Iglesia de Sant Miquel del Soler de Dalt

La ermita de Sant Miquel está situada a escasos 50 m al Norte del caserío del Soler de Dalt, entre la sierra de Odèn y la cima del Puig Sobirà. Para llegar desde Solsona se debe tomar la carretera LV-4241 en dirección a Sant Llorenç de Morunys y al llegar Coll de Jou desviarse a la izquierda por la carretera L-401. Tras haber recorrido unos 8 km, se debe proseguir a la izquierda por una pista forestal que conduce al núcleo constituido por las fincas del Soler de Dalt y el Soler de Baix.

Aunque no se conocen noticias de época medieval relativas al templo no sería descabellado pensar que hubiese sido una ermita vinculada a uno de los caseríos cercanos del Soler de Dalt o del Soler de Baix, tal y como sucede con otras iglesias situadas en parajes aislados.

El templo, orientado al Noreste, presenta una planta formada por una sola nave rectangular y un ábside semicircular. En el paramento exterior de éste, que es liso y se apoya en un zócalo de perfil superior biselado, se abre una ventana de doble derrame, formada por tres arcos de medio punto monolíticos en degradación decorados con sendas molduras en bocel, enmarcadas, a su vez, por sendos filetes que recorren todo el perímetro de éstas. Corona el muro absidal, por debajo de la cornisa, una moldura en bisel decorada con diferentes formas geométricas, como bolas, algunas con una cruz incisa, o cilindros en posición horizontal. Los muros laterales son lisos y cuentan, al igual que el ábside, con algunos mechinales. En el sureste se abre la puerta compuesta por un doble arco de medio punto en degradación con dovelas bien trabajadas y de tamaño muy desigual, algunas de ellas, los dos salmeres. Estos reposan sobre sendas impostas trabajadas a bisel. La arista del arco exterior está rebajada en caveto y en ella se distribuyen algunas pequeñas bolas. Una de las dovelas superiores incorpora una figura humana en bajorrelieve de formas muy esquemáticas y factura simple. Se halla de pie, vestida con hábito talar y con los brazos en jarras. Podría tratarse de la representación de un clérigo, teniendo en cuenta la interpretación de otros relieves similares que aparecen en templos cercanos, como Sant Jaume dels Tracs en Riner, Sant Lleïr de Casavella, en la Coma i la Pedra o el santuario de Santa Maria del Puig Aguilar, en Guixers. Precisamente, en el intradós de la portada de este último aparece una figura de idéntica postura a la que nos ocupa. La fachada suroeste es lisa, en ella se abre una ventana cruciforme, y está coronada por una espadaña de doble ojo añadida en época moderna. En su lado oriental se observa que el paramento ha sido rehecho. El aparejo utilizado en el resto de los paramentos exteriores está compuesto por sillares de tamaño diverso, muy bien labrados y pulidos, y cuidadosamente dispuestos en hiladas uniformes.

El  interior conserva su estructura románica sin demasiadas alteraciones. En una intervención reciente se decidió eliminar parte del rebozado de época moderna y dejar a cara vista el aparejo original. La nave se cubre mediante una bóveda de cañón ligeramente apuntada y el ábside lo hace con una de cuarto de esfera. Ambas arrancan de sendas molduras biseladas. Separa los dos espacios un arco algo apuntado que descansa sobre columnas con fuste liso sobre basa y pedestal alto, y rematadas con capiteles troncocónicos muy sencillos y de tosca factura. Junto a la puerta se halla lo que pudo ser el fuste de una pila bautismal, aunque su avanzado estado de deterioro impide aportar datos fiables sobre su cronología.

En líneas generales, el templo se adscribe a las formas del románico rural de pleno siglo xii. Por lo que respecta a los elementos escultóricos, si nos atendemos a las fechas barajadas para otros ejemplares de factura similar, cabría apuntar a un momento tardío, entre finales del siglo xii y principios del siglo xiii.

Texto: Nuria Trigueros Beltrán /Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: Nuria Trigueros Beltrán Planos: Roberto Presta Siscar

 Bibliografía

Catalunya Romànica, 1984-1998, XIII, pp. 210-211; Vidal Sanvicens, M. y Vilaseca López, M., 1979, pp. 288-290.