Identificador
40420_01_089
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 51' 32.26" , -4º 10' 21.41"
Idioma
Autor
Ignacio Hernández García de la Barrera
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
La Losa
Municipio
La Losa
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
La iglesia del antiguo poblado de San Pedro de La Losa, hoy convertida en ermita incluida en el término de La Losa, conserva en bastante buen estado su estructura y sus componentes; se trata de un templo de nave única, cuya cabecera está formada por tramo recto y curvo y su nave presenta mayor altura que aquella. Combina el uso de la mazonería con la sillería, reservándose esta última para las partes más relevantes, ya sea por estructura ya por ornamentación. Al exterior, el tramo recto presenta un aspecto tan humilde como homogéneo, con una fábrica de calicanto entre refuerzos de sillería y con una cornisa de piedra, moldurada, sostenida por canecillos de caveto, como única licencia decorativa. El tramo curvo sin embargo luce una mayor riqueza constructiva, tanto por el material -sillería mayoritariamente- como por la presencia de abundantes motivos ornamentales; se divide en dos cuerpos, separados por una imposta de listel y doble escocia, y tres calles organizadas por dos semicolumnas que le recorren en toda su altura, y cuenta con un vano en cada tramo del cuerpo bajo. Estos, todos ellos de similares dimensiones y composición, se singularizan por la ornamentación de los capiteles de sus columnas; se habla por tanto de vanos de ligero apuntamiento, con arco abocelado que apea en columnas de achaparrado canon. A modo de segunda arquivolta se dispone otro arco trasdosado por una chambrana de listel y chaflán que arranca desde la imposta con perfil de filete y caveto. Es la decoración de los capiteles, como ya se ha indicado, la que distingue e individualiza cada vano; en el más meridional, sobre columnas de basa ática, breve fuste liso y marcado collarino, se distinguen dos cabezas humanas, masculina y femenina, que hoy se encuentran muy deterioradas. En el vano central, también seriamente dañado, se aprecia a la izquierda una escena de lucha de guerreros luciendo cota de malla, posiblemente frente a demonios, y, a la derecha, dos parejas de grifos dispuestos simétricamente y tallados en profundo bisel. La ventana más septentrional es la que peor conserva su escultura, siendo más complicado identificar los motivos que la ornamentan, quizá una pareja de leones, a la izquierda, y otra de arpías, a la derecha. Conserva este templo portada a ambos lados de la caja, siendo más rica la correspondiente al costado septentrional; la meridional se dispone en saledizo en el espacio generado por dos contrafuertes, todo ello de sillería. Se compone de un arco doblado de medio punto, sin ornamentar y con arista viva, al que trasdosa un guardapolvos de tacos. Apea este arco en jambas, sin capiteles, pero con unas piezas dispuestas a modo de cimacio, que lucen ornamentación de flores tetrapétalas, de marcados nervios paralelos a su perfil, inscritas en círculos cóncavos, que generan pequeñas volutas en los espacios dispuestos entre ellos. El resto del paramento en que se encuentra situada esta portada está realizado en cajones de mampostería, salvo las esquinas y el remate de la cornisa, ambos en sillería; esta cornisa presenta un perfil de nacela y está sostenida por toda una serie de canecillos, la mayoría de ellos de caveto, entre los que se distingue un grupo con decoración tallada aunque mal conservada. De esta manera se puede distinguir una cabeza humana, otra monstruosa, hojas de punta vuelta, una sirena pájaro o representaciones de cuadrúpedos, liebres posiblemente. Al lado contrario sitúa otra portada, quizá mejor conservada, como el muro en general en que se sitúa; con forma de arco de medio punto compuesto por tres arquivoltas, dos de arista viva y la intermedia con un grueso bocel, este conjunto se dispone en saledizo, rematando en la parte superior en una cornisa abiselada sostenida por ornados canes. Los arcos debían apear en jambas y columnas acodilladas, pero estas últimas se han perdido, así como sus capiteles, que aparecen hoy destrozados e irreconocibles, siendo trasdosado el conjunto por una chambrana de listel y nacela sin ornamentar, al igual que tampoco lo está la imposta situada en el arranque del arco, esta con perfil de filete y chaflán. Entre la serie de nueve canecillos con que cuenta esta portada hay que señalar la presencia, de izquierda a derecha, de una cabeza animal, un ave, otra cabeza animal, otro ave, una figura femenina vestida y de vientre abultado, una serpiente, una mujer mostrando sus vergüenzas, una figura masculina de desproporcionado falo y finalizando en una cabeza de toro. La cornisa que remata este muro, moldurada de igual modo que la cabecera, también cuenta con un conjunto de canecillos, en los que la mayoría son de caveto; sin embargo presenta otros con motivos esculpidos cuyo estado de conservación es irregular. De este modo, se distinguen cabezas de monstruos, hojas de penca con punta vuelta, cabezas y figuras humanas, aves y seres híbridos. El exterior se completa con un muro occidental cegado salvo por la presencia de un rosetón en la parte superior; este se compone de un vano circular doblado, con perfil abocelado, rodeando este bocel por ambas caras un cordón de puntas de clavo. El interior de este templo, a pesar de su ya largo periodo cerrado al culto, se conserva admirablemente intacto, siendo uno de esos ejemplos donde mejor se puede apreciar la concepción de este tipo de espacios. Se compone de una nave de tres tramos cubierta con bóveda ligeramente apuntada y una cabecera de tramo recto y curvo; en la nave, dos sencillos fajones de sillería que arrancan de ménsulas cúbicas organizan los tramos, careciendo aparentemente de función tectónica, al estar construida la bóveda a partir de mampostería encofrada. Con esta misma técnica está realizado el muro occidental, salvo el óculo abierto en su parte superior, que repite la composición vista al exterior estando aquí mejor conservado, especialmente la chambrana de bisel y chaflán. Los muros de caja por su parte, están realizados en técnica mixta, combinando la mampostería con la sillería, estando organizados de manera idéntica y simétrica; así los tramos de los extremos acogen arcos ciegos de medio punto que rematan en la parte superior a la altura de la imposta de arranque de la bóveda, mientras que los centrales, donde se sitúan los vanos de las puertas, son enteramente de sillería, presentando unos meritorios arcos adintelados en los espacios correspondientes a los vanos. A partir de un arco triunfal doblado y apuntado, se accede a un presbiterio compuesto de tramo recto y curvo organizados por un codillo y fajón también apuntado; las bóvedas, del mismo material que las de la nave, son de cañón y de horno, arrancando de una imposta de doble moldura cóncava. Conserva el presbiterio el banco corrido, con moldura de bocel, a lo largo de toda su longitud, elemento que era habitual en los templos para la celebración colectiva y que tantas veces se ha visto fragmentado o simplemente eliminado. Al interior, los tres vanos vistos fuera cambian su perfil presentando ahora uno de medio punto, pero su composición y proporciones son muy similares; un doble arco doblado, el interior abocelado, que apea en jambas y columnas de corto canon, es trasdosado por un guardapolvos con perfil de listel y chaflán, mismo perfil que luce la imposta que marca su arranque. La decoración vuelve a centrarse en los capiteles, estando estos un tanto deteriorados; en el vano situado más al norte, uno de ellos llena su cesta con hojas lisas muy esquematizadas que rematan en volutas, mientras que frente a él, lo hace con una pareja de arpías. Los del vano central representan ambos motivos vegetales, uno con tallos entrelazados llenando la copa y otro con dos niveles de carnosas hojas lisas de punta vuelta; repite este motivo vegetal el capitel de la izquierda del vano más meridional, luciendo aquí las hojas perfil apetalado. Por su parte, en el último de los capiteles, se encuentra una pareja de híbridos, que parecen ser centauros, con fondo de hojas rematadas en crochets. Este último vano es el único que cuenta con cimacios ornamentados, ya que el resto son sencillas molduras de listel y caveto; aquí sin embargo, con perfil de filete y bisel, se decora con diversidad de tallos generando clípeos. Los elementos decorativos de este antiguo templo se completan con los capiteles del arco triunfal y unas ménsulas en las que apean los arcos ciegos en su parte más próxima al presbiterio; estos últimos elementos son de reducidas dimensiones y se ornamentan con hojas carnosas y lisas bajo un cimacio de listel y caveto. El capitel septentrional por su parte presenta en su cara mayor una lucha entre jinetes ataviados con cota de malla, celada y armados con lanzas, llenando las menores una sirena-pájaro y lo que parecer ser un basilisco; el meridional por su parte presenta una sirena de doble cola, con marcadas escamas, melena cayendo en mechones simétricos tapando los pechos, rostro apenas caracterizado y brazos abiertos, en su cara central, mientras que ocupando las menores aparecen un centauro armado con arco y un personaje vestido con cota de malla a lomos de un grifo al que parece estar infringiendo un duro castigo; este breve repertorio parece aludir a la lucha frente a las pasiones como camino de salvación. No debe alejarse mucho la datación de este templo del tercer cuarto del siglo XIII. Antes de concluir, permítaseme la pequeña licencia de manifestar un deseo: esta iglesia, hoy considerada ermita, es un testimonio a conservar tal cual está, es un magnífico ejemplo de arquitectura medieval y gran parte de su valor radica en cómo ha llegado hasta el día de hoy; justo es agradecer los esfuerzos de sus propietarios porque esto haya sido así, como justo también sería estar al tanto para facilitarles en lo posible que así siga siendo, evitando su deterioro bien por causas naturales bien por desafortunadas intervenciones de pretendidos salvapatrias.