Santa Maria de Puigpardines
Santa Maria de Puipardines
La iglesia de Santa Maria preside en el vecindario de Puigpardines, que se encuentra al Sureste de Sant Privat d’en Bas. Se pude acceder desde les Preses, donde tomaremos la carretera GIP-5226 que se dirige a Sant Privat. La dejaremos un poco antes de llegar al pueblo de Mallol, para continuar por un camino vecinal asfaltado, que sale a mano izquierda y que conduce a Puigpardines.
Santa Maria de Puigpardines aparece ya documentada en el año 1060 como parroquia. Más adelante, en el año 1108, fue cedida por el obispo Bernat Umbert de Girona y por la vizcondesa Ermessenda, esposa de Udalard Bernat de Milany, a la canónica agustiniana de Santa Maria de Manlleu. Poco tiempo después, los canónigos de Manlleu fundaron el priorato de Puigpardines, pavordía canonical regida por un canónigo pavorde o prepósito; tenía sólo uno o dos sacerdotes, y algún sirviente. En 1131, el obispo Berenguer Dalmau de Girona confirmó al priorato la donación de la iglesia de Sant Privat d’en Bas hecha por el vizconde de Bas, Pere de Cervera. Unos años más tarde, en 1175, recibió una donación por el testamento del vizconde Hug I, y en 1196 se vuelve a nombrar en el testamento del vizconde Hug II Ponç. Ya en el siglo xiii, aparece en la relación de iglesias que contribuyen con sus diezmos a las cruzadas (1279-1280).
Fue famosa la llamada cofradia d’en Bas establecida en esta iglesia, que agrupaba nobles y campesinos entre los siglos xiii y xiv. Los terremotos de 1427 y 1428 afectaron gravemente la construcción, lo cual propició la marcha de la comunidad de canónigos. A partir el 1592 se convirtió en simple parroquia rural, pronto convertida en sufragánea de Sant Privat d’en Bas, pese a que suele aparecer en las actas de visitas pastorales como ecclesiam parrochiale prioratus Beate Marie de Puigpardines. A finales de la primera década del siglo xx se levantó el actual campanario de planta cuadrada, anulando el anterior. Durante los primeros días de julio de 1936, la iglesia fue saqueada y se perdieron todos los altares, objetos litúrgicos, y las pinturas que decoraban sus paredes.
Las notables proporciones del templo llaman la atención, pero debemos tener en cuenta que fue el único cenobio agustiniano de los valles de Olot, circunstancia que podría justificarlas. La iglesia ha sido muy transformado a lo largo de los siglos, pero conserva algunos elementos del edificio románico del siglo xii. En concreto, varios elementos de la portada, que se ubica en la zona de poniente, y una pila bautismal que se conserva en el interior.
Los terremotos que tuvieron lugar en el siglo xv dañaron la cabecera del templo y fue necesario derribarla. En su lugar se construyó un cuerpo en el que se abrió una nueva puerta de acceso, cambiando así la orientación del templo. Posteriormente, en el siglo xviii, se añadieron varios cuerpos en los lados meridional y norte, destacando la torre campanario de planta cuadrada en el ángulo noreste.
La actual puerta de entrada, situada a levante, muestra un sencillo portal renacentista con una hornacina y un ojo de buey. La primitiva portada románica está actualmente tapiada. Es una puerta adovelada en forma de arco de medio punto, con dovelas de buena factura protegidas por un guardapolvo, y con un tímpano liso sobre dintel, apoyado en dos cimacios lisos; que coronaban sendos capiteles, a su vez montados sobre fustes de columnas monolíticos. En los brancales de la puerta hay un motivo decorativo muy simple, en forma de piña ornamental. Encima de la puerta, algo descentrada, persiste una ventana de doble derrame, coronada por un arco de medio punto monolítico. Al lado de la puerta vemos unos grandes sillares con inscripciones apenas perceptibles ya, a causa del deterioro de la piedra; parecen relacionadas con el linaje de los Puigpardines (hic requies fit egregius miles nomine Petrus).
En la última década del siglo xx se restauraron los capiteles y se trasladaron al interior, junto a la hornacina que alberga la pila bautismal románica. Los capiteles, de un tamaño muy regular (31 cm de alto), muestran hojas de acanto estilizadas en el interior de la cesta, que presenta unas incisiones verticales, y otras de menor tamaño en el exterior. En la zona superior las hojas se estilizan y en el medio se observan lo que podrían ser pequeñas cabezas que constituirían el único elemento figurado. Los capiteles descansan sobre fustes cilíndricos lisos que a su vez descansaban sobre unas sencillas basas, que quedaron en el exterior. La datación propuesta para estos elementos se suele situar en el siglo xii, por su semejanza estilística a otros de la zona.
Pila bautismal
En el interior del templo se conserva una pila bautismal románica de inmersión, ubicada en una hornacina, que recuerda un arcosolio, en el ángulo suroeste de la nave. Se ha fechado en el siglo xii.
Se trata de una pieza tallada en un bloque de piedra caliza monolítico, de forma troncocónica, que descansa sobre un soporte, igualmente de piedra, de menor tamaño. Sus dimensiones (76 cm de alto, y 84 de diámetro) y el relieve en sogueado que se observa a unos 10 cm de la boca, la asemejan a otras pilas bautismales de la región (Sant Cristòfol de Beget, Sant Romà de Joanetes, Sant Bartomeu del Grau), aunque aquí la calidad del relieve es muy tosca. Destaca la presencia de una inscripción, de difícil lectura, situada en la parte superior de la pieza, justo por encima del sogueado.
Texto: MONTSE JORBA I VALERO – Fotos: MONTSE JORBA I VALERO-SOL RIERA ALIER
Bibliografía
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