Pasar al contenido principal
x

Pieza descontextualizada

Identificador
40532_02_049
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 24' 50.39" , -3º 45' 3.64"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Mamés Mártir

Localidad
Navares de las Cuevas
Municipio
Navares de las Cuevas
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
PRESIDE LA PARROQUIAL la antigua Plaza de la Constitución, así denominada en un casi desleído letrero decimonónico pintado en uno de los edificios que la cierran. Construida en mampostería con refuerzo de sillares en encintados y esquinales, su actual aspecto responde básicamente a las importantes reformas que, en el siglo XVIII, transformaron, ampliándolo de una a tres naves, el cuerpo del primitivo templo románico. Constaba éste de una nave coronada por cabecera compuesta de profundo tramo recto presbiterial y ábside semicircular, únicos espacios del edificio original que fueron conservados. A principios del siglo XVIII se adosó al costado meridional del presbiterio una sacristía cuadrada reforzada por estribos angulares y cubierta con bóveda de crucería, en cuyo contrafuerte oriental una inscripción testimonia su erección: HIZOSE ESTA OBRA SIE/NDO CVRA PPRO EL LIZ(EN)C(IA)DO/ DO(N) ALBANO GARZIA DV/RAN AÑO 1702. En el mismo siglo se acometió la ampliación del templo, derribando la primitiva nave y sustituyéndola por las actuales tres naves articuladas en dos tramos, el doble de ancha la central, comunicadas por formeros de medio punto y cubiertas por bóvedas de lunetos con yeserías. Apean estos arcos en robustos pilares circulares sobre basamentos prismáticos, luciendo el meridional una cartela con la inscripción HIZOSE ES/TA OBRA AÑO / DE 1762. A tenor del estudio de los libros de fábrica realizado por Calleja Martín, seis años más tarde se realizaron la nave del evangelio y otras obras menores. A los pies del templo, en el espacio que correspondería al tercer tramo, se dispone un bello coro, alzándose una torre-espadaña de sillería sobre el reforzado hastial de la colateral norte. La portada, de simple arco de medio punto liso, se abre en el muro meridional, protegido por pórtico dieciochesco sobre una pareja de columnas y dos machones, con accesos de arco de medio punto en los lados cortos. De la obra románica sólo se conservó pues la cabecera, levantada en mampostería enfoscada reforzada por sillares en los codillos del presbiterio. Los muros del tambor absidal y tramo recto se coronan con cornisa de perfil achaflanado soportada por simples canes lisos labrados a hacha. En el eje del hemiciclo se abre una ventana en torno a una hoy cegada saetera. Consta de arco de medio punto liso, rodeado por chambrana con perfil de nacela, que apea en una pareja de columnas acodilladas de fustes monolíticos, basas áticas de grueso toro inferior, sobre plinto, y coronadas por capiteles decorados. El septentrional recibe el bien conocido esquema de la pareja de leones afrontados de rugientes cabezas gachas que juntan en el ángulo de la cesta, apoyando sus garras en el astrágalo y alzando las colas, que pasan entre los cuartos traseros sobre sus lomos. El cimacio que lo corona se decora con roleos. El capitel frontero se orna con otro de los motivos recurrentes del románico segoviano, como son las dos parejas de estilizados grifos rampantes afrontados, bajo cimacio de tallos que acogen flores de arum. Al interior, la cabecera muestra su mampostería desprovista del primitivo revoco, quedando oculto el ábside tras el retablo barroco presidido por la imagen del titular. Cubre el hemiciclo una bóveda de horno que parte de imposta con perfil abiselado, siendo también visible gracias a una puerta del piso bajo del retablo el interior de la ventana absidal, que repite la estructura exterior suprimiendo las columnas acodilladas, mostrando sólo ornamentación las impostas de las que parte el arco, con rosetas inscritas en clípeos. El profundo tramo presbiterial se cubre con bóveda de cañón apuntado, que parte también de imposta abiselada. Da paso a la cabecera un arco triunfal levemente apuntado y liso, que apea en una pareja de semicolumnas adosadas alzadas sobre basamentos escalonados, plintos y basas de perfil ático con grueso toro inferior. Sus simples capiteles son troncopiramidales con aristas aboceladas, marcado el astrágalo y coronados por cimacios moldurados con listel y chaflán. Junto a estos restos constructivos, en el remate del muro meridional de la nave y en el hastial fue reaprovechada la cornisa moldurada con nacela y los canecillos primitivos también nacelados, salvo uno, ornado con un fracturado prótomo de felino de aspecto maléfico, dotado de prominentes ojos y llameante melena. En el interior, son numerosos los sillares románicos, labrados a hacha y con marcas de cantero, reutilizados en la fábrica moderna, sobre todo visibles al interior en el hastial occidental, junto a la escalera de acceso al coro. Así mismo, observamos una dovela ornada con billetes embutida en el aparejo del tramo oriental de la colateral norte, bajo una hornacina pétrea que acoge un Calvario. En el interior de la sacristía, sobre el acceso, se conserva también lo que parece un fragmento de canecillo, decorado con el busto de un rústico, personaje de barba partida de puntas rizadas, tocado con capirote, de ojos almendrados en los que se marcan las pupilas y factura cuidada. Y, por último, bajo el coro, se recogió una estela discoidea de 52 cm de altura, 13 de grosor y 29 cm de diámetro en el disco, procedente de la ermita de la Virgen del Barrio y decorada con sendas cruces labradas en reserva, en una de las caras inscrita en un clípeo rodeado por incisiones a modo de hojas. Su labra a hacha denota una cronología medieval. También en el interior, junto al retablo que corona la nave de la epístola, se conserva la talla de la Virgen de Hortezuela, procedente de la derruida ermita de San Cristóbal del despoblado del mismo nombre. Se trata de una Virgen sedente, con el Niño sobre su rodilla izquierda, excesivamente reformada y repintada, pareciendo renovados tanto el rostro de María como sus manos y la totalidad de la figura de Jesús. Apenas la disposición general, el velo y el rompimiento de los plegados de la túnica nos permiten identificar esta imagen como obra aún románica, probablemente de la primera mitad del siglo XIII. Alfredo Martín emparenta la iglesia de San Mamés con la soriana de San Martín de Rejas de San Esteban, extremo aceptable en cuanto a tipología de la cabecera, e incluso se repite el modelo del capitel de los leones de la ventana, aunque creemos que más que relación directa se establece la propia entre ejemplares rurales dentro de un área geográfica y un ambiente estilístico común, que rondará las décadas finales del siglo XII.