La capilla de San Iscle y Santa Victoria era un recinto independiente de la fortificación, situada en el extremo de poniente, en un rellano de la montaña. En la campaña de excavaciones del año 2006 se actuó principalmente en la zona del templo. Estas intervenciones desvelaron su morfología y estructura, cosa que no se había podido solucionar hasta ese momento. Debía ser un modesto templo de una sola nave de planta rectangular, y un solo ábside. El aparejo está formado por piedras irregulares de la misma montaña, unidas con mortero de cal compacto. En algunas ocasiones los sillares están tallados toscamente por la parte exterior.
Hoy solo se conserva el arco del ábside, con una pequeña ventana de doble derrame, y algunos restos de los cimientos de la nave y particularmente del altar. La fortuna ha querido que esta parte, determinante para la identificación de la iglesia en el conjunto del castillo, se haya conservado integrada en las etapas sucesivas de la construcción.
Texto y fotos: Marina García Carbonell
Bibliografía
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