Identificador
09640_04_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 6' 57.99'' , - 3º 18' 47.18''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Jaramillo de la Fuente
Municipio
Jaramillo de la Fuente
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL TEMPLO LITÚRGICAMENTE ORIENTADO y construido con excelente sillería local, de atractivo tono rojizo y certero trabajo de estereotomía, se encuentra situado hacia el costado occidental de la población, junto al cauce del arroyo aledaño. Se trata de un edificio de nave única y distribución característica, con cabecera rematada por ábside semicircular, torre-campanario a los pies y galería porticada meridional. El ábside posee un zócalo abocelado inferior y una triple imposta baquetonada que corre a lo largo de todo el tercio inferior del tambor, prolongándose hacia el presbiterio rectangular. El hemiciclo presenta tres paños pautados por dos semicolumnas coronadas por ingenuos capiteles de acantos y piñas -lado de evangelio- y un personajillo sometiendo a una pareja de cuadrúpedos que retiene con sogas, en el lado de la epístola. Las semicolumnas arrancan de alto podium y portan basas áticas de profundas escotaduras y lengüetas angulares. En el nivel terrero del ábside alcanzamos a ver la cimentación, reforzada mediante sillares no desbastados. El paño central aparece perforado mediante un ventanal de medio punto cuya pieza superior, tallada sobre un único bloque, porta ornamentación de roleo inciso y baquetón interior, como en la recolocada de Hoyuelos. Reserva una caricaturesca rapaz y una suerte de lobezno para las enjutas. El vano se complementa con finas impostas de listel y dos excelentes capiteles zoomórficos, efigiando arpías de testas femeninas y grifos alados entre roleos de inconfundible horma silense. Son piezas de labra muy cuidada obradas sobre piedra arenisca por un escultor sobresaliente, tal vez de encargo y esculpidas en un taller alejado de Jaramillo pues distan mucho del oficio desarrollado por el resto de escultores activos en el tambor absidal, datable en su conjunto hacia los últimos años del siglo XII. La disonancia entre el material pétreo local y el par de capiteles del ventanal oriental -seguramente traídos de fuera - recuerda otros casos apreciables en la cuenca del Pisuerga, caso de la ventana absidal de Santa Eulalia de Barrio de Santa María o la sala capitular de Santa Cruz de Ribas y en La Liébana (Piasca). El interior del hemiciclo absidal está cubierto con bóveda de horno y el tramo del presbiterio con medio cañón. El arco triunfal, doblado y de medio punto, apoya sobre rudos capiteles de gruesos collarinos y tacos en el ábaco que van ornados con máscaras angulares y burdas pencas (evangelio) y lo que presumimos como un clérigo portando un cáliz asistido por acólitos en una cesta provista de secas piñas angulares (epístola). Son piezas que se corresponden con el mismo estilo rural del exterior absidal. La imposta superior taqueada se prolonga hacia el presbiterio y hemiciclo. El alero absidal baquetonado está sostenido por una excelente serie de canecillos de tosca factura aunque no exentos de eterno encanto. Entre las piezas se aprecia un osezno, un personajillo antropomorfo, un rudo acanto, una máscara gastrocefálica, otra orejuda de fauces abiertas, un personaje itifálico y un bóvido. Los canecillos se alojan también en el alero del tramo presbiterial; hacia el norte vemos un barrilillo sujeto por cinchas sogueadas, bayas, la testa de un cáprido, rollos, un exhibicionista y un extraño barrilillo ovoidal provisto de embocadura -quizá un instrumento musical- que encuentra parangón en otros casos burgaleses y palentinos (vid. José Luis Hernando Garrido, “¿Bebedores o músicos del demonio?: La portada románica de San Juan Bautista en Moarves de Ojeda (Palencia)”, Sautuola/VI. Estudios en homenaje al profesor Dr. Miguel Ángel García Guinea, 1999, pp. 573-587), hacia mediodía surge una fémina exhibiendo su sexo, un monje lector, una testa de cáprido, un oso, un jabato, más lo que parece ser una pareja de eclesiásticos. El muro sur del presbiterio cuenta con un moderno ventanal cuadrangular sobre el que se dispuso un sillar abocetado que no llegó a labrarse y donde había sido trazada una ventana de medio punto con un disco en su enjuta izquierda. Hacia el sector septentrional del presbiterio se añadió una sacristía bajomedieval de planta cuadrangular con canecillos de nacela hacia oriente y occidente. La portada de acceso al templo es de medio punto y se abre en el muro meridional, protegida por una bella galería porticada. Se trata de una portada avanzada sobre el muro que remata en maltrecho tejaroz con alero nacelado y media docena de canes, con un acróbata trazando un arco, una penca, rollos, una personaje diablesco, un bebedor amorrado a un barrilillo del que intenta en vano ingerir el vino boca abajo y un exhibicionista. La portada presenta restos antiguos de policromía -en las dovelas interiores se advierten motivos en rojo y blanco remedando nudos salomónicos- y capas de enjalbegados más recientes, cuenta con chambrana ornada de hojas cuatripétalas y cinco arquivoltas con billetes, perfil baquetonado, tacos, triple bocel y puntas de clavo que apoyan sobre cimacio de rudas palmetas y cuatro capiteles con tacos en los ábacos. A la derecha se talló un tosco Sansón desquijarando al león (surge una rapaz hacia su izquierda) y dragones afrontados entre burdas palmetas, a la izquierda una sirena de doble cola, menos vistosa que la del ventanal presbiterial de Santibáñez de Esgueva, y un personaje devorado por una pareja de leones. Las semicolumnas apoyan sobre basas áticas provistas de machacadas máscaras angulares y altas escocias que parten de un zócalo baquetonado que sigue el perfil quebrado de las semicolumnas acodilladas hacia el lado derecho mientras traza banda diagonal en el izquierdo. Lo más llamativo del vistoso templo de La Asunción es sin duda la galería porticada alzada hacia mediodía, tipología constructiva de especial predicamento en las comarcas serranas y que alcanza aquí su manifestación más brillante. Accedemos a la misma desde una portadilla central, de medio punto y abocelada, que cuenta con cimacios de palmetas nervadas coronando semicolumnas acodilladas dotadas de cestas con trepanados crochets y águilas afrontadas de meticuloso plumaje y excelente labra. Las semicolumnas apoyan, como en las arcadas, sobre finas basas áticas. Hacia el lado izquierdo se alojan dos arquerías de medio punto y cuidadoso despiece, con chambranas naceladas, enmarcadas por fino bocel y con abundantes marcas de cantero en el dovelaje. Apoyan sobre columnillas geminadas y presentan capiteles con dragones de cuerpos con precisas incisiones en zigzag y luengos pescuezos lanzados hacia abajo devorando pequeñas presas, arpías afrontadas entre roleos y máscaras, una masculina y otra zoomórfica de talante infernal, con cabellos rizados, orejas picudas y afilados colmillos, ambas magníficamente talladas. Hacia el lado derecho de la portada aparecen otras cuatro arcadas con goticistas capiteles de acantos lanceolados y trepanados, acantos de hojas escotadas que recuerdan facturas onienses, grifos, un dragón de cuello lanzado hacia abajo y dos curiosas féminas con tocas cabalgando un camello, una pareja de máscaras masculinas de cabellos rizados y saltones ojos globulares cuyas bocas aparecen selladas mediante cordones y otro par de máscaras coronadas (masculina barbada y femenina tocada con barboquejo) de pose real. Los cimacios alternan palmetas y baquetones en tanto que las arquerías arrancan de un alto zócalo baquetonado en su base interior y exteriormente. El alero nacelado del atrio está sostenido mediante una quincena de canes de acantos y máscaras, una de ellas con cabellos llameantes, una fémina con toca y otras zoomórficas entre las que distinguimos un bóvido, un cáprido y otro ser de orejas puntiagudas. Al mismo atrio podemos acceder desde sendos vanos de medio punto abiertos desde el costado oriental y el occidental. Todos los capiteles del mismo están tallados sobre piedra blanquecina foránea, quizá indicativo -como en las cestas del ventanal absidal- de la participación de profesionales ajenos al entorno geográfico más inmediato y que pudieron recibir un encargo que materializaron en su taller de origen hacia las primeras décadas del siglo XIII. El interior del templo fue reformado hacia el siglo XVI, cuando se trazaron bóvedas estrelladas reforzadas mediante la adición de cuatro grandes contrafuertes prismáticos hacia el exterior del muro norte y otros cuatro hacia el meridional. A los pies se alza una señera torre-campanario románica de planta cuadrangular; posee tres niveles remarcados por impostas naceladas y alero de canecillos con idéntico perfil en el cuerpo más elevado. En el arranque de la torre -hacia el lado occidental- aparece un alto zócalo amenizado con una moldura de bolas muy erosionadas. Los dos cuerpos superiores cuentan con ventanas bíforas de medio punto abiertas a los cuatro vientos, provistas de columnillas geminadas coronadas por cestas de someros acantos. En un nicho del muro del evangelio se custodia una pila bautismal de 113 cm de diámetro x 69 cm de altura, la copa troncocónica está decorada con una arquería de medio punto que apoya sobre columnillas pareadas, por encima corre una guirnalda vegetal ondulante de hojas lanceoladas.