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Rosetas en el frente de la bóveda de horno del ábside

Identificador
09350_03_019
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 49' 55.12'' , - 3º 42' 20.46''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Cipriano

Localidad
Oquillas
Municipio
Oquillas
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
NO TENEMOS DATOS CIERTOS sobre la iglesia parroquial de San Cipriano, salvo que pudo pertenecer al monasterio de San Pedro de Gumiel según algunos investigadores. A pesar de ello la arqueología del templo nos informa de que la construcción actual se levanta a lo largo del siglo XII. Es un templo de una sola nave, de planta de salón, con muros de piedra sillería y sillarejo, cubierta de armazón de madera, inicialmente en parhilera aunque en la actualidad se cubre con un cuidado artesonado que parece obra del siglo XIX. El templo actual se ha prolongado de una forma considerable hacia los pies, hecho del que queda constancia arqueológica en los propios muros. También se han añadido algunas edificaciones más modernas, particularmente la construcción que recorre el muro meridional que cubre la portada. Ésta se adosa al muro sur y consta de cuatro arquivoltas, dos decoradas con el habitual bocel y las otras restantes de sección prismática. Va recorrida por una acusada línea de impostas y se apea en las jambas que responden a los usos habituales alternando las columnas con el pilar de sección prismática. El tejaroz ha desaparecido o está oculto por la construcción añadida. La cabecera consta de las dos partes habituales: presbiterio recto y capilla absidal semicircular. Se accede al espacio absidal desde el arco triunfal doblado que se apea en pilar y columna entrega. Se cubre con bóveda de medio cañón y horno, en parte oculto tras el retablo barroco que lo cubre. El exterior se remata en la habitual cornisa apeada sobre canecillos. Ópticamente lo articula en tres paños mediante las correspondientes columnas entregas y en el centro coloca una cuidada ventana de tipo portada. Las dos partes en que lo divide las une o separa con un sencillo codillo. En el muro meridional, ocupando parte del presbiterio y capilla absidal, se coloca la torre de planta cuadrada que en parte de su alzado es románica. El primer cuerpo lo cubre con bóveda de cañón colocada en sentido perpendicular al ábside, tiene formas muy macizas y presenta todas las trazas de ser una obra románica aunque ha sufrido importantes reformas e intervenciones. Es una construcción de formas contundentes, bien realizada y expresión del trabajo de un taller muy ligado al mundo del Esgueva. Por el contrario, la escultura monumental del ábside nos indica que estamos ante la obra de un taller muy cercano a los que trabajan en San Pedro de Gumiel y al “expresivo culto” silense como tendremos oportunidad de ver. Por contra, el mundo artístico que vemos en la portada difiere sustancialmente del ábside. Toda la nave norte de este templo va recorrida por la pertinente cornisa que descarga sobre canecillos, un total de treinta y ocho, todos ellos de tipo caveto con moldura de cuarto de caña. El muro meridional nos brinda un panorama similar aunque con un total de treinta y dos ménsulas. Únicamente en el ábside encontramos canecillos con escultura monumental en el sentido estricto del término. Haciendo un detenido repaso y análisis de estos elementos decorados de la cabecera, cabe comenzar diciendo que únicamente quedan algunos canecillos en el presbiterio norte y en la capilla absidal semicircular, pues en la zona meridional nunca los hubo porque ocupa ese espacio la torre. Seguiremos la descripción comenzando por el extremo noroccidental del presbiterio para concluir en el meridional del hemiciclo: 1. Es un ménsula de tipo caveto sin otra decoración que la estructura de cuarto de caña. 2. Un animal coloca las patas sobre el canecillo, extendidas las delanteras y levemente encogidas las traseras. Se coloca de frente pero dando la espalda al espectador. Su cuerpo es casi circular con una espina dorsal bastante significada colocada en posición de alerta y en el momento que va a dar un salto. Presenta todas las características formales y anatómicas de un sapo. Relieve bajo, perfiles levemente excavados, bien acomodado al espacio y un acabado de formas duras y poco cuidadas. 3. Grueso tallo de tronco, bien modelado y formas bastante naturalistas. Se va ondulando, se ramifica acabando en hojas carnosas y entreabiertas que muestran un fruto. Dos de ellas son los extremos mientras que la otra ocupa casi todo el espacio de la ménsula. Presenta todas las características del Árbol de la Vida repleto de frutos. Es un relieve bajo, de labra dura y notables calidades plásticas y ornamentales. Estamos ante una de las formas habituales de interpretar el Árbol de la Vida de los artesanos y talleres ligados al mundo silense. 4. Está completamente perdido. 5. Reptil de cuerpo muy voluminoso, ante todo con una cabeza de unas grandes dimensiones. Coloca el cuerpo en la parte inferior, lo enrosca sobre sí mismo, lo eleva hacia lo alto y luego de describir una elegante incurvación sitúa la cabeza en la parte superior. Tiene las fauces completamente abiertas y una actitud amenazadora. Es un animal monstruoso, con el cuerpo cubierto de escamas, bien marcadas, a base de anillos. Bien pudiera tratarse de la serpiente o dragón que guarda el Árbol de la Vida o intenta apropiarse del mismo. Es un relieve bajo, bien modelado y definido el volumen, de una labra poco minuciosa, perfectamente acomodado al espacio y de una gran calidad compositiva y ornamental. 6. Animal fabuloso de cuerpo y patas de ave y cola de reptil: dragón. Apoya las garras en la parte inferior del canecillo dirigiendo su caminar hacia una de las esquinas, realiza una elegante torsión del cuello y de la cabeza para terminar mirando al punto opuesto. Tiene las alas plegadas al cuerpo en actitud de reposo. La cola de reptil, la enrosca sobre sí misma y la eleva hasta medio cuerpo, naciendo de ella un tallo que termina en la parte superior en un ramillete de flores bastante estilizadas y de labra dura. Es un relieve bajo, bien modelado buscando definir volumen. De un acabado cuidado, de formas duras buscando lo expresionista. Composición de perfil, simétrica y armónica. 7. Composición vegetal de doble tallo carnoso, con los extremos cerrados, en la misma línea que el segundo canecillo, aunque con una composición más simétrica. 8. Es el primero de la capilla absidal. Busto de animal colocado de frente. En la base coloca el poderoso cuello, con cuidado estudio de nervios que le dan notable fuerza expresiva. Tiene orejas pequeñas, extendidas y en estado de alerta; ojos saltones, almendrados y bien definidos por los párpados y la poderosa frente; fauces abiertas y muestrauna poderosa dentadura y la lengua. Describe un gesto burlesco con las comisuras de los labios, que dan al mismoun cierto aire siniestro. Parece tratarse de un animal fabuloso que no podemos identificar cuál es. Es un relieve bajo, con los perfiles bien definidos, de un acabado cuidado, bien modelado y bastante bien realizado. Composición frontal, de formas rígidas, pero bien acomodada al espacio escultórico y de unas grandes calidades plásticas y ornamentales. 9. A media altura del canecillo vemos nacer un tallo, que describe un círculo y al mismo tiempo se va ramificando. El espacio circular lo llena con una gran hoja entreabierta, carnosa y que muestra un fruto. Se ramifica en tres tallos, que acaban igualmente en hojas carnosas, dobladas, entreabiertas y que muestran el fruto. El trabajo de las mismas es cuidado, detallista y con un estudio minucioso de sus nervios y del entramado, además de ejecutar un elegante trepanado. Es un relieve bajo, con el tallo bien modelado, de una realización cuidada y expresionista. Es una composición armoniosa, elegante y que demuestra un gran dominio del espacio. 10. Busto femenino, colocado de frente y ejecutado desde los hombros. La cabeza está tocada con un paño y el brial. Éste ciñe la cara y llega hasta debajo de la barbilla, y aquél cubre toda la cabeza, lo va enrollando en la nuca y termina cayendo elegantemente sobre los hombros. Viste túnica y manto, pero realiza un estudio poco detallista de los pliegues de los mismos. La túnica aparece sujeta al cuello por medio de una abotonadura y una leve cenefa mientras que el segundo cae elegantemente sob re los hombros. El estudio de pliegues es muy sencillo, los vestidos son poco voluminosos y están muy pegados al cuerpo. Es un relieve bajo, con los volúmenes bien definidos logrados al excavar los perfiles, el modelado presenta formas suaves y efectos claroscuristas. Es una labra cuidada y expresionista en el estudio de pliegues y en las facciones de la cara. Está situada de frente, con un cierto aire de solemnidad y majestuosidad y bien acomodado al espacio escultórico. 11. En la base del canecillo hunde sus raíces un tronco que a medida que se eleva se va ramificando. Cada uno de los tallos acaba en una hoja de acanto carnosa, doblada y entreabierta, que muestra el fruto de su interior. Son unas hojas, seis en total, de ejecución expresionista, con un perfecto estudio de nervios, airosamente onduladas y muy naturalistas. El tronco es robusto, bien modelado y ejecutado con un gran sentido de la realidad. Es un relieve bajo, de un acabado duro y detallista y bien acomodado al espacio. 12. Busto de animal fiero, león, colocado de frente. Tiene un robusto y vigoroso cuello que se apoya en la parte inferior del canecillo. Los músculos, de alto valor expresivo, los significa por medio de unas leves incisiones. Presenta una poderosa melena que labra a base de mechones sueltos, desordenados y completamente lisos. Individualiza el estudio de pelos con un leve cincelado a bisel. Orejas pequeñas, en estado de alerta y colocadas lateralmente. Robusta frente cubierta de una tupida melena, ligeramente plana y bastante prominente. Destacan los arcos superciliares, que enmarcan a los ojos saltones y almendrados y los resalta con un elegante trepanado en los extremos de los párpados; nariz muy plana, que se confunde en parte con las facciones de la boca. Ésta está entre abierta y muestra una poderosa dentadura. Es un relieve bajo, con los perfiles levemente excavados. Labra de formas duras, expresionistas, acabado relativamente cuidado y que da al conjunto un aire de realismo. Composición frontal, solemne, bien acomodada al espacio escultórico y de unas grandes calidades plásticas y ornamentales. 13. Es el capitel de la primera columna entrega. En cada una de las tres caras, vemos un león, colocado de perfil, ocupa todo el espacio y separado de los demás por el Árbol de la Vida que nace en cada uno de los ángulos, se eleva y va ramificando en varios tallos y hojas. Todos apoyan sus garras sobre el collarino, llevan el rabo entre las patas traseras y dirigen su caminar hacia el ángulo. Dos de ellos se afrontan en al ángulo izquierdo, mientras que el tercero camina hacia el derecho. Tienen el cuerpo bien modelado, con el volumen perfectamente definido excavando los perfiles; estiran el cuello, que describe una ondulación, y terminan colocando las fauces sobre el collarino. Es un relieve bajo, a veces casi medio, con los cuerpos bien definidos, labra dura, expresionista y acabado poco detallista. 14. Busto masculino colocado de frente con poderoso y robusto cuello. Tiene una larga y elegante cabellera que cae hacia la nuca. La labra, partiendo de una raya central, va significando el volumen pero también con un estudio de los pelos que van describiendo airosas ondulaciones hasta acabar en elegantes bucles bien trepanados. Presenta la frente despejada, es amplia y de formas suaves y bien modelada. El trabajo de las facciones de la cara es uno de los aspectos que más ha cuidado el escultor, hasta dar al conjunto una expresión bastante realista. El relieve es casi medio, la labra dura y marcadamente expresionista. Es una de las ménsulas que ha recibido un tratamiento más cuidado tal vez porque se trata de un busto que representa a Cristo. 15. Hombre colocado en semiperfil y sentado, que toca la cabeza con una larga capucha. Ésta resalta sobremanera las facciones de la cara. Tiene la frente bien modelada, despejada, ojos saltones, almendrados y bien definidos por los párpados que están ligeramente entornados. Pómulos de formas suaves, bien modelados, lo mismo que la barbilla. Labios carnosos, bien ejecutados, prominentes y gesto de los mismos de características bastante realistas. Viste una larga túnica que llega hasta los pies, bien pegada al cuerpo y sin un estudio detallista de pliegues, pues se limita a excavar los perfiles y definir el volumen del cuerpo. Los pies los calza con unos altos y puntiagudos borceguíes y se sienta en un rudo banco. Dobla las piernas y a la altura de la rodilla y del regazo coloca un libro abierto que sostiene con ambas manos y hacia el que dirige su mirada y en el que parece que está leyendo. Es un relieve bajo, con un modelado de los perfiles para resaltar el volumen. Labra de formas duras pero de ejecución cuidada sin llegar a una minuciosidad grande. Composición de perfil bien acomodada al espacio escultórico. 16. Canecillo de estructura de caveto como los restantes, sobre el que descansa un modillón de rollos superpuestos. Son completamente cilíndricos, están colocados en posición horizontal y se forman partiendo de una viruta que se dobla sobre sí misma. Es un relieve bajo en el que destaca el modelado de los rollos y la composición. 17. En la base de canecillo hunde sus raíces un grueso tronco, que se eleva al mismo tiempo que se va ramificando, de tal manera que llena toda la superficie de la ménsula. Estamos una vez más ante la escenificación del Árbol de la Vida cargado de frutos. Es un trabajo de formas duras, expresionista, de acabado poco detallista pero de notables calidades plásticas. Como venimos viendo en el resto, el artista ha excavado levemente los perfiles y realiza un relieve bajo. 18. Es el canecillo que ocupa el centro geométrico del ábside. Es un animal colocado de perfil, que tiene todas las características de un gallo con cola de reptil: el basilisco de los bestiarios medievales. Apoya sus garras en la base y dirige sus pasos hacia el canecillo contiguo, pero luego vuelve airosamente la cabeza y cuello al lado opuesto. Presenta una poderosa y prominente cresta, ojos almendrados y saltones y bien definidos, pico muy curvo y aguileño. Las alas están pegadas al cuerpo y la cola de reptil se halla colocada entre las patas. Detrás de la misma nace una decoración vegetal, que se eleva, se ramifica y acaba en un frondoso Árbol de la Vida con frutos, a los que guarda o pica este ser fabuloso. Es un relieve bajo, en el que destaca el buen modelado del cuerpo, tanto que parece adosado al canecillo. Siguiendo las formas habituales en este taller la labra es dura, expresionista, bien acabada pero sin llegar a la minuciosidad. Composición realizada en perfil, con una gran elegancia, armonía, equilibrio y dominio del sentido simétrico de la escena. 19. León colocado de perfil que rige su caminar a la esquina del canecillo y vuelve la cabeza hacia el lado opuesto. El cuadrúpedo está presentado en actitud de reposo, dobla levemente las patas traseras mientras que las delanteras presentan todo el vigor y la fuerza que implica el hecho de girar el cuello y la cabeza al sentido contrario de la marcha del animal, que está mirando hacia el canecillo precedente pero su posición hace que la atención se dirija al lado opuesto. El tratamiento de la melena, cuerpo, cuello y facciones de la cabeza presenta unas formas bastante realistas que ponen de manifiesto el dominio del oficio y sentido de la obra bien hecha de quienes realizan este trabajo y de quien lo dirige. El relieve es bajo, sigue excavando los perfiles dando la sensación de estar adosado a la ménsula, lo que imprime a la composición un aire más realista y de mayor plasticidad y calidad formal si cabe. Es uno de los trabajos más logrados de este taller y el que más aproxima su trabajo al mundo de “expresivo culto” silense y al maestro más significado que trabajó en el cercano monasterio de San Pedro de Gumiel. 20. Sirena colocada de perfil y opuesta al león del canecillo precedente pero luego vuelve el cuello y la cabeza para acabar afrontándose con el león. El animal fabuloso coloca sus garras en la base del canecillo, eleva gallardamente el cuerpo, tiene un ala plegada al cuerpo y la otra desplegada jugando con las necesidades escenográficas al igual que con la efectista ondulación que describen el cuello y la cola de reptil. Como indicábamos, dirige sus pasos al siguiente canecillo pero vuelve el cuello y la cabeza en un gesto de gran elegancia para enfrentarse al león. Cubre la cabeza con un paño que describe un elegante plegado entorno al cuello y cuerpo. El tratamiento de las facciones de la cara, alas, cola de reptil y las formas expresivas aproximan la obra al mundo realista de que viene haciendo gala el maestro que labra estos canecillos. El cuidado modelado, la forma sabia de excavar los perfiles y el aceptable juego de planos dan a la obra una sensación de flotar en el canecillo por lo que parece casi altorrelieve. Junto a las indudables calidades escenográficas deberemos resaltar la labra expresionista, de formas duras y angulosas, pero realizada con suma maestría y dominio de la expresión. 21. Un tallo bien modelado se va ondulando, se ramifica y acaba por llenar con sus ramas, hojas y frutos apenas sugeridos todo el espacio plástico. Es la representación propia del zarcillo realizada con una alta calidad expresiva en la que confluyen la labra dura, el cuidado trepanado y los ritmos que imprime a los tallos y hojas. Estamos ante un relieve bajo, bien despegado del fondo, en donde el maestro hace gala una vez más de su dominio de la técnica y del sentido estético que preside su trabajo. 22. Es el segundo capitel de la columna entrega. Se decora con cuatro aves pareadas y afrontadas en los ángulos. Los animales apoyan las garras sobre el collarino, casi adosan sus cuerpos en el ángulo, tienen las alas plegadas, se yerguen airosamente y terminan picándose en la parte superior del ángulo. La cola la colocan en la base del capitel. Tienen todas las características de unas águilas. De la base de los ángulos nace un tallo, que a media altura se ramifica y acaba en la parte alta transformado en una hoja carnosa, doblada y entreabierta. El relieve es bajo, la labra dura y expresionista pero la composición está bastante lejos del dominio del espacio visto hasta ahora. 23. Es un músico colocado de frente, con los pies entrecruzados y sentado. Viste túnica ceñida en la cintura, llega hasta los pies sin que se haya realizado un estudio de pliegues. Extiende ambos brazos, los dobla y con las manos sostiene un instrumento musical de viento que coloca en la boca, seguramente una flauta. Tiene larga cabellera que cae hacia la nuca en forma realizada a base de mechones sueltos, con tratamiento casi individualizado de los pelos y leves formas acaracoladas en los extremos. El tratamiento de las facciones de la cara sigue siendo de formas bastante naturalistas y altamente expresivas. Es un bajo relieve, con el perfil excavado, de labra dura y menores calidades compositivas que los precedentes. 24. Hombre colocado de perfil y en medio relieve. Tiene las piernas ligeramente dobladas y la rodilla derecha la hinca en tierra. Viste túnica corta que ciñe en la cintura con escaso estudio de pliegues. Los pies y piernas los cubre con unos altos borceguíes. Extiende los brazos y con ambas manos sostiene una herramienta, que tiene todas las características de un martillo, con la que descarga un golpe sobre un objeto que tiene delante, que bien pudiera ser un yunque. Larga cabellera que cae hacia la nuca y cuello, la labraba partiendo de una raya central y la hace a base de largos mechones ligeramente ondulados y con estudio detallista de las melenas. Frente bien modelada, ojos saltones, almendrados y bien definidos por los párpados. Hay una tendencia a resaltar los elementos naturalistas de la figura humana. Es un relieve en que destaca el volumen de los perfiles y el suave modelado, juega bien con el claroscuro y presenta un acabado duro pero bastante expresionista. Composición equilibrada, armónica y plena de calidad plástica. 25. Animal fabuloso colocado de perfil, que tiene cabeza de león, cuerpo y patas de águila y parte del pecho y cola de reptil, que está enroscada sobre sí misma, la apoya sobre la base de la ménsula y termina elevada hasta lo alto. Tiene todas las características de un dragón. Está colocado en actitud de marcha, eleva el cuerpo, tiene las alas plegadas al mismo y describe una elegante ondulación del cuello y cola, que da al conjunto una gran calidad expresiva. La cabeza la tiene cubierta de una melena, tallada a base de mechones sueltos, desordenados y poco voluminosos, que terminan formando un bucle, ejecutado con un trabajo minucioso y detallista de los pelos a base de una leve incisión. Es un relieve bajo, de labra dura, bien acomodado al espacio y con una gran expresividad. 26. Está completamente perdido. Todo este conjunto de canecillos y capiteles son el elemento sustentante de la cornisa que presenta el habitual listel y el plano ejecutado a bisel. Toda ella va recorrida por los correspondientes zarcillos que se entrelazan, ramifican y acaban en unas hojas carnosas y entreabiertas que muestran los frutos. Es un relieve bajo que presenta similares características de labra y acabado que el que venimos viendo en los canecillos y capiteles. En cuanto a la ventana que preside el ábside, en el exterior este vano se incrusta en el muro, respondiendo sus trazas a las de tipo portada que se remata en guardapolvo bastante significado. La única arquivolta presenta arista viva y descarga sobre las correspondientes columnas, sirviendo de marco al estrecho vano, que es una sencilla aspillera. El capitel derecho representa a sendos basiliscos pareados, afrontados, atrapados por los tallos del Árbol de la Vida del que cumplen la función de guardianes. Ambos presentan cola de reptil, pezuña de vacuno, cuerpo de ave y cabeza de gallo. Tienen los cuerpos adosados y afrontados en la parte superior. Despliegan las alas siguiendo los ritmos corporales y las necesidades plásticas del árbol del hom que nace en el ángulo, se ramifica y atrapa a los seres fabulosos mientras hacen de fieles guardianes de sus frutos. Es un relieve bajo, la labra dura, expresionista y de acabado poco detallista pero ejecutado con limpieza y calidad formal. El esquema compositivo que siguen en esta ocasión, el juego de ritmos contrapuestos, la utilización de los efectos de claroscuro y las formas expresivas vinculan al autor de este relieve con quienes trabajan la mayor parte de los canecillos del ábside. Una vez más se deja sentir la presencia y el mundo del “expresivo culto” silense y tal vez la del taller que trabaja en el cercano monasterio de San Pedro de Gumiel. El capitel de la izquierda muestra a sendas sirenas opuestas en el ángulo, que adosan sus cuerpos al Árbol de la Vida y vuelven el cuello y la cabeza para terminar afrontadas. Ambas tienen pezuñas de vacuno que colocan en el collarino, mientras que la cola es de reptil y acaban reposándola sobre las patas. Elevan el cuerpo, de grandes dimensiones y muy robusto, lo adosan, vuelven el cuello y la cabeza hasta terminar afrontadas en el ángulo superior. Cada sirena ocupa una cara del capitel. La de la cara derecha presenta cabellera corta que cae hacia la nuca, mientras que la de la otra es mucho más larga, llegando hasta el cuello y concluyendo en un elegante bucle. En ambos casos el trabajo se hace a base de mechones sueltos, desordenados, lisos u ondulados, con acabado bastante minucioso y detallista. De la base del capitel, en el ángulo, nace un grueso tronco que se eleva, se ramifica y a media altura atrapa por el cuello a las sirenas. Los tallos acaban atrapando por el cuello a los seres fabulosos que miran y guardan los frutos que se dejan entrever entre las hojas. Es un relieve bajo, casi medio, en el que se excavan los perfiles para crear sentido de volumen y corporeidad y rebuscados efectos de claroscuro. Las formas de labra son duras, expresionistas, con un acabado bastante cuidado y de notable expresividad. Tal vez donde el artista se muestradominador en grado poco habitual sea en la composición. En esta ocasión repite uno de los esquemas y temas habituales en el mundo silense, pero realizado con maestría y habilidad poco comunes. En cuanto a la portada, se halla adosada al muro sur de la iglesia y cobijada por una construcción posterior que realiza la función de pórtico. El paso del tiempo, sobre todo esa construcción añadida, ha eliminado el habitual tejaroz e impide la contemplación en su verdadera dimensión. La estructura la conforman cuatro arquivoltas y guardapolvo que casi han desaparecido pero del que aún se pueden ver algunas de las puntas de diamante que lo recorrían. La primera arquivolta, de arco de medio punto como las restantes, tiene forma prismática, al igual que la tercera, mientras que las dos restantes presentan moldura de casi medio bocel. Entre unas y otras se intercala una cuidada decoración de ajedrezado. Describimos a continuación los cuatro capiteles que se puede apreciar, comenzando por el del extremo de la izquierda: 1. Un reptil que ocupa todo el tambor, se enrosca sobre sí mismo y termina en la parte superior mordiéndose su propia cola. Apoya el cuerpo en la base del tambor, tiene el cuerpo bien modelado, y una cabeza desmesuradamente grande y con la boca entreabierta. Presenta todas las características de una serpiente monstruosa y amenazadora que guarda el acceso al Paraíso. Relieve bajo, excavado, modelado y labra poco cuidada. Recuerdan algunos de los capiteles del primer taller de San Pedro de Gumiel. 2. Todo el equino lo cubre un cesto que acaba en varias hojas que acaban en la parte superior dobladas sobre sí mismas y sustentando un fruto. El relieve es bajo, la labra poco cuidada y la composición de escasa plasticidad. 3. La temática y formas de labra y composición es muy similar a la vista en el capitel precedente. 4. Todo el equino lo forma un tosco cestillo de mimbres de tallos muy planos y pobre labra. Pasando al interior del templo, los únicos restos escultóricos los encontramos en los capiteles del arco triunfal, la cenefa que recorre el codillo que da acceso a la capilla absidal y seguramente los capiteles de la ventana ocultos por el retablo que cubre el remate de este ábside. El capitel que recibe el peso del arco triunfal en el lado norte es una pieza que presenta tres caras decoradas, con bastante mayor volumen la central que las laterales. El cimacio que lo completa se reduce a una sencilla moldura de cuarto de caña, muy similar a las utilizadas por el “expresivo culto” en las crujías inferiores de Silos. Toda la superficie de la cesta la llenan cuatro sirenas pareadas, opuestas en los ángulos, atrapadas por las ramificaciones y maraña de tallos y hojas del Árbol de la Vida. Apoyan las garras de águila en el collarino, yerguen las patas en actitud de caminar, adosan sus cuerpos y la cola de reptil en la zona inferior para luego volver airosamente el cuello y la cabeza y acabar afrontándose en la zona superior donde parecen guardar los frutos del omnipresente hom. La labra es dura, expresionista y de acabado minucioso y detallista en la realización de las plumas, cabelleras, facciones de la cara, colas de reptil o en la realización tanto de los tallos como hojas del Árbol de la Vida. El relieve es bajo, aunque tenemos la impresión que parece flotar en el equino por la forma de excavar los perfiles, logrando dar la sensación de una escena casi exenta. El dominio de la técnica de labra se complementa admirablemente con la más elegante interpretación de la composición y de los esquemas escolares. Nos parece que quien realiza esta obra no copia o repite sino que es más bien uno de los escultores más dotados de todos los talleres silenses. En el capitel meridional aparecen cuatro leones pareados, opuestos y luego afrontados que adosan los cuartos traseros en los ángulos, pero al mismo tiempo vuelven la cabeza y se afrontan los de la cara central a la vez que el Árbol de la Vida los atrapa por el cuello y cuerpo. Apoyan las garras en el collarino, adosan los cuerpos en el ángulo, uno de la cara central y otro de la lateral, dirigen su caminar hacia el lado opuesto y luego vuelven la cabeza y cuello, en un gesto espectacular y pleno de dinamismo, para acabar afrontados en la parte superior del tambor. En la parte inferior del ángulo y esquinas nacen unos gruesos tallos, se ramifican y acaban formado una red de ramas y hojas que muestran los frutos. Es una composición en la que el artista ha sabido resolver con acierto las complicaciones y dificultades que entraña, integrando con galanura y bien hacer todo el conjunto en un todo armónico, bello y pleno de dinamismo y calidad plástica. Tras este detenido repaso por la escultura que adorna este templo cabe destacar que el primer hecho constatado es que encontramos dos talleres claramente diferenciados: uno el de la portada y canecillos de la nave y otro el que realiza toda la escultura monumental del ábside. Si nos atenemos a los temas, el segundo taller ha realizado una amplia gama de motivos, cuyo trabajo ha dejado constancia de su sentido de la simetría compositiva, de un más que aceptable dominio del espacio plástico y de una tendencia a las formas expresionistas. La figura humana se realiza de cuerpo entero y también la encontramos en un sencillo busto. En general el tipo de labra, el estudio de las facciones de las caras, la interpretación de cabelleras, el trabajo de las vestiduras y las formas corporales, ponen de manifiesto una tendencia al naturalismo e incluso en ocasiones cercano al retrato. Los diferentes escultores que componen este taller presentan al hombre tanto de frente como de perfil o semiperfil, pero siempre con un gran dominio del espacio plástico. Los motivos animales, tanto los fabulosos como aquellos que podemos considerar reales o de la fauna local, se hacen presentes con el mismo sentido realista, de modo que nos parece que para estos escultores son tan reales las sirenas o los basiliscos como la liebre, el sapo o el león. Una de las interpretaciones de mayor calidad es la del león de cuerpo entero, de perfil, bien sólo en los canecillos o pareado, opuesto y afrontado en los capiteles. Tanto en los canecillos como en los capiteles parece que el trabajo de estos animales se debe a una única mano pero es un consumado maestro en la realización de este animal. En todos los casos los ritmos que describen la cabeza y el cuello al volver al lado opuesto de su marcha, el suave modelado de los cuerpos, la acertada excavación de los perfiles, el tratamiento expresionista de las cabelleras y de las facciones de la cabeza, el sentido realista que imprime al estudio de la musculatura de las patas y cuartos delanteros y sobre todo el dinamismo de la escena, imprimen a la obra un rasgo bastante realista y de una notable calidad expresiva. Únicamente es algo más pobre el tratamiento que reciben los leones de la columna entrega norte del exterior del ábside. Las águilas, labradas en el capitel sur de la columna entrega, presentan una interpretación algo más pobre, pero no tanto por la técnica de labra cuanto porque la composición carece de la airosidad, expresividad y elegancia que vemos en otras ocasiones en el trabajo de este taller. Los seres fabulosos se hacen presentes a través de las figuras híbridas de la sirena, dragón y del terrible basilisco. Las primeras siempre están colocadas de perfil pero vuelven la cabeza y el cuello para afrontarse o sencillamente mirar a la compañera. En la representación de los capiteles los animales se ven atrapados por la red de tallos y ramas del Árbol de la Vida cuyos frutos están guardando. El dragón aparece representado únicamente en los canecillos, habitualmente de perfil, pero una vez se labra sólo la cabeza y se coloca de frente. Finalmente el basilisco presenta su escenificación más significada en uno de los capiteles de la ventana del ábside. En esta ocasión la composición responde al esquema y tratamiento de los animales pareados, afrontados y opuestos que al mismo tiempo se ven atrapados por el Árbol de la Vida, mientras que el tratamiento del motivo en el canecillo es muy similar, aunque únicamente labra un basilisco. En todos estos casos se aprecia que el trabajo es expresionista, la labra dura y angulosa, el trabajo poco cuidado pero de una realización muy depurada y sobre todo hay un dominio del espacio plástico. Una vez más se observa la tendencia a resaltar la expresión y las formas que imprimen al trabajo un carácter naturalista, bien que dentro de unas convenciones. La realización del reptil se reduce a marcar un cuerpo voluminoso que se enrosca sobre sí mismo y presentar una voluminosa cabeza con boca abierta y fauces amenazadoras. El motivo lo vemos en dos ocasiones, en uno de los canecillos del ábside y en el capitel número uno de la portada. El trabajo de este tema presenta una gran pobreza técnica y compositiva si lo comparamos con el resto. Bastante torpe es la interpretación del sapo. La temática vegetal queda reducida a dos motivos, el Árbol de la Vida y el zarcillo. El primero se forma bien a partir de un recio tronco ramificado que acaba formando una tupida red de ramas y hojas que muestran los frutos y atrapan a los leones, sirenas o basiliscos en los capiteles. También aparece como elemento único en algunos canecillos, donde únicamente se destaca la labra del tronco, la red de ramas y las hojas y frutos. En todos los casos hay un tratamiento de este tema muy similar y de notables calidades plásticas. El zarcillo doble que se va ondulando, entrelazando y ramificando hasta formar espacios ovales, ocupados por una hoja carnosa y entreabierta que muestra el fruto, lo encontramos únicamente en la cornisa de la capilla absidal y presbiterio norte. Por su parte, en el arco y cenefa del codillo interior que da acceso a la capilla absidal hallamos una serie de rosas de doce pétalos completamente abiertos que muestran el cáliz. Es una labra cuidada, de expresión bastante realista y relieve un tanto bajo. De forma general se puede decir que en el trabajo de estos talleres domina el relieve bajo que parece flotar en el espacio plástico por la forma que tiene de excavar y modelar los cuerpos o los motivos esculpidos. La labra presenta formas duras, angulosas y caracteres muy expresionistas. El acabado, sin ser minucioso, sí presenta la suficiente entidad como para significar y destacar los diferentes elementos de las figuras humanas, animales o motivos vegetales que nos permitan identificarlos. Se muestra particular cuidado en el trabajo de las facciones de las caras, cabelleras , melenas, modelado de los cuerpos y en ocasiones en el estudio de la anatomía. Se puede decir que el taller que trabaja en el ábside es un depurado esteta y su técnica de labra alcanza un alto nivel expresivo. Seguramente uno de los aspectos más sobresalientes del ábside de San Cipriano sea la composición. Es cierto que se muestra particularmente hábil en la interpretación de animales pareados, opuestos, afrontados y atrapados por la tupida red de ramas del Árbol de la Vida. En estos casos vemos una composición ágil, dinámica y en la que ha sabido conjugar elementos contrarios, planos, huecos, texturas y claroscuro para crear una escena equilibrada, armónica y plena de plasticidad. A pesar de que los motivos aislados no se brinden de la misma forma para destacar esa cualidad, sin embargo en los canecillos hace gala del dominio del espacio y del juego de ritmos contrapuestos, y sobre todo los diferentes motivos se mueven con soltura y elegancia en el espacio de que dispone el escultor. Hay, en la mayor parte de los casos, no sólo un dominio notable de la técnica de labra sino también se expresa en un alto concepto su sentido de la composición. Tanto estemos ante motivos colocados de perfil como tallados frontalmente, siempre encontramos el adecuado equilibrio que nos habla de una obra compuesta y bella. De todo lo anterior se deduce que en el ábside trabaja un único taller bajo la dirección del maestro de la obra pero en el mismo se aprecia la presencia de varias manos. La realización de la portada se debe a un taller diferente al del ábside, que nos parece está relacionado con los que trabajan en diferentes templos del valle del Esgueva. Puede concluirse en consecuencia que a tenor de los datos históricos que hemos podido cotejar, de lo que hemos podido ver in situ y de las pertinentes relaciones con el entorno, que el templo parroquial de San Cipriano conserva, en lo esencial, la fábrica románica. En la misma se observa que casi la mitad de la nave, desde donde se inicia un pequeño codillo hasta el hastial occidental, ha sido añadida a la fábrica propiamente románica. Esa obra, según se ha podido ver en restos de portadas abiertas al mediodía, pudiera realizarse en época tardogótica. Con posterioridad se añaden las edificaciones que recorren el muro meridional que sirven de marco a la portada. La torre, románica en gran parte de su alzado, ha recibido numerosas reformas siendo la más importante la que ha añadido el cuerpo de troneras actuales. Parece que el trabajo de la fábrica se debe atribuir a un taller de planteamientos similares a los de la zona del Esgueva, como se deja sentir en la portada de trazas y formas cercanas a otras de la zona, pero la escultura monumental del ábside supone un cambio notable con la llegada de un taller muy cercano a los planteamientos estéticos del “expresivo culto” silense. Tal vez esa relación y la conclusión de tan notable calidad haya que verlas por la vinculación que este templo debió tener con el monasterio de San Pedro de Gumiel y a través de éste con Santo Domingo de Silos. El primer taller es el que labra la portada y seguramente realiza la mayor parte de la estructura del templo, lo cual pudo hacerse hacia mediados del siglo XII. A éste deberemos atribuir la fábrica o al menos la mayor parte de ella. El segundo supone un cambio considerable en la técnica y temática del relieve y nos parece que está vinculado al mundo del “expresivo culto”. El maestro que dirige esta obra no sólo interpreta motivos del mundo silense sino que lo hace con tal calidad y frescura que nos parece estar ante uno de los artesanos más cualificados del mundo silense. Es posible que venga a través del cercano monasterio de San Pedro de Gumiel y que estemos ante el mismo taller que trabaja en la segunda mitad del siglo XII en el propio cenobio. Es altamente significativo que en este momento tengamos unas obras de tanta calidad como la mayor parte del relieve de este templo parroquial y que en las crujías superiores de Silos se trabaje con tanta torpeza y simplicidad. Nosotros atribuimos ese hecho a que el taller silense se dispersa y acaba trabajando en algunos de los templos más señalados de la zona como la catedral de El Burgo de Osma, Santa María de La Vid, Santa María de Retuerta, San Pedro de Gumiel, Ahedo del Butrón y tantos otros. Oquillas tuvo la fortuna de contar con alguno de esos aventajados escultores que supieron continuar la tarea iniciada en las galerías inferiores de Silos con un dominio del oficio que no envidia ni desmerece la alta calidad y plasticidad que preside el quehacer silense.