LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN ROMÁN, construida en sillería arenisca, asienta sus cimientos sobre la roca viva que aflora en algunos puntos de la parte alta del pueblo. En su mayor parte es de factura gótica, con nave única -a la que se han añadido en el lado del evangelio una sacristía y una capilla-, cabecera rectangular y torre a los pies. La portada aparece resguardada por un pórtico de construcción posterior. De época románica, aunque de cronología tardía (principios del siglo XIII), se conserva parte de la primitiva caja de muros del ábside y restos de la antigua espadaña formando parte de la torre más moderna. En el muro sur del ábside se aprecian ocho canecillos sobre los que descansa una cornisa reutilizada en forma de nacela. Siete de ellos tienen perfil nacelado, mientras que en el que resta aparece representado un barril con embocadura. En el muro este de la misma cabecera se conserva otra línea de seis canecillos que curiosamente se sitúa a un nivel inferior que la descrita en el muro sur, careciendo en este caso de su habitual función sustentante pues la cornisa superior desapareció al ser recrecido el muro con piedra de toba. Cuatro de estos canecillos tienen formas geométricas y en los otros dos se representan sendas máscaras de factura muy tosca. Asimismo, también en el hastial de la cabecera, se conserva una ventana cegada formada por un arco ligeramente apuntado que descansa sobre una pareja de columnas coronadas por sendos capiteles decorados con un tosco mascarón y una especie de serpientes enroscadas a ambos lados del mismo. La torre añadida con posterioridad conserva todavía los dos primeros cuerpos de la antigua espadaña románica, así como una línea de cornisa en forma de nacela que marca la separación de ambos.