Santa María de Les Lloses
LES LLOSSES
El actual término de les Llosses, situado en el extremo sudoeste del Ripollès, está formado por tres municipios que fueron independientes hasta finales del siglo xx: les Llosses, Viladonja (agregado en 1974) y Palmerola (agregado en 1991). Esta circunstancia lo convierte, con algo más de 110 km2, en el municipio de mayor extensión de toda la comarca, si bien se trata de una zona de muy baja densidad de población, la cual se distribuye en pequeños vecindarios diseminados por todo el territorio, de entre los que destacan el de les Llosses –cabeza de municipio– y la colonia textil de la Farga de Bebié. El territorio destaca, especialmente, por el valor patrimonial y paisajístico de sus bosques, que ocupan un área superior al 60% de su extensión. El acceso se realiza desde la carretera C-26 que atraviesa todo el término y que lo une a Ripoll en 12 km.
Como consecuencia de su estructura administrativa, la historia de les Llosses es inevitablemente heterogénea. Sin embargo, al abordar el estudio del elevado número de templos de origen medieval localizados en el municipio, se revela un problema común: el de la escasez de documentación de época medieval conservada que permita comprender los procesos históricos en que se enmarca su construcción, problema que se ve agravado por el hecho de que, con el estallido de la Guerra Civil en el 1936, las iglesias fueron saqueadas y los archivos parroquiales quemados.
Estas iglesias están documentadas a partir de los siglos ix y xii, y diez de ellas conservan vestigios románicos visibles. Casi todas fueron reformadas entre los siglos xvii y xviii, momento de prosperidad económica que permitió la ampliación de los edificios: se alargaron las naves, se añadieron capillas laterales y se construyeron campanarios de torre que substituyeron las antiguas espadañas.
Para abordar su estudio y contextualización, resulta útil recurrir a la antigua división territorial y parroquial. Así, podemos dividir el municipio en tres sectores: les Llosses, Viladonja y Palmerola. En el primero de ellos, núcleo primitivo del municipio, están documentadas cinco parroquias de origen medieval, con sus respectivas sufragáneas: Santa Maria de les Llosses, Santa Maria de Matamala, Sant Esteve de Vallespirans, Sant Martí de Vinyoles i Sant Sadurní de Sovelles; todas ellas –a excepción de Sovelles– conservan templos con vestigios románicos. Las parroquias citadas tienen en común su pertenencia a la jurisdicción del antiguo castillo de la Guàrdia de Ripoll, la localización del cual se ha situado en el lugar que hoy ocupa el santuario de Santa Margarida de Vinyoles.
En el sector de Viladonja se cuentan hasta cuatro parroquias –Corrubí, Estiula, la Riba y Viladonja– dos de las cuales conservan restos de época medieval: Sant Esteve de la Riba y Sant Feliu d’Estiula. Por último, en el sector de Palmerola –que durante la Edad Media perteneció al obispado de Urgell– se documentan tres parroquias, dos de las cuales mantienen, aunque alteradas, las estructuras y morfología de las iglesias medievales: Sant Julià de Moreta y Sant Julià de Cosp.
Iglesia de Santa Maria
En el centro del pequeño vecindario de les Llosses, capital del municipio, se encuentra la iglesia parroquial de Santa Maria. El acceso se realiza por la carretera C-26, mediante un desvío situado entre los kms 179 y 180.
Las referencias documentales relacionadas con esta iglesia son prácticamente inexistentes para los siglos medievales, a excepción de aquellas que la cuentan entre las posesiones del monasterio de Santa Maria de Ripoll, ya desde inicios del siglo x y en las sucesivas confirmaciones de bienes del cenobio. También aparece citada en las listas parroquiales del obispado de Vic de los siglos xi y xii. Como el resto de los centros eclesiásticos localizados en el actual término de les Llosses, Santa Maria formaba parte de la jurisdicción del castillo de la Guardia, del que se tiene noticia desde principios del siglo xi.
En el plano arquitectónico, Santa Maria de les Llosses se define como un edificio de una única nave, cerrada con bóveda de cañón seguido y apuntado bajo una cubierta a dos aguas. Está rematada al Este por un ábside de planta semicircular, cubierto con bóveda de cuarto de esfera y precedido por un arco triunfal que delimita los espacios dedicados a los fieles y al culto respectivamente.
Probablemente, en origen la nave estuvo coronada por una espadaña a los pies, que fue substituida en el siglo xvi por el actual campanario de torre. Se trata de un cuerpo macizo de planta cuadrangular, en el que las únicas aberturas corresponden a los dos vanos de medio punto localizados en las partes altas de sus cuatro costados. La construcción del campanario, adosado a la fachada oeste de la iglesia y al edificio de la rectoría –situada también en esta zona y a la que se accede desde el interior del edificio–fue la primera de una serie modificaciones que alteraron de forma evidente la construcción primitiva.
En este sentido, cabe reseñar la apertura de tres capillas, dos en el lado norte y otra en sur, de escasa profundidad pero que supusieron una alteración de los muros. Más tarde, ya en la primera mitad del siglo xix, se levantó una sacristía en la zona de la cabecera (lado del Evangelio), lo que supuso la necesidad de abrir una puerta de acceso en el arco presbiteral.
Por tanto, la morfología actual de Santa Maria responde a los cambios a los que se vio sometida en etapas sucesivas, pese a lo cual las partes románicas siguen siendo perfectamente reconocibles. Son especialmente visibles en el exterior, a juzgar por las diferentes alturas de los cuerpos que forman el edificio y de los cambios en los paramentos, que evidencian la cronología dispar de las estructuras añadidas. En las zonas en que se han conservado los muros originales, éstos están formados por sillares de pequeño tamaño, dispuestos formando hiladas horizontales de forma regular.
Tanto en el interior como en el exterior hay una falta total de elementos decorativos de época medieval, a excepción del ábside, decorado en la parte superior externa con arquillos ciegos, siguiendo las premisas de la arquitectura del siglo xi, que en estas zonas suelen perpetuarse ya entrado el siglo xii. Los arquillos están hechos de un material diferente al de los muros –más poroso y dúctil–, que dota al ábside de una cierta plasticidad al romper la uniformidad de la piedra utilizada para los sillares y para las tres ventanas, abiertas en el muro presbiteral.
Éstas, formadas por piedras talladas a modo de pequeñas dovelas, son de doble derrame, como también lo es una ventana situada en el muro sur, al lado de la puerta de acceso. Junto a ellas, cabe añadir una pequeña apertura cruciforme localizada en el muro oeste, por encima del nivel del moderno coro. Hoy esta ventana está tapiada.
También es de medio punto la arcada que enmarca la puerta de acceso, cuyos batientes de madera van decorados con herrajes que, según la historiografía, podrían ser de origen medieval. Se trata, más concretamente, de cintas de hierro dispuestas horizontalmente ocupando todo el ancho y alto de las dos batientes. Algunas de estas cintas, de sección rectangular, se desdoblan hacía fuera en los extremos, haciendo de ellas un elemento no sólo funcional sino también ornamental.
A principios del siglo xx Santa Maria de les Llosses fue restaurada bajo la dirección de Josep Gudiol, después de que se produjese un incendio que destruyó un altar barroco situado en la sacristía. Fue entonces cuando el pintor Llucià Costa realizó los murales que hoy decoran la bóveda absidal y que muestran un Cristo en Majestad rodeado por el tetramorfo, siguiendo la temática y la composición propias del arte románico. Pese a que no ha habido restauraciones posteriores a nivel global, el edificio presenta hoy un buen estado de conservación.
En el exterior del templo apareció una estela funeraria que, según los estudios arqueológicos realizados en el año 2004, debe fecharse en algún momento anterior al siglo ix. Se trata de un bloque monolítico con forma de media luna de 52 x 38 x 10 cm que presenta en el anverso diversos motivos figurativos en bajo relieve. En concreto, aparece representado en un extremo un disco solar con doce rayos y, en el centro, nueve flores de seis pétalos cada una superpuestas entre ellas. Se desconoce, a día de hoy, su ubicación original.
Texto y fotos: Margarida Muñoz Milán – Planos: Rosa Gil Guach
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 143-145; Codina Reina, D., 2004b, pp. 535-537; Gordi i Serrat, J. y Llimós, R., 1998, pp. 74-75.