Identificador
49000_0338
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 30' 8.82'' , Lo, g:5º 44' 34.86''
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Zamora
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
ESTÁ SITUADA EN LA MARGEN IZQUIERDA del río Duero, cerca del llamado Puente Nuevo y del actual cementerio de San Atilano. Es el único resto que queda de un convento fundado en el siglo XII bajo la advocación del Santo Sepulcro, en torno al cual se formó poco tiempo después la puebla del mismo nombre. Según Gonzalo Martínez Díez era una de las tres iglesias de la diócesis zamorana que se incorporaron, antes de 1128, al patrimonio de la Orden del Santo Sepulcro. Sin embargo, la primera referencia documental que hemos encontrado data del 29 de abril de 1167, fecha en la que el obispo don Estaban autorizó a Pedro Díaz y a otros mercaderes de la ciudad edificar una iglesia dedicada a San Julián en una alberguería de pobres construida cerca del Puente Nuevo, con la condición de que no perjudicase las rentas de otras iglesias ni interfiriera en la jurisdicción de la del Santo Sepulcro. En las primeras décadas del siglo XIII se procedió a la renovación del edificio. Manuel Gómez-Moreno afirmaba que se hacían obras allí en 1215 y Guadalupe Ramos de Castro corroboraba en parte esta teoría apoyándose en el testamento de don Giral Fruchel, fechado antes de 1238, que dejó una manda para dicha obra. En base a ello es fácil deducir que existió una primitiva construcción levantada en la primera mitad del siglo XII que fue totalmente reformada a lo largo de la primera mitad de la centuria siguiente, momento al que debe corresponder la mayor parte del edificio conservado. En 1489, al suprimirse la Orden del Santo Sepulcro, pasó a depender de la de San Juan de Jerusalén, a cuya Sacra Asamblea pertenecieron sus priores hasta 1894, en que fue agregada a la parroquia de San Frontis, condición que se mantiene hoy día. La iglesia se encuentra en la parte alta de una ligera pendiente, adosada por su costado occidental a algunas casas del barrio y rodeada en el lado sur por las tapias de un corral particular. Consta de una nave rectangular, con capilla mayor de testero recto y torre a los pies. Está construida por entero en arenisca local aparejada en sillares más o menos regulares, muy desgastados por la erosión y con algunas marcas de cantero. En el exterior destaca la cabecera, con una ventana abierta en el muro oriental formada por un arco de medio punto de arista nacelada que cobija una estrecha aspillera sobre la que aparece grabada y pintada una cruz de doble travesaño, en clara referencia a los antiguos propietarios del templo. Otras ventanas más sencillas se disponen en los costados norte y sur. Sus muros, al igual que los de la nave, se coronan por medio de una cornisa soportada por canecillos troncopiramidales decorados con hojas lanceoladas, similares a los de otras iglesias zamoranas. En época más moderna se recreció el alero, disminuyendo de esta manera el pronunciado desnivel que originalmente existía entre el ábside y la nave. En el muro septentrional de la nave se abre la portada de acceso, formada por un arco de medio punto doblado que descansa sobre una línea de imposta cortada a bisel. La puerta de madera conserva los clavos decorados con cruces de doble travesaño incisas a buril, que algunos han interpretado como restos del antiguo herraje medieval. A lo largo de toda esta fachada se conservan varios canzorros que soportaron la techumbre de un espacio cubierto que abarcaba hasta el testero de la capilla mayor. Al parecer se trataba de un viejo pórtico que fue utilizado también como lugar de enterramiento y osario. Cuando en 1999 se procedió al derribo de algunas dependencias allí adosadas, se descubrieron los restos de unas pinturas murales del siglo XIV que decoraron las paredes del propio pórtico o de alguna capilla construida en esos momentos. En el lado sur se halla la sacristía y una portada, hoy cegada, que comunicaba con las antiguas dependencias claustrales, de las que hay constancia todavía en la primera mitad del siglo XVII. Según José Ángel Rivera de las Heras, en la visita pastoral de 1639 se hacía referencia al mal estado en que se encontraban “las paredes del claustro de la dicha yglesia”, que al parecer nunca se llegaron a reparar, pues poco tiempo después se ordenó cegar la puerta que comunicaba con el interior del templo. A los pies de la nave se levanta una torre de planta rectangular compuesta por dos cuerpos separados por una imposta lisa. El primer cuerpo tiene un arco de medio punto cegado en el lado sur, mientras que el segundo sólo conserva una espadaña con dos huecos para las campanas en la cara norte. Para Guadalupe Ramos de Castro esta torre correspondería a la fase más antigua del templo, erigida probablemente en la primera mitad del siglo XII. Es evidente que su construcción obedece a una campaña diferente a la del resto del edificio, pero creemos que no hay elementos suficientes para argumentar una mayor antigüedad. En el interior, la cabecera se cubre con una bóveda de cañón apuntado que debió ser reformada en época más moderna, lo que obligó al recrecimiento de los muros como hemos visto en el exterior. Se abre a la nave a través de un arco triunfal apuntado y doblado que descansa sobre impostas de bisel. En el muro sur de la capilla se abre un arco de medio punto que comunica con una antigua dependencia -hoy sacristía- iluminada por una saetera dispuesta en su muro oriental. A través de este cuarto se accedía directamente al claustro por medio de una portada dispuesta en su lado oeste, actualmente tapiada. La nave se techa con una armadura del siglo XV muy reformada, de la que se conservan el arrocabe, los canes y los dobles tirantes originales. A los pies se dispone otro arco, de traza muy parecida al triunfal, que da paso a un tramo cubierto de cielo raso sobre el que se eleva la torre. En la restauración de 1969 se descubrieron bajo el solado de la capilla dos estelas discoideas decoradas con cruces patadas y una piedra cuadrangular con un hueco en el centro que parece corresponder a una antigua mesa de altar.