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Exterior del ábside románico

Identificador
33640_01_047
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 12' 15.99'' , -5º 47' 31.02''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa Eulalia

Localidad
Ujo
Municipio
Mieres
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
ES PRECISAMENTE en este contexto en el que situamos la construcción de la iglesia parroquial. Existe un documento datado en el 1207 que denuncia la construcción de una iglesia por parte del monasterio de Valdediós dentro de la jurisdicción del obispo de León. No cita el lugar donde fue construida, pero hay razones que llevan a pensar que se trataba de Ujo. En primer lugar, Santa Eulalia se relaciona con numerosos templos de la zona de Villaviciosa (como San Esteban de Aramil, Santa María de Lugás y San Juan de Amandi), gran parte de ellos construidos por un taller vinculado al mencionado cenobio. A esto hay que añadir que Ujo se situaba lejos de León y por ello la sede legionense tendría mayores dificultades para controlar sus posesiones ujenses. Esto fue aprovechado por el monasterio de Valdediós, que construyó una iglesia en Ujo para hacerse con el dominio de al menos una parte del pueblo, lo que llevó a la catedral de León a intentar recuperar sus posesiones como demuestra este documento. El templo de Santa Eulalia debió de realizarse muy cerca del camino francés, que pudo ocupar aproximadamente el espacio de la carretera comarcal MI-3 en las proximidades de uno de los primeros núcleos poblados de la localidad, el barrio de Cortina, situado hacia el Oeste de aquél. Hasta 1923, Ujo conservó prácticamente intacta su iglesia parroquial románica, que estaba formada por una nave rematada en un ábside semicircular y se orientaba al Este. En este templo se combinaban los sillares regulares con el sillarejo, reservando los primeros al ábside y a la portada, y empleando el segundo en el resto de los muros. Una portada semicircular se situaba al Oeste y daba acceso a la nave, que se cubría mediante una armadura de madera. En los muros laterales del templo se abrían dos ventanas a cada lado, del tipo de saeteras, con derrame interno y desornamentadas. A través del arco de triunfo se accedía a la cabecera, que seguía el planteamiento benedictino de ábside semicircular precedido de un tramo recto, ligeramente más ancho que el semicírculo. El hemiciclo se cubría mediante una bóveda de horno, y el tramo recto con una de cañón. En 1923, una plataforma ciudadana consiguió que la iglesia de Ujo fuera declarada Monumento Nacional, aunque ya era tarde, pues había sido derribada prácticamente en su totalidad. Sólo se mantenían en pie el ábside semicircular, desprovisto del tramo recto que lo precedía, y se conservaban la portada, el arco de triunfo y varios canecillos, elementos que se reutilizaron en un nuevo edificio de carácter historicista. La portada quedó incorporada en la fachada de la nueva obra, que está orientada al Norte. Consta de tres arquivoltas circulares, protegidas por guardapolvo, que descansan en columnas acodilladas, las dos exteriores, y en jambas perfiladas a bocel, la interior. Por encima de las arquivoltas se sitúa el tejaroz, que reposa sobre ocho canecillos, entre los cuales se colocaron metopas. Las dos primeras arquivoltas se decoran mediante zigzag, y ambas cuentan con ornamentación en el intradós, consistente en una sucesión de palmetas (que recuerda a una de las puertas de Santa María Magdalena de Zamora), una de ellas, y en cuadrifolias con botón central, la otra. El tema del zigzag, de ascendencia normanda, se une al oriental de los lóbulos cerrados, que se encuentra en la tercera rosca. El inicio de esta forma en el antiguo reino de León viene de la mano de la catedral de Zamora, en donde es aplicado a la Puerta del Obispo. Según Gudiol y Gaya Nuño, dicho motivo fue utilizado anteriormente en un arco del testero de la mezquita de Córdoba, y Chueca lo vincula a motivos sirios. Los rollos cerrados se encuentran en San Martín de Salamanca, en Santa María del Mercado de León y en los templos zamoranos de San Pedro y Santa María de Orta, iglesia donde se utiliza en una rosca, debajo de la cual se encuentra otra decorada con zigzag, los mismos elementos que en Ujo, pero en distinto orden. Se aplican, asimismo, en los templos asturianos de San Esteban de Ciaño (Langreo), San Esteban de Aramil (Siero) y Santa María de Lugás (Villaviciosa). El ábaco de la izquierda dispone de una serie de cintas que se enrollan y rodean trifolias, como lo hacían en otros ejemplos conservados en Sotiello, Amandi y Aramil. Debajo se encuentra un capitel en el que se representan dos cuadrúpedos que atrapan con sus zarpas una figura humana, situada en el centro de ambos. Los animales tienen cuerpo de león y cabeza monstruosa, mientras que la figura central tenía una actitud de oración con las manos enlazadas en el pecho, según se pudo ver a través de fotos antiguas, pues en la actualidad aparece muy desgastada. Podría representar a Daniel en la fosa de los leones, aunque también se ha relacionado con la disputa entre virtudes y vicios, tema representado con frecuencia en el arte griego, ya que los animales se identifican con el mal, mientras que la figura central nos da a entender el bien, que no se deja corromper por los monstruos que lo acosan. Esta composición recuerda los relieves asirios, en donde se representa a Gilgamesh y se incorpora posteriormente a los tapices coptos y persas. Este modelo se repite en San Juan de Amandi, en Santa María de Lugás y en San Salvador de Fuentes, en el concejo de Villaviciosa y, fuera de Asturias, en uno de los relieves de San Cipriano de Zamora. El capitel de al lado está compuesto de hojas triangulares con nervios rizados, colocadas en posición invertida, que se repiten en otras partes de nuestra iglesia y en Arbas (León), Sotiello (Lena) y Amandi (Villaviciosa). Prácticamente el mismo elemento decorativo lo encontramos en un capitel de la colegiata de Toro (Zamora), en la Colegiata de Santillana del Mar (Cantabria) o en la parroquial de Gama (Palencia). Entre estas hojas se sitúan dos hileras de hojitas de palma, que se afrontan entre sí, dejando como resultado una especie de rombos entre ellas y creando un claroscuro. A la derecha de la portada encontramos otro capitel, compuesto por cintas en forma de grandes palmas abiertas, formando rombos, entre los que se sitúan frutos, según un esquema compositivo que se repite en Lugás, Valdediós, Amandi y La Lloraza, en el concejo de Villaviciosa. El capitel contiguo está ornado con lacerías, un tipo de decoración muy arraigado en los edificios románicos y en los edificios cistercienses. Se encuentran varios ejemplos de este tipo en Santa María de Arbas, en San Esteban de Aramil y en Santa María de Lugás. El ábside es el único elemento románico que permanece in situ y, al haber sido alterada la orientación de la nueva fábrica, se abre en el muro lateral de la nave del lado Este. Cuenta con cuatro columnas adosadas, realizadas con tambores en sus fustes y coronadas con capiteles, que sostienen una cornisa debajo de la que se sitúan los canecillos. El ábside se divide en dos pisos por medio de una imposta de tacos, y su muro fue perforado en un lateral, en fecha incierta, por una saetera más sencilla que las de la nave. El tramo recto que lo precedía fue derribado, aunque los canecillos que se encontraban aquí fueron recolocados en diversas zonas de la nueva fábrica, en el alero occidental, al lado del antiguo ábside y en una cornisa por encima del tejaroz de la portada. De los cuatro capiteles del ábside, uno está formado por piñas, entre las que aparecen hojas estriadas, encontrándose composiciones similares en Arbas y en Amandi. Otro recurre a hojas triangulares nervadas, ya comentadas en la portada, que se rodean con rombos, esquema que se halla además en San Juan de Amandi, en Santa María de Valdediós y en Santa María de Arbas. Uno de los capiteles del ábside presenta frutos que se unen a cintas dispuestas en forma de arquillos, en la parte superior, y de triángulos, en la inferior, repitiéndose una pieza parecida en Santa María de Arbas. Otro ejemplo presenta tres hojas, sostenidas por otras tantas volutas sobre una base de triángulos, repitiendo el esquema ya comentado para el capitel de los frutos. Varias piezas similares se encuentran en la colegiata de Arbas. Únicamente encontramos dos motivos figurativos en los canecillos de la cabecera. Uno de ellos consiste en una gran cabeza, esculpida con caracteres expresionistas, y el otro tiene varias, aunque más pequeñitas. En el primero, la testa aparece dotada de rasgos muy expresionistas, marcados por los grandes ojos y una boca muy ancha, que enseña los dientes. Este motivo se halla en San Juan de Camoca, Santo Tomás de Coro, San Juan de Amandi y Santa María de la Oliva, en el concejo de Villaviciosa, en San Román de Sariego (Sariego) y en San Esteban de Aramil (Siero). Varias iglesias del románico de Zamora tienen el mismo elemento escultórico, como Santa María del Azoque, San Claudio de Olivares, La Magdalena, entre otras. Existen además numerosos motivos geométricos y vegetales en los canes, entre los que destacan los rollos, que se repiten mucho, y pequeñas hojitas de palma, que se colocan en posiciones diferentes. Este tipo de ornamentación fue muy utilizado en diversas partes de esta iglesia, como en el guardapolvo de la portada o en varios de los capiteles. En un canecillo aparecen arquillos formados por este follaje, que constituye un motivo repetido en Los Pandos (Villaviciosa) y en Cenero (Gijón). Este motivo se toma de forma prácticamente literal de una de las arquivoltas de La Magdalena de Zamora, donde se dispone una fila de palmetas que se enroscan de la misma manera que vemos en esta ménsula. En otra ménsula se utilizan rollos dispuestos en vertical, con dos hileras de hojitas talladas según un modelo que se encuentra en la iglesia salmantina de Santo Tomás de Canterbury. Este tipo de follaje se repite sin ningún otro motivo y de manera plana, como en la Catedral Vieja de Salamanca, en otro can del ábside de Ujo, en el que se añaden bolas a las hojitas. Otra pieza tiene una banda con dos incisiones verticales que se enrosca formando, en la parte superior, un cilindro a modo de voluta, con paralelos también en Santa María de Arbas y en San Cipriano y en Santo Tomé de Zamora. En otro ejemplo se encuentran rollos unidos a cintas, esquema que se utiliza en La Rebollada y en Valdediós. Otra pieza combina una serie de rectángulos superpuestos y decrecientes, con tres pequeños círculos tallados con rosetas en la superficie. Este tema se encuentra en Ceares (Gijón) y en San Martino (Lena). El arco de triunfo fue trasladado al Sur para realzar el acceso a la nueva cabecera; al ser ésta de mayores proporciones que la original románica, fue necesario ampliar su rosca con nuevas dovelas. Este arco consta de dos arquivoltas, protegidas por guardapolvo, que reposan en dos columnas acodilladas a cada lado, apoyadas a su vez sobre un plinto cortado en chaflán. La arquivolta del interior se decora mediante medias cañas y bolas, y la exterior está formada por dos series de zigzag que se unen, formando un trenzado de rombos, al que se añaden perlas, y la esquina se adorna mediante dientes de sierra oblicuos. El guardapolvo está formado por billetes, y la ornamentación de los ábacos consiste en cintas, unidas a trifolias nervadas, que recorren horizontalmente la superficie del ábaco. Este tipo de decoración es aplicado en Santa María de Arbas y en varios ejemplos de la comarca de Villaviciosa. El primer capitel del lado izquierdo utiliza motivos de cestería, de manera similar al comentado en la portada y el segundo se divide en dos partes, una de ellas formada por hojas nervadas, que llegan a la mitad del capitel y otra por cintas en forma de arquillos que encierran hojas triangulares con nervios rizados. Este modelo se repite en Arbas, Sotiello y en otras iglesias de la zona de Villaviciosa. Uno de los capiteles de la derecha cuenta con una fila de cintas perladas que se enrollan formando volutas que sujetan piñas; debajo de ella se colocan hojas de acanto que soportan otra fila de estos frutos, siguiendo una composición que se asemeja a varios capiteles de Santa María de Arbas. El ejemplo contiguo repite el modelo que comentamos en la portada, aunque esta vez de un tamaño mayor, formado por hojitas de palma y hojas de nervios rizados, sostenidas por volutas. En el interior se conserva el altar original románico. Tiene forma prismática, de sección rectangular, construida con buenos sillares sobre base destacada y ara con el perfil moldurado. En él impera la sobriedad decorativa, contando con una fila de rosetas en las esquinas que se disponen entre hileras de dientes de sierra. El tipo de altar que vemos en Ujo aparece repetido en otras iglesias, como La Lloraza y Los Pandos, en Villaviciosa, y Olloniego, en Oviedo. También se ha conservado la pila bautismal románica, que tiene una copa de forma semiesférica, sin decorar, apoyada en un pie cilíndrico, según un modelo ampliamente repetido en la región, que ha conservado varios ejemplos en la zona de Cangas del Narcea. En los sillares románicos de la iglesia de Ujo aún son apreciables varios signos lapidarios: se encontraron varias “A”, que también se encuentran en Arbas y Villamayor (Piloña), numerosas “D” halladas además en Valdediós, algunas “M” localizadas en otras iglesias como Sotiello, San Martino y Valdediós y otras dos “N” repetidas en Arbas, Amandi, Villamayor y la Oliva. Como conclusión, hay que decir que Santa Eulalia de Ujo está muy relacionada artística y documentalmente con las iglesias románicas de Villaviciosa y en particular con el monasterio de Valdediós. Además, es llamativa la influencia que ejerció el románico zamorano en este templo, lo que es comprensible, pues el mencionado cenobio contaba con numerosas propiedades en esta provincia, en concreto poseía unas casas cercanas a la catedral de Zamora.