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Virgen de Santa María d'Ullà

Identificador
17204_01_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.051666, 3.108164
Idioma
Autor
Ana Victoria Paul Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa María de Ullà

Localidad
Ullà
Municipio
Ullà
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María d'Ullà

Descripción

Antigua canónica de Santa Maria de Ullà

 

Los escasos vestigios de la desaparecida canónica agustiniana de Santa Maria parecen localizarse a unos 300 m aproximadamente, hacia el Suroeste del núcleo urbano del pueblo de Ullà. Lo ínfimos restos de la pretérita colegiata se hallan en un campo cercano a un camino rural que todavía se conoce como el camino de l’Església Vella (de la Iglesia Vieja), que es perpendicular a la carretera C-31.

 

El día 14 de febrero de 1117, Berenguer Dalmau, obispo de Girona, concedió a Pere Vidal, capellán de la ecclesie sancte Marie de Uliano, y a sus sucesores, tomar ciertas prestaciones de las tierras de Ullà que pudiera adquirir, así como la primicia del mismo término. Cuatro años más tarde, el mismo Pere Vidal es documentado como presbítero fundador de la canónica regular agustiniana de Santa Maria, acontecimiento realizado en 1121 con el beneplácito del referido obispo de Girona, del arzobispo Oleguer de Tarragona, del conde Ponç Hug I de Empúries y de Ponç Guillem, señor de Torroella de Montgrí.

 

La canónica se erigía en un lugar muy cercano a la línea costea (que, en el Medievo, quedaba mucho más al oeste que en la actualidad), y en 1178 fue saqueada por piratas sarracenos procedentes de Mallorca, que mataron a varios canónigos. Poco más tarde, una serie de crecidas del río Ter afectaron notablemente el lugar, quedando el edifico completamente sepultado y habiéndose de construir otro. Se conserva el acta de consagración de esta segunda iglesia (ecclesiam venerandam in sanctissimae Dei genitricis Maria, situada in comitatu Impuritanensi in loco qui vocatur Ulianus), fechada en el año 1182, gracias a lo cual conocemos el notable patrimonio de la canónica, que tenía entre sus posesiones a la antigua parroquia de Sant Andreu, y además a las de Sant Joan de Bellcaire, Sant Mateu de Canet de la Tallada, Sant Genís de Casavells, Sant Joan de Matajudaica, Sant Romà de Llabià y Sant Martí de Fontanilles.

 

La vida de la canónica se mantuvo durante la baja Edad Media, pero desde 1452 fue regida por priores comendatarios. En 1592 fue secularizada y se convirtió en una colegiata de canónigos regulares. Durante el siglo xvii todavía se hallan noticias sobre el cenobio, como la bendición de varias campanas o la licencia para la ampliación de una de sus capillas, la del San Cristo, solicitada por el payés Isidre Martí. Finalmente, la colegiata fue abandonada entre finales del siglo xviii y comienzos del xix, trasladándose la comunidad a la nueva iglesia parroquial de Santa María, construida en el núcleo elevado de la población (a escasos metros de la antigua iglesia de Sant Andreu). La vida comunitaria se vio afectada por la ley de desamortización de 1835, aunque perduró hasta los años cuarenta de aquella centuria.

 

Como se ha mencionado, del antiguo conjunto monástico de Ullà quedan unos mínimos vestigios, identificados en un muro de pared de unos 20 m longitudinales por 90 cm de alto, cuya sillería, muy ruda, se combina con sillares escuadrados en algunos puntos. Jaime Villanueva todavía pudo ver, a principios de siglo xix, los restos de las dos iglesias del priorato (la primera, vinculada a la fundación de 1121; y la segunda, la consagrada en 1182), pero a finales del mismo siglo el historiador local Josep Pella i Forgas ya afirma haber hallado tales construcciones, “sino con un paredón que se levanta en unos campos al mediodía de la población”. Probablemente, pues, el muro conservado hoy sea solamente una zanja de división territorial, que podría haber sido levantada con material de los restos de la antigua colegiata.

 

 

Mare de Déu de la Fossa

 

En la parroquia neoclásica de Santa Maria de Ullà, dentro de una vitrina en el camarín, presidiendo el presbiterio, se conserva una talla de la Virgen con el Niño procedente de la primigenia canónica medieval. Se la conoce como la Mare de Déu de la Fossa (del foso) debido a su procedencia de la antigua canonica, que quedó enterrada bajo tierra.

 

Se trata de una talla de madera policromada, de 67 cm de alto, que sigue las características tipológicas de las denominadas Sedes Sapientiae, esto es, la Virgen, entronizada y representada con marcada frontalidad y hieratismo, presentando al Hijo sentado en su regazo, reflejando el misterio de la Encarnación. La inexpresiva faz de María está enmarcada por una toca sujeta bajo la barbilla, luciendo el cuello al natural, sobre la que se postra una sencilla corona, de cuya parte posterior surge el velo que se desliza hasta abrigar los hombros. El manto, de modesto escote oval, cubre todo el cuerpo de la Virgen, exceptuando pies y manos, formando sinuosos pliegues de factura exquisita e intuyendo la túnica interior que, a la altura del pecho, insinúa estrías verticales estrías. Los pies surgen por debajo de la indumentaria, mostrando un calzado apuntado que reposa diagonalmente sobre el escabel del trono, que consta de cuatro columnillas adosadas en los ángulos culminadas por senda esfera, y un respaldo bajo. Sentado sobre las rodillas de la Madre, el Niño viste una túnica lisa recogida en su mitad inferior formando un pliegue en forma de V. Bendice con la mano derecha alzada, y sujeta con la izquierda el orbe; le falta la corona.

 

Gracias a un preciso y reciente estudio de análisis y conservación de la pieza, se han podido diferenciar las numerosas intervenciones a las que ésta ha sometida a lo largo de los siglos. En cuanto a la coloración pictórica, el conjunto, que hasta mediados del siglo xx aparecía notablemente blanqueado, presenta una superposición de capas de policromía en diversos puntos, concentrándose mayormente en las carnaciones y en la indumentaria de ambos personajes, cuya decoración original se basaba en un estampado de círculos incisos y marcados con un compás, cubiertos por una fina lámina de metal a imitación de un dorado o estofado. En la actualidad es posible distinguir levemente dichos esgrafiados, ocultos tras la grisácea veladura, así como restos de color negro y rojo original. Con el estudio de la imagen, se verifica también que ambas manos del Niño y la derecha de María son de nueva factura (pertenecen a una substancial intervención efectuada a partir del año 1940), al igual que la base y la mayor parte del trono, la parte exterior del respaldo del cual muestra la policromía de las barras catalanas en vertical, además de una decoración fitomorfa en sus laterales. Asimismo, se confirma que tanto la mano izquierda de la Virgen como la parte frontal de la cabeza, el contorno de la corona y los hombros, han sido reconstruidos.

 

Tanto por el hieratismo, la geometrización, la frontalidad de las figuras y su carente comunicación sentimental, la Mare de Déu de la Fossa se clasifica en el contexto tipológico de las Maiestas Mariae bizantinizantes, equiparándose a las Vírgenes que constituyen las últimas manifestaciones de éstas características en Cataluña, entre las que se encuentran la Virgen de All (MNAC) o la de la parroquia de Sant Vicenç de Saneja –desaparecida y perteneciente a la comarca de la Cerdanya–, ambas fechadas alrededor del siglo xiii. Por sus atributos morfológicos, la Virgen de Ullà debería incluirse en una cronología cercana ya al siglo xiii.

 

Texto y foto: Ana Victoria Paul Martínez

 

 

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1989, VIII, pp. 328-330; Cobos i Fajardo, A., Tremoleda i Trilla, J. y Vega i Ferrer, S., 2010, pp. 49-51; Flórez, E., 1819, p. 398; Marquès i Planagumà, J. M., 1995a, pp. 405-446; Marquès i Planagumà, J. M., 1996a, pp. 35-67; Martí Castelló, R., 1986, pp. 49-63; Pella i Forgas, J., 1883, p. 400; Quiles i Roca, M. y Rovira i Pons, P., 2010, pp. 23-40; Villanueva , J., 1803-1852, XIII.