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Restos de nave de Sant Martí i Sant Serni de Vilavedra

Identificador
25051_03_010
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Sara Aliaga i Rodrigo
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Martí i Sant Serni de Vilavedra

Localidad
Bellver de Cerdanya
Municipio
Bellver de Cerdanya
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Claves
Descripción

BELLVER DE CERDANYA

Sant Martí i Sant Serni de Vilavedra

La aldea de Vilavedra, citada como Villavetere en el siglo ix, Vilavedere, en el x y Villavedra en el xii, desapareció como consecuencia de una plaga de peste, probablemente en el siglo xiv. De ella se conservan únicamente las ruinas de la iglesia al borde del torrente del Ingla. Para acceder al lugar, se debe seguir la carretera local que parte de Bellver hacia Talló, hasta la iglesia de Sant Serni de Coborriu, desde donde se toma una pista, apta para vehículo todo terreno, que, siguiendo el recorrido del torrente, conduce al Coll del Pendís. Este camino ya se usaba en época romana para cruzar el macizo del Cadí y conectar con el Berguedà.


La iglesia de Sant Serni i Sant Martí de Vilavedra, ya aparece mencionada en el acta de consagració de Santa Maria de La Seu d’Urgell de 839. Más adelante, en la Marca Hispànica de Pierre de Marca, en una referencia a la estancia del abad Oliba en Roma con motivo de las bulas del papa Sergio IV en 1111, se cita un alodio de Villavetere cum ipsis Ecclesiis sancti Martini et sancti Saturnini cum finibus at termis suis-. También aparece nombrada en el acta de dotació de Santa Maria de Talló por el conde Ramon Guifré de Cerdanya. Finalmente, en el acta de consagració de Sant Serni de Coborriu, se refleja la dotación de Sant Martí de Vilavedra que pasa a depender de ésta. Esta iglesia permaneció oculta por la vegetación hasta 1990 en que, con motivo de la elaboración de la carta arqueològica de la Cerdanya, un equipo de arqueólogos localizó y registró el yacimiento de Vilavedra. Después de una intervención de limpieza del lugar en 1995, se iniciaron los sondeos arqueológicos en 1997 y una segunda fase en 1999, que sacaron a la luz las ruinas del templo. Los resultados de dichas campañas evidenciaron que éste se podía datar alrededor del siglo xii, y que estaría asentado sobre una estructura más antigua, correspondiente a la etapa prerrománica y con una posible cronología entre los siglos x y xi, que habría condicionado la construcción posterior.

 

Se trata de un edificio con orientación Este-Oeste, de planta rectangular y ábside cuadrangular, ligeramente desviado al Norte. En la nave se aprecian tres tipos distintos de aparejo de piedra calcárea de la zona, que se corresponderían, seguramente con diversas etapas constructivas. La puerta, situada en el muro sur, permite el acceso al templo ascendiendo tres peldaños. En el centro del ábside, de factura pobre realizado con piedras pequeñas, se localizó la base del soporte de un altar, de piedra trabada con argamasa. En un nivel inferior apareció una base similar. Parece que en algún momento se debió de iniciar la construcción de un ábside semicircular que posteriormente se abandonó, pues en el exterior se observa el arranque del mismo.

 

En el interior de la nave se localizaron una pila de aceite y otra bautismal. La primera, rectangular, de sección troncocónica, está trabajada a partir de un gran bloque de piedra calcárea, y en una de sus caras tiene una cruz en bajo relieve. En su interior se localizaron restos carbonizados de la tapa de madera de la pila. Por lo que se refiere a la bautismal, se trata de una pila por inmersión, también de piedra calcárea, de forma circular. En uno de los ángulos de la nave se localizó la base sobre la que se debió de asentar. Se hallaron, así mismo, fragmentos de cerámica gris medieval, otros de vidrio, que corresponderían a recipientes litúrgicos, y cuatro monedas de vellón de Jaime I. También aparecieron unos fragmentos de pintura al fresco de color rojo sobre fondo blanco, con motivos geométricos, que posiblemente ornaban el intradós del arco triunfal. Bajo el pavimento de la nave, de tierra prensada con cal, se descubrieron ocho tumbas infantiles en cajas rectangulares de losas, y en los laterales del ábside aparecieron cinco más, de individuos adultos.

 

Debido a lo escarpado de la zona y al difícil acceso a la misma, actualmente el yacimiento vuelve a estar cubierto por la vegetación.

 

 

Texto: Montse Jorba i Valero - Fotos: Sara Aliaga i Rodrigo

 

 

Bibliografía

 

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