LA VIEJA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LA ASUNCIÓN está situada en un declive a las afueras del pequeño casco urbano. Orientada litúrgicamente, está rodeada por un pequeño murete de piedra y en su flanco suroeste se emplaza el cementerio. En 1969 se construyó una moderna capilla y se desmanteló y abandonó a su suerte el viejo templo. Allí quedaron, indica Valdivieso, diversas piezas de escaso valor. El tiempo tomó cartas en el asunto y, ante la pasividad general, fue desmoronando el edificio. Durante el invierno de 1993 aún se desplomó una parte del lienzo, que fue retirado para evitar accidentes de tráfico; así la ruina avanzó hasta que un proyecto de restauración ha puesto fin recientemente a lo que parecía abocado a la total desaparición. Del viejo templo románico sólo queda la cabecera que, compuesta por el ábside y un tramo recto presbiterial, fue respetada por la intervención que en épocas postmedievales procedió a remodelarlo. Construido en mampostería, al exterior tan sólo es visible el paño central ya que los dos laterales aparecen embutidos por sendas construcciones, la torre en el lado de la epístola y una pequeña sacristía, en la del evangelio. Este paño queda delimitado verticalmente por dos columnas entregas cuyos capiteles, aunque muy deteriorados, podrían representar –tal y como señala Felipe Heras– hojas rematadas en bolas. Ambos rematan en la cornisa. En su eje central se abre una ventana en aspillera enmarcada por una arquivolta compuesta por doble moldura en zigzag de diferente anchura y relieve. En su exterior aparece una chambrana que se decora mediante otras dos líneas zigzagueantes, esta vez entrelazadas formando rombos. Hasta no hace muchos años –como permiten comprobarlo algunas fotografías– la arquivolta estaba sustentada por sendas columnas acodilladas. De las cestas de sus dos capiteles, la izquierda representaba aves enlazadas por los picos y la de la derecha, el tema de la crucifixión si bien muy deteriorada y con una talla muy ruda. En los cimacios aparecían una serie de rosetas de estrechos pétalos cruciformes envueltas en círculos. Respecto a las basas –tan sólo quedan restos de la izquierda– se componen de una escocia entre dos toros y apoyan en un pedestal. Dos impostas en nacela recorren el paramento. La superior, que unifica arquivolta y chambrana, lleva unos tallos ondulantes de los que parten hojas lanceoladas y pequeñas bolitas o bayas. En el interior y pese a su deterioro, la cabecera es una de las pocas partes que llegaron a conservar la cubierta. Totalmente encalada, el presbiterio se abre a la nave mediante un arco triunfal apuntado y apoyado en jambas cubierto con bóveda de cañón. El hemiciclo absidal lo hace mediante bóveda de horno. La ventana del lado de la epístola se encuentra cegada por la construcción del muro que une la torre con el ábside, distinguiéndose sus columnas con un capitel vegetal. La del lado del evangelio está totalmente tapada a excepción del arranque del arco en su lado derecho. El conjunto de arquivoltas visibles se decoran con motivos en zig-zag muy semejantes a los del exterior. En cuanto a la decoración de las impostas, la superior es de caveto mientras que la que corresponde a la línea del alféizar se decora con tallos ondulantes y rosetas entre ellos. Finalmente reseñemos que, como han señalado los autores que hasta la fecha se han ocupado de la cabecera de Molpeceres, se trata de una modesta construcción románica de fines del siglo XII.