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Identificador
09549_04_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 52' 9.91'' , - 3º 17' 30.54''
Idioma
Autor
Augustín Gómez Gómez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Quintanilla-Montecabezas
Municipio
Merindad de Cuesta-Urria
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DEDICADA AL OBISPO San Martín, como otras tantas dependientes del monasterio de San Salva dor de Oña, se halla a la entrada del pueblo, asentada sobre un suave montículo. Se trata de un edificio que en su campaña románica tuvo una nave que culminaba en un ábside recto. Las posteriores fábricas, de peor calidad en la ejecución de los aparejos, propiciaron la ampliación tanto en altura como en anchura de los tramos de la nave así como el adosamiento de dos estancias: una al sur, que no comunica con el interior del templo y una sacristía en el lado norte de la cabecera. A los pies del templo se erigió una espadaña de doble tronera. Delimita su entorno inmediato una cerca de mampostería que guarda el cementerio. Todo el edificio al interior se encuentra encalado, aunque sí parece adivinarse la presencia de una bóveda de horno y de medio cañón en la cabecera, apoyadas en pechinas y columnas con roleos pintados de azul. El resto de los tramos de la nave se cubren con bóvedas de arista que están intermediadas por amplios arcos fajones de medio punto rebajados. El acceso al templo se realiza por una simple pero bien labrada portada románica que está decorada con un precioso ajedrezado, tanto en impostas como en la chambrana. El ábside recto cuenta con un buen aparejo de sillería similar al visto en la cabecera semicircular del cercano templo de La Orden. Se encuentra elevado por un podium corrido muy restaurado y está recrecido en su parte superior. Esta modificación en altura hace que parte de la cornisa románica del ábside ornada con tacos quede por debajo, habiéndose perdido casi todos los canes que la ayudaban a elevarse. Sólo se ha conservado uno, que representa dos cabezas humanas muy deterioradas y que se colocó en la esquina del ábside. El lienzo meridional de la cabecera cuenta con dos arcos ciegos de medio punto que descansan en el podium corrido gracias a las pilastras. Dentro de uno de los dos arcos ciegos se refugia un tosco, gastado y picado relieve, con tres personajes en actitudes difíciles de comprender. En la primera escena dos personajes sentados y con las piernas entrecruzadas se tocan mutuamente con una mano la cabeza a modo de caricias y con la otra parecen tocarse la cintura y el vientre, respectivamente. La otra figura frontal representa una mujer de pie y desnuda con largos cabellos. Se adivina su vientre abultado, le falta uno de sus brazos y se perciben claramente sus senos. Cadiñanos Bardeci señala que pudiera tratarse del ataque de Caín a su hermano Abel en presencia de su madre. Se trata de una interpretación poco probable. Es posible que por el carácter tan rudimentario de la representación Caín no lleve el bonete en su cabeza como símbolo de lo judío que fue. Pero lo que no ofrece dudas, es que en ningún caso se representa el palo que levanta para golpear a su hermano (Gén 4-8), y mucho menos, si se interpretan los brazos en la cara como signo de lucha, que Abel se defienda de la agresión de su hermano. En el románico burgalés la muerte de Abel únicamente ha sido representada en la abadía de San Quirce, pero en ningún caso, Eva contempla la escena. Desechada tal interpretación creemos que el relieve en cuestión muestra una escena procaz, como parece advertirse del falo que tiene uno de los personajes. El coito se aprecia en las iglesias románicas burgalesas tanto en capiteles (Vallunquera y Avellanosa del Páramo) como en canecillos (Neila y Tobes y Rahedo), pero raras veces en bajorrelieves como sucede en este caso. La postura sedente que adoptan ambas figuras está alejada del comportamiento sexual de los esposos que buscan la procreación y más cercano del de los amantes, que buscan el placer estéril. Es un tipo de acoplamiento que se opone al recomendado por la Iglesia, puesto que cuando la mujer monta al hombre, la matriz está vuelta y así se derrama lo que hay en ella. La mujer desnuda que acompaña a la figuración del acto sexual se interpreta como la culpabilidad que tiene la mujer por incitar a los monjes a la carne. Se recupera la más pura tradición vetero testamentaria que ve en la mujer el origen de todos los males. Su propio cuerpo desnudo es símbolo por sí solo de la lujuria sin necesidad de ir acompañada con serpientes y sapos. Otro símbolo de seducción y por tanto de peligrosidad de la hembra lo indica el largo cabello suelto con que se representa a esta mujer, distante del barboquejo con el que se cubren las mujeres casadas. El otro arco ciego, el más próximo a la portada, se perforó con la abertura de un vano rectangular. En el centro del testero recto se halla una ventana -aspillera cegada- sin decoración que permanece tapada en el interior por un retablo neoclásico. Al fondo de la iglesia, debajo de la escalera que permite subir al coro de madera se encuentra una pila bautismal románica traída del desaparecido lugar de San Román. Lleva cuatro cruces patadas en el centro de la copa y su parte superior está festoneada por dientes de sierra en bajorrelieve. En resumen, se trata de una modesta iglesia de fines del siglo XII que contó con una nave rematada con un cuidado ábside recto. Con el tiempo, se modificaron sus trazas -transformación de la nave y recrecido de la cabecera- y se amplió con la construcción de una sacristía, una espadaña y de una estancia adosada al muro sur.