Sant Miquel de Fontfreda
Iglesia de Sant Miquel de Fontfreda
La vecindad de Fontfreda, está situada al sur del término de Maçanet, y cuenta con unas pocas viviendas diseminadas. La iglesia de Sant Miquel se encuentra en las estribaciones de levante de la montaña del santuario del Fau, en un enclave boscoso. Para acceder al lugar se debe partir de Maçanet de Cabrenys y tomar la pista asfaltada que, a la altura del km 11,400 de la GI-503, conduce a Sant Andreu d’Oliveda. Seguiremos la pista hasta que pasa a ser de tierra y, tras dejar el camino que conduce a Sant Pere dels Vilars, continuaremos a la izquierda unos 4 km por un camino que discurre por un frondoso bosque de robles y encinas que nos conduce a la iglesia. La existencia de una fuente junto al templo podría tener relación con el topónimo que la identifica.
Parece que la iglesia de Fontfreda existía ya en el siglo ix o x. El lugar, que dependía del condado de Besalú, aparece ya citado en 952, y conocemos su donación al priorato de Santa Maria de Lladó por un documento de 1115. Pasados unos años, en 1123, una bula del papa Calixto II confirmó la posesión de la ecclesia de sancti Michaelis Fontefrigido al mismo priorato. Igualmente, el templo aparece en las Rationes decimarum Hispaniae (relación de iglesias con rentas propias que debían contribuir a las Cruzadas) de 1279 y 1280. La encontramos mencionada en los nomenclátores de la diócesis de Girona del siglo xiv como Ecclesia parroquialis sancti Michaelis de Fontefrigido.
En el siglo xvii perdió la condición de parroquia, convirtiéndose en sufragánea de Sant Cristòfol dels Horts, en Albanyà. Desde 1928 pertenece a la parroquia de Maçanet, pero permaneció abandonada durante muchos años con el consiguiente hundimiento de parte de la cubierta. Entre 1973 y 1975, y gracias a la iniciativa particular y vecinal, fue restaurada y se restableció el culto en ella. Con carácter anual, el último sábado de septiembre se celebra una romería.
Se trata de un edificio de una nave rectangular cubierta con bóveda de cañón y ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. Llama la atención que nave y ábside presentan la misma altura de muros y por este motivo ambos están cubiertos al mismo nivel. En cambio, la fachada occidental está sobreealzada, presenta una ventana de doble derrame en el centro superior y está rematada por tres pilares que forman una espadaña de dos aberturas con arcos de medio punto. El ábside está rematado por un friso de dientes de sierra soportado por una cornisa en caveto que también recorre el muro sur. En el centro se aprecia una ventana de doble derrame con arco monolítico de medio punto, y en el lado de la Epístola, una ventana de aspillera.
La portada está situada en el muro de mediodía. Consta de un solo arco de medio punto formado con dovelas de tamaño mediano en gradación, que descansan sobre impostas planas y biseladas. Todo ello enmarcando la puerta de acceso rectangular, con un gran dintel monolítico que ocupa prácticamente el espacio del tímpano, que se cierra con dos sillares. Sobre la puerta hay un bloque de piedra con una cruz en relieve que ocupa parte del espacio que albergaba una lápida sepulcral de mármol que hoy se conserva en la iglesia parroquial de Sant Martí de Maçanet. En este muro se observan, además, sendas aberturas de doble derrame y de ojo de buey respectivamente, formadas con arcos monolíticos.
En el interior, la bóveda arranca de unas cornisas en caveto, en la zona de la nave, y en bocel en el ábside. El pavimento parece original con losas de piedra, rectangulares y bien escuadradas que conducen al presbiterio que se eleva por medio de tres escalones. Destaca el banco de piedra corrido alrededor de los muros, que también se encuentra en otras iglesias románicas de la zona.
Podemos diferenciar dos tipos de aparejo. En la parte inferior de los muros exteriores norte y oeste, está formado por sillarejo y pequeñas piedras desbastadas unidas con abundante mortero y dispuestos de forma irregular. En el resto del edificio, incluidos los muros interiores, el aparejo es a base de sillares grandes de piedra granítica, de buena factura y colocados en hiladas regulares, lo que permite suponer una datación de entre finales del siglo xii o inicios del xiii, si bien en el interior se aprecian restos de una etapa anterior, quizá del siglo xi.
Pila bautismal
A los pies de la nave, junto a la puerta de entrada, encontramos una pila bautismal románica de granito, monolítica y de forma ovalada. Por sus características y sencillez de líneas la podemos comparar con otras muy parecidas que encontramos en diversas iglesias románicas de la región, de difícil datación pero que situamos hacia los siglos xii o xiii.
Elementos de forja de la puerta de acceso
La puerta consta de dos batientes de madera de roble que hasta mediados de la década de los ochenta del siglo xx todavía conservaban los elementos de forja románica. Desgraciadamente, ahora sólo quedan sus marcas en la madera, que permiten adivinar que se trataba de ocho juegos de tiras con dobles volutas enfrentadas en los extremos. Sí se conservan algunas tiras y la cerradura, muy lisa incluido el remate de sus extremos. El conjunto poseía, así mismo, dos tiradores de aros lisos que pendían de piezas circulares adosadas a la madera.
Lápida sepulcral
Coma ya hemos mencionado, encima de las dovelas del arco de la portada había una lápida sepulcral de mármol que actualmente se puede admirar en la capilla lateral norte de la parroquia de Sant Martí de Maçanet de Cabrenys. Se trata de una pieza monolítica de mármol blanco, rectangular y labrada en bajo relieve, que representa una escena relacionada con las exequias de un eclesiástico, enmarcada por franjas lisas.
En el centro de la representación se nos muestra al difunto tendido sobre un lecho bajo soportado por seis patas, que Manuel Riu identifica como banco destinado al lavatorio del difunto. El personaje principal destaca por su mayor tamaño respecto al resto de figuras presentes en la escena. Está representado casi frontalmente, vestido con túnica mortuoria, con los brazos cruzados y sostiene un cáliz sobre su pecho mientras otro personaje lo abraza con el brazo izquierdo y posa su cabeza sobre su hombro. A sus pies, una tercera figura apoya su mano derecha en la mejilla, mostrando así su dolor. Dejamos constancia de que según Manuel Riu se trata de dos mujeres, lavando el cadáver y mostrando su dolor, respectivamente.
De pie, a la izquierda de la escena, vemos también a un eclesiástico, posiblemente un sacerdote, que sostiene un libro con los brazos extendidos sobre la cabeza del difunto. En el lado opuesto, otro personaje también de pie, quizás un acólito, sostiene con su mano derecha una cruz procesional patada, en tanto que en la izquierda lleva un hisopo o contenedor del agua bendita. Ambos instrumentos se usaban para el ritual de la aspersión y absolución del difunto.
En el centro de la escena se nos representa a dos ángeles de medio cuerpo que emergen de nubes y sostienen una pequeña figura. El conjunto representa la elevación de la personificación del alma del difunto. Esta iconografía tiene un origen bizantino y se desarrolló durante el románico. Completan la composición tres candelabros, dos de mayor tamaño, detrás del lecho y otro, sobre un trípode, a los pies del difunto.
Al referirnos a dicha lápida no podemos dejar de mencionar otra, de parecidas características, conservada en la parroquia de Sant Pere d’Albanyà pero perteneciente a Sant Feliu de Carbonils. Dado que Sant Miquel de Fontfreda fue donada en 1115 al priorato de Lladó y que consta que, en la segunda mitad del siglo xii, dicho priorato tenía posesiones en Carbonils, nos aventuramos a relacionar ambas piezas con priores de la canónica; en el caso de Fontfreda podría tratarse de Grau (1114-1136), y en el de Carbonils proponemos a Arnau de l’Hospital (1196-1214). Esta hipótesis se basa en la presencia de las lápidas de osarios de los abades Joan (1089-1115) y Arnau de Coll (1136-1196) en la fachada de Santa Maria de Lladó, lo cual nos permite pensar que la de Fontfreda corresponde al abad Grau. La existencia de unas letras poco visibles abre otra posibilidad. Se observan dos letras L en la base del lecho mortuorio lo cual nos llevaría a proponer que el difunto representado fuese Arnau de Coll cuya cronología (1136-1196) encajaría con la que, se supone, corresponde a la pieza.
Texto y fotos: Montse Jorba i Valero– Planos: Núria Dolors Vila Costa
Bibliografía
Amenós i Martínez, L., 2009, p. 64; Badia i Homs, J., 1977-1981, pp. 256-257, 263; Catalunya Romànica, 1984-1998, IX, pp. 561-563, 1986, XXII, pp. 151-154, 171-173; Pons i Guri, J. M., 1964, pp. 36, 68; Prat i Torrent, L., 1991, pp. 216, 225; Riu i Riu, M., 1982, p. 30; Roura i Sabà, P., 1997, pp. 9, 13, 15, 18.