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Identificador
34828_05_013
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 53' 25.27'' , -4º 17' 34.55''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Cornelio y San Cipriano

Localidad
Revilla de Santullán
Municipio
Barruelo de Santullán
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE San Cornelio y San Cipriano fue a todas luces edificada cuando la localidad pertenecía aún a la demarcación real, aunque el análisis escultórico de su portada nos mostrará las evidentes deudas que el maestro Miguel tiene respecto a las canterías aquilarense y de San Andrés de Arroyo. Ningún documento nos precisa la fecha exacta de construcción del edificio. Navarro, en su Catálogo Monumental de la provincia de Palencia, recogía una inscripción en la arquivolta que rezaba Thomas me fecit anno LXXXIX annos, epígrafe que si realmente alguna vez existió, ha desaparecido. La construcción de finales del siglo XII ha llegado hasta nuestros días con ligeras alteraciones y añadidos, principalmente el pórtico y sacristía modernos -obra del siglo XVI- y el cuerpo de campanas y cubierta de la nave, realizadas en el siglo XX. Iglesia rural de reducidas dimensiones, se compone de nave única sin separación de tramos y ábside semicircular precedido por presbiterio rectangular, al que da paso un arco triunfal doblado que reposa en semicolumnas coronadas por capiteles historiados. La portada se abre en un antecuerpo del muro meridional de la nave. Sobre el hastial se alza una bella espadaña románica de un piso con doble vano de medio punto flanqueado por columnas adosadas y dos niveles de molduras. El hemiciclo se articula exteriormente en tres calles por sendos contrafuertes prismáticos de tres cuerpos rematados en talud que no alcanzan el nivel de la cornisa. Dos ventanas se abren en el tambor del ábside, una fuertemente abocinada en el eje, flanqueada por finas columnillas, y la otra, de menor envergadura, en el paño meridional del presbiterio. Las cubiertas conservadas consisten en bóveda de horno en el hemiciclo y cañón apuntado en el tramo recto que lo precede. La nave debió recibir este último sistema de abovedamiento, sustituido a fines del siglo XIX o inicios del pasado por el actual de entramado y perfil rebajado (con pinturas de tonos ocres imitando el despiece de sillares). A la caja de muros románica original se adosaron en el siglo XVI la sacristía y el pórtico que enmascaran el paramento meridional, así como el coro alto de madera de los pies, el vano de medio punto del hastial y la caja del cuerpo de campanas, en adobe y entramado integrado en la espadaña. El pórtico es del segundo tercio del siglo XVI y dispone de arco de medio punto coronado por arquitrabe y flanqueado por dos columnas estriadas que a media altura reposan en ménsulas, recordando en su disposición la de alguna casona aquilarense. La obra románica se levanta en excelente sillería arenisca de grano fino y veta amarillenta con intrusiones originales de tonos blanquecinos y ocres. La perfecta estereotomía de los sillares permite además un débil grosor de las juntas de argamasa. Interiormente se aprecia el moderno abujardado. Los añadidos posteriores se levantaron en sillarejo. La decoración escultórica de la iglesia de San Cornelio y San Cipriano de Revilla de Santullán se localiza en los capiteles del arco de triunfo, espadaña y ventana absidal, en la rica serie de modillones de la cornisa y, sobre todo, en la excelente portada meridional del edificio. Por lo que respecta a los capiteles del triunfal, el del lado del evangelio muestra a Daniel en actitud orante en el foso de los leones entre pitones de caulículos y cimacio de palmetas hexapétalas inscritas en roleos. El profeta es respetado por una pareja de leones que le lamen los pies. Frente a él, el capitel del lado de la epístola muestra al ángel enviado por Dios para proteger a Daniel (Dan 6, 22-23), sobre caulículos y con cimacio moldurado con sucesión de filetes. Los erosionados capiteles exteriores de la ventana abierta en el eje del ábside se decoran, el derecho, con una pareja de aves afrontadas enredadas en gruesos tallos y el izquierdo con estilizados leones afrontados, del tipo de los de Santa Eulalia de Brañosera. La chambrana y el cimacio del capitel derecho reciben el friso de palmetas inscritas en roleos ya visto en el izquierdo del arco triunfal, decorándose el cimacio del capitel izquierdo con una banda geométrica de ondas. Las columnas de la ventana del lado de la epístola se coronan respectivamente con capiteles vegetales muy esquemáticos, hojas de roble en el izquierdo y bandas horizontales el derecho. Los cuatro capiteles que coronan las columnas adosadas de la espadaña son vegetales con crochets. El alero recibe una rica serie de cincuenta y siete canecillos, en su mayor parte decorados, de los cuales dieciséis se sitúan en el ábside, seis en el presbiterio, ocho en el tejaroz que corona el antecuerpo de la portada, dos en la espadaña y el resto en la nave. Los temas representados son los habituales en la Montaña Palentina en este tipo de soporte: rabelistas, flautistas y arpistas, acróbatas, un portador de tonel, personajes leyendo, guerreros tocados con yelmo, representaciones masculinas y femeninas ataviadas con trajes de la época, exhibicionistas, máscaras de cabra o muflón, liebres, etc. El resto recibe decoración geométrica o simplemente presentan perfil de proa de nave. Los aleros muestran molduras decoradas con gruesas puntas de diamante en la nave, rosetas inscritas en círculos en la portada y simple perfil abocelado en el ábside. La excepcional portada meridional, protegida por el moderno pórtico, nos traslada de las tallas más sencillas hasta ahora descritas al más exquisito refinamiento del románico tardío palentino. En efecto, y pese a que el análisis arquitectónico no permite afirmar una sucesión de campañas, la diferenciación de al menos dos entidades decorativas, quizá contemporáneas, es evidente en el edificio. La ya señalada protección de la portada la ha preservado de la erosión y explica el impoluto estado de conservación de los relieves, cuya calidad justifica el entusiasmo de García Guinea al clasificarla “entre las joyas más íntegras del románico español”. De admirables proporciones, se organiza alrededor de un arco apuntado y consta de seis arquivoltas que descansan en columnas acodilladas. En ellas encontramos el estudiado geometrismo de lo andresino con decoración, de fuera hacia dentro, de media caña y bocel en las dos primeras (con bolas en el arranque de la segunda), dientes de sierra y arquillos, simple baquetón, arquivolta figurada con representación de la Última Cena y dos personajes laterales y chevrons o dientes de sierra del tipo Arroyo-Las Huelgas en la rosca del arco. El guardapolvo se decora con los semibezantes u ovas típicas andresinas. Exceptuando la cuarta, el resto de las arquivoltas no descansan directamente sobre los cimacios de los capiteles, sino que apoyan en molduras cúbicas, algunas decoradas con ovas andresinas. La arquivolta figurada representa, como dijimos, la Última Cena, con Cristo bendicente en la clave y los doce apóstoles repartidos simétricamente a razón de una pareja por dovela, uno de ellos identificado por la inscripción “BARTOLOME(us)”. Un fondo arquitectónico sobre columnas pareadas de fustes entorchados y diminutos capiteles andresinos individualiza a los comensales. El tipo de a rquitecturas figuradas ha de ponerse en relación con otros ejemplos del románico palentino, quizá derivaciones del apostolado carrionés, representados en el apostolado de Moarves, en algún capitel del claustro de Aguilar de Campoo, en otra cesta de Cozuelos, etc. En los extremos de la arquivolta y bajo arcos escarzanos rebajados de mayor luz que los de los apóstoles, aparecen representados un personaje de larga cabellera leyendo -posiblemente un profeta, según García Guinea- a la izquierda y, en el extremo opuesto, el propio escultor en el momento de ejecutar su trabajo. Este retrato del artífice, además de constituir un motivo iconográfico infrecuente, presenta el interés de añadir la firma del artista- inscripción “MICAELIS ME FECI(t)” grabada en el arquillo- y la representación de uno de los libros de modelos que servían de guía plástica e iconográfica a los escultores. Los capiteles de la parte baja de la portada recogen los relieves de mayor calidad. Su iconografía y estilo les incluyen en un grupo relativamente bien definido de la plástica tard o rrománica que abarca el norte palentino (capiteles de la iglesia y claustro de Aguilar) y la zona burgalesa, con rasgos característicos propios de lo andresino, visibles, como es lógico, en lo geométrico y vegetal. Comenzando la lectura por la parte izquierda de la portada, el capitel exterior muestra una pareja de grifos afrontados sobre fondo vegetal seguidos, en el capitel vecino, por Sansón desquijarando al león y un dragón. El tercer capitel presenta un centauro sagitario barbado de larga cabellera, con carcaj en bandolera, que tensa su arco contra el león rampante que le acosa. Continúan la decoración tres parejas de animales fantásticos afrontados, respectivamente grifos, dragones y bellísimas arpías encapuchadas, que presentan la particularidad de no apoyar directamente sobre el astrágalo como sus compañeros sino sobre una corona de hojas de bordes vueltos, rasgo similar al visto en la portada meridional de Santa Eufemia de Cozuelos y en Frontada. Sobre la jamba asistimos a la lucha que mantiene un infante, vestido con cota de malla y armado de escudo triangular y espada, contra un león. En el lado derecho de la portada, siguiendo siempre el orden ya señalado, vemos una re p resentación de las tres Marías ante el sepulcro vacío de Cristo recibidas por el ángel, tema frecuente en la escultura del norte palentino (Aguilar, Lebanza, pilas de Colmenares y Calahorra de Boedo, Vallespinoso, etc.). Siguen dos capiteles vegetales de tipo andresino, otro con el tema del infante alanceando un dragón, un león atacado por una serpiente y un dragón, capitel de atrevida composición en espiral que recuerda a otro del lapidario de Santa Eufemia de Cozuelos y, finalmente, otro capitel vegetal andresino de hojas carnosas rematadas por bayas. Tanto la fauna fantástica como las escenas de lucha del hombre con el dragón son recurrentes en la plástica románica tardía castellana, como lo prueban los ejemplos de Aguilar o del claustro de Santo Domingo de Silos. En Revilla asistimos, sin embargo, a una apropiación de elementos característicos del rigorismo plástico cisterciense (Arroyo y monasterios del Duero) yuxtapuestos a la exuberancia decorativa propia del románico final. Este fenómeno, común a gran número de edificios del horizonte 1180-1200, se magnifica aquí gracias al alto nivel de calidad de los relieves. Por lo que respecta a las conexiones con monumentos concretos del ámbito inmediato, ya hemos señalado la relación directa que se establece en cuanto a la tipología de portada con San Andrés de Arroyo (portadas del claustro y lado norte de la iglesia) y el g rupo de portadas con él relacionado (Villavega, Santa Eufemia de Cozuelos, Santa María de Mave, Amayuelas, San Andrés de Aguilar, Zorita del Páramo, etc.). Otro s detalles decorativos como los semibezantes y los capiteles vegetales vienen a confirmar rotundamente la inspiración del artista en modelos andresinos. Los capiteles, en lo animalístico y figurativo siguen el modelo próximo, complementario además del anterior, del monasterio de Santa María de Aguilar, pudiéndose establecer paralelos con el denominado por García Guinea maestro de la Matanza de los Inocentes, pero igualmente con el de los capiteles arrancados del crucero aquilarense. Las figuras de la arquivolta, quizá obradas por una mano distinta aunque dent ro del mismo taller, responden mejor al estilo del maestro de los capiteles de Moarves, así como con ciertas obras emparentadas con él: friso de Moarves, Santa Eufemia de Cozuelos, Lebanza, Dehesa de Romanos, etc. José Luis Hernando Garrido caracterizó al escultor de Revilla entre los maestros que llevaron la plástica románica hasta sus últimas consecuencias, dentro de márgenes cronológicos en los que la inspiración cisterciense anunciaba ya el irreversible cambio de tendencia operado con el nuevo siglo, cambio que relegó al marco de las fosilizaciones rurales la estética románica anterior. Sin embargo, en Revilla de Santullán existe aún una clara simbiosis entre lo vegetal y lo figurativo, que volverá a reproducirse aunque con menor espectacularidad, en la portada occidental de Zorita del Páramo y en la meridional de Santa Eufemia de Cozuelos. Románica es también la pila bautismal, en piedra arenisca, que presenta forma troncocónica invertida y aproximadamente 80 cm de altura x 120 cm de diámetro. Se decora con una serie de hojas tetrapétalas inscritas en círculos separadas por bandas verticales. Su cronología debe rondar la primera mitad del siglo XIII. La cuenca absidal muestra todavía hoy vestigios de las pinturas murales que la recubrían totalmente hasta finales del siglo pasado o inicios del presente. Combinando temple y fresco y con una cronología en torno a 1475-1500 parecen poder relacionarse con el denominado “maestro de San Felices”. Fueron retocadas en el siglo XVIII y se muestran algo incompletas. Navarro, que hace una descripción del conjunto, relata el destino que padecieron tras ser arrancadas. Post informa de la adquisición de varios paneles por parte de lady Limerick, de Hall Place, Bexley, Kent (Inglaterra). La distribución de las conservadas es la siguiente: en el casquete del hemiciclo el Salvador entre ángeles y bajo él, y en la bóveda del presbiterio, el ciclo de la Anunciación, Visitación, Epifanía, Huida a Egipto, Matanza de los Inocentes, Presentación en el templo y Ascensión, todo en un cierto desorden narrativo. Entre las escenas desaparecidas, habla Navarro de Cristo camino del Calvario, la Resurrección y en el cuerpo de la iglesia el martirio de San Cornelio y San Cipriano.