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Fachada oeste y muro norte de Sant Pere de Castellnou de Osso de Sió

Identificador
25257_02_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.767943, 1.145623
Idioma
Autor
Nuria Montoya Vives
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Pere de Castellnou d’Ossó

Localidad
Castellnou d’Ossó de Sió
Municipio
Ossó de Sió
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Pere de Castellnou de Osso de Sió

Descripción

Iglesia de Sant Pere de Castellnou d’Ossó

Esta iglesia, dedicada a san Pedro y situada en el extremo oriental de la población, se construyó en un lugar elevado en las afueras del núcleo de población. Aunque esta separación entre el pueblo y la iglesia se ha comparado con los pequeños asentamientos poco poblados de tierras pirenaicas conocidos como villas abiertas, no parece ser el caso de Castellnou, ya que se conoce la existencia de una muralla con portales. También se ha planteado la improbable hipótesis de que el municipio se trasladase de lugar, dejando la parroquia fuera del núcleo. A pesar de ser una construcción de la segunda mitad del siglo xii, la primera mención conservada data de finales del siglo siguiente, concretamente de una relación de las iglesias que en 1279 pagaban el diezmo papal al obispado de Urgell. Está documentado que en 1515 el estado del templo era muy deficiente. Por el contrario, actualmente, su aspecto es bastante bueno, ya que se restauró en la década de los ochenta del siglo xx.

 

Se trata de un edificio que presenta una planta compuesta por una sola nave rectangular y un ábside semicircular. En la parte superior central del liso paramento exterior absidal se abre la única ventana del templo, la cual es de doble derrame y arco de medio punto monolítico, y que en el interior presenta un peculiar antepecho formado por otro arco de medio punto monolítico invertido. Esta es una característica muy poco frecuente en tierras catalanas, donde, además de este caso, solamente se encuentra en dos iglesias de la Segarra: Sant Pere de Figuerola (Torà) y Santa Maria de Tauladells (Torrefeta i Florejacs). Sobre dicho vano, y coronando el lienzo bajo la cornisa, discurre una moldura biselada. Los muros laterales, también lisos, carecen de vanos y están reforzados por seis potentes contrafuertes, tres a cada lado. En el meridional, además, se construyó una escalera exterior para acceder a la espadaña de doble vano que remata la fachada oeste. En esta última se encuentra la portada, compuesta por un arco de medio punto enmarcado por dos arquivoltas con molduras aboceladas apoyadas en sendos pares de columnas con capiteles carentes de decoración. Enmarca el conjunto una chambrana formada también por un bocel.

 

En el interior, la nave se cubre con una bóveda de cañón y el ábside con la habitual de cuarto de esfera. Un arco de medio punto, bastante deformado, enmarca el espacio absidal y facilita la transición a la mayor anchura de la nave. Recorre la base de las bóvedas y de dicho arco una lisa moldura biselada. En el tramo occidental del muro sur se abrió en época posterior un arcosolio a modo de capilla. Otra reforma fue la construcción de un coro elevado a los pies del templo.

 

El aparejo utilizado en los paramentos está compuesto por sillares de buen tamaño, muy bien labrados y escuadrados, y cuidadosamente dispuestos en hiladas horizontales uniformes.

 

En el cementerio situado al sur se conservan unas estelas funerarias discoidales decoradas con sendas cruces griegas.

 

Sarcófago

 

En el interior del templo, se conserva una pieza de cierto interés, un sarcófago con decoración esculpida. Se encuentra bastante erosionado, probablemente porque en sus orígenes se hallaba en la intemperie, en el cementerio adyacente. Está compuesto por cuatro piezas de arenisca de color claro, procedente del valle de Sió: una caja paralelepípeda, una tapa rectangular que la cubre y un par de patas. La caja mide 0,3 m de altura, 0,45 m de ancho y 1,6 m de largo, y está formada por un bloque rectangular que fue vaciado en su interior de una manera bastante regular. La tapa es una superficie plana con un ligero biselado en todo su perímetro, lo que provoca que sea algo mayor que la caja. Los dos pies son prácticamente iguales, miden unos 0,40 m de alto por 0,45 m de ancho.

 

Lo más interesante de esta pieza es la decoración en relieve que presenta en la cara frontal de la caja y en las dos externas de las patas. La técnica utilizada para su realización es el bajorrelieve, que se combina con algunos elementos incisos. No se trata de una obra de gran calidad técnica, sino que, por el contrario, sus elementos son muy simples y sus figuras esquemáticas y con un aspecto bastante arcaizante. En la cara frontal de la caja, dos escenas dentro de sendos marcos rectangulares flanquean un círculo en el que unos trazos incisos parecen dibujar una rueda o una cruz patada. En la escena de la izquierda aparece un personaje con túnica corta que sujeta una cruz latina en la mano derecha, mientras que en la otra sostiene un objeto esférico, similar a los otros tres que completan la representación. La parte superior está ornada con una sencilla secuencia de trazos verticales. En la otra escena, la situada en la mitad derecha del sarcófago, se sitúan tres personajes ataviados con túnicas largas. Dos de ellos sujetan una misma cruz latina, el mismo tipo de objeto que alza el tercero, el cual, a su vez, da la mano al del centro. El más cercano al círculo central, además, alza su mano derecha. En la parte superior, muy desgastada, se intuye la presencia de una línea zigzagueante. Se ha considerado que podría tratarse de unas mujeres, ya que parece que tienen la cabeza cubierta, que se han asociado con unas plañideras, y que la acción podría transcurrir en el campo, ya que la decoración de trazos verticales representaría la tierra, y la ondulada correspondería a unas hojas de laurel o hiedra que se relacionarían con el mundo funerario. Otra de las interpretaciones propuestas para la escena apunta a que el personaje que aparece aislado sería un acólito o un joven monaguillo, lo que se justificaría por su menor tamaño y su cabeza desproporcionadamente grande. Dada la ruda calidad de la talla, estas interpretaciones resultan algo especulativas. No se puede considerar que los personajes llevan toca y, por tanto, son mujeres, puesto que el que aparece aislado, que también parece llevar algo que podría ser interpretado como dicha prenda, viste túnica corta, atuendo impropio de dicho género. Asimismo, el que el grupo de tres porte unas cruces de buen tamaño parece ser contradictorio con el hecho de que fueran unas plañideras. Para finalizar, la falta de proporciones, considerando la escasa pericia técnica del tallista no puede ser utilizada para determinar la edad de los personajes y, por lo tanto, para deducir que uno de ellos sea un monaguillo. Mucho nos tememos que, con la información disponible, lamentablemente resulta imposible el poder plantear alguna interpretación razonable.

 

En la cara exterior de las patas del sarcófago se labraron unos motivos geométricos. En la pata de la izquierda se incluyen dos flores de seis pétalos inscritas en sendos círculos, una en bajorrelieve y otra incisa, detalle éste que pudiera ser premeditado, y orientado a expresar una oposición entre complementarios, o, quizás, a representar el sol y la luna. El uso de flores hexapétalas es muy frecuente en la decoración funeraria, y puede estar relacionado con un contexto astral, de representación de la eternidad y la inmortalidad. Entre las dos flores se encuentra una figura humana inscrita en una mandorla almendrada, que algún autor ha identificado con una mujer, que podría simbolizar la eternidad.

 

En la pata derecha el motivo geométrico labrado es una secuencia de siete círculos entrecruzados, a los que se les ha dado una lectura celeste, asociada a las esferas planetarias. Con frecuencia en el cristianismo el número siete ha sido utilizado para hacer referencia al origen de la creación, la eternidad. Además, el círculo es un elemento que también simboliza la eternidad, puesto que no tiene ni principio ni fin.

 

Aunque hay indicios para pensar que tanto la representación figurada como los elementos geométricos de la decoración de este interesante sarcófago podrían apuntar a una lectura en clave funeraria vinculada con la eternidad y la resurrección, no es posible concretar una interpretación medianamente viable.

 

La cronología de esta pieza se ha situado a mediados del siglo xii.

 

Texto: Juan Antonio Olañeta Molina/Nuria Montoya Vives - Fotos: Nuria Montoya Vives

 

Bibliografía

 

Bolòs i Masclans, J. et alii, 2002, pp.100-103; Catalunya Romànica, 1984-1998, XXIV, pp. 547-549; Miró i Rosinach, J. M., 1974; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1981, pp. 129-130, 155, 221-225 y 318-319.