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Vista general del Poblado y de la Iglesia de Sant Miquel de Tudela

Identificador
25072_05_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.7278, 1.30639
Idioma
Autor
Cristina Tarradellas Corominas
Juan Antonio Olañeta Molina
Montserrat Cano Colldeforns
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Miquel de Tudela

Localidad
Prenyanosa
Municipio
Prenyanosa
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Miquel de Tudela

Descripción

Iglesia de Sant Miquel de Tudela

Desde la salida 520 de la autovía A-2 hay que dirigirse a Les Oluges y Sant Ramon. Llegados a esta última población se continúa por la L-324 unos 3,2 km hasta encontrar un desvío a la izquierda que lleva a Queràs. Desde este núcleo, formado por un par de casas, se sigue por el camino de la derecha, que empieza con una fuerte pendiente, y en el que, al encontrar una cadena, se debe dejar el coche para continuar a pie. Si desde Queràs se decide ir por el camino de la izquierda, se recorren unos 2,5 km por una pista forestal hasta encontrar otra cadena, a partir de donde hay que andar. Este segundo camino, que transcurre por la umbría de San Miquel, es el que ofrece unas mejores vistas, y permite apreciar los restos del antiguo poblado.

Son escasas las referencias documentales que se han conservado sobre este lugar: tan solo una donación realizada en 1042 y la mención en el acta de consagración de la iglesia de Santa Maria de Guissona, de 1098, donde la iglesia de Tudela figura dedicada a san Pedro. En la Alta Edad Media, el lugar pertenecía a la familia Oluja y estaba vinculado en el pueblo vecino de Queràs.

De la población de Tudela tan solo quedan unos vestigios esparcidos por el cerro en el que se asentaba, así como la iglesia de Sant Miquel ‒advocación tardía‒ que, en un lamentable estado, domina el paisaje desde lo alto de un cerro. De entre los restos conservados del asentamiento se ha conseguido identificar, en la parte alta, una estructura de planta cuadrangular, que posiblemente corresponde a los restos de una torre. En el mismo lugar, se observa parte de un muro construido con grandes sillares, del que subsisten únicamente tres hiladas. Por la carena y por la ladera del cerro, siguiendo la marcada orografía del terreno, hay abundantes restos de otras construcciones que delimitan espacios rectangulares bastante pequeños que a buen seguro corresponden a viviendas. En las zonas septentrional y oriental se alza un muro de unos 2 m formado por sillares rectangulares dispuestos en hiladas que se cree corresponde a parte de la antigua muralla. 

La iglesia presenta una planta compuesta por una nave rectangular y un ábside semicircular, precedido por un corto espacio presbiterial. En el tramo oriental del muro norte, en época posterior, se adosó una sacristía de planta rectangular. En el paramento exterior del ábside, dos finas columnas adosadas, que arrancan de sendas basas troncocónicas lisas que se apoyan en un zócalo que recorre la base del paramento, determinan tres entrepaños, en el centro de los cuales se abre una ventana de doble derrame y arco de medio punto monolítico. Estas semicolumnas no alcanzan la cornisa, pues quedan interrumpidas al poco de haber sobrepasado la altura del arco de la ventana, al llegar al punto en el que se aprecia un cambio de aparejo. Los sillares alargados, aunque de tamaños desiguales, dispuestos en hiladas no siempre continuas, pasan a ser sustituidos por unas piedras de mayor tamaño y mejor labradas, dispuestas y pulidas. Este cambio de material y la interrupción de las semicolumnas, son claro indicio de que esta parte superior del muro absidal fue objeto de una reparación en algún momento, muy posiblemente todavía en época románica. En el paramento, que conserva algunos mechinales, se aprecia, en el lado sur, una amenazadora grieta vertical, la cual es testimonio de los problemas de estabilidad del templo. 

El muro sur es liso, y en él se abre, en su extremo oriental, una sola ventana, estrecha y alargada, de derrame simple hacia el interior. El aparejo de este lienzo es notablemente diferente al del ábside y al del resto de muros perimetrales. Está formado por un material más menudo, más corto y desigual, trabajado de forma más tosca, hasta el punto que en algunos tramos se puede hablar de sillarejo. Su disposición es más irregular. Como en el ábside, recorre la base un zócalo, que en este caso está formado por tres niveles escalonados. Una junta situada en el lado oeste del paramento puede haber sido el resultado de una nueva reparación.

El tramo occidental del muro norte, es liso, conserva algunos mechinales y presenta unos sillares labrados de forma similar a los de la parte inferior del ábside. En la parte occidental de los lienzos septentrional y meridional, se observan sendas juntas que marcan un cambio de aparejo, lo que puede indicar que la fachada oeste pudo ser reformada. En el centro de este frontis se abre la única puerta de acceso al templo, de factura moderna, posiblemente realizada en 1807, fecha que figura grabada en la clave de su arco. 

En el interior, la nave se cubría con bóveda de cañón, la cual se ha venido abajo. El muro norte vio ampliada su anchura en el transcurso de las citadas reformas, lo que permitió abrir un arcosolio enmarcado por un amplio arco. Por su parte, el ábside está cubierto con bóveda de cuarto de esfera, que a duras penas aguanta en pie gracias a la acción de tres potentes puntales. La parte superior del arco presbiterial que precede al espacio absidal tampoco se ha conservado. 

El edificio puede datarse bien avanzado el siglo xii, si bien ha sido objeto de varias reformas y reparaciones en diferentes momentos.

En el exterior, paralelo al muro sur, a 1 m escaso de distancia, se halla una tumba antropomórfica, que formaba parte de una necrópolis documentada en la vertiente sur de la colina.

 

TEXTO: CRISTINA TARRADELLAS COROMINAS/ JUAN ANTONIO OLAÑETA MOLINA – FOTOS: CRISTINA TARRADELLAS COROMINAS/ MONTSERRAT CANO COLLDEFORNS –  PLANOS: XAVIER JOSEP GELONCH PIFARRÉ

Bibliografía 

Baraut i Obiols, C., 1986, pp. 173-176; Bertran i Roigé, P., 1979a, p. 299; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI, pp. 644, 693-694; Catalunya Romànica, 1984-1997, XXIV, pp. 398-399. Llorenç i Soler, A., 1992-1993, pp. 388-389; Turull i Rubinat, A., 1991, p. 485-486; Vidal-Vilaseca, 1981, pp. 218-219.