Sant Pau de Fontclara
Iglesia de Sant Pau de Fontclara
El pueblo de Fontclara está situada a 1’3 km al Norte de Palau-Sator. La iglesia se sitúa al fondo de una plaza que se encuentra al final de la primera calle a la derecha desde la entrada al pueblo por la carretera de Palau.
Sant Pau de Fonclara fue, en origen, un monasterio benedictino, según se documenta inicialmente en un precto del rey Odón del año 889. La comunidad, sin embargó, no debió prosperar, y ya en el 908 aparece el lugar como dominio de la abadía languedociana de Santa Maria de la Grassa. Desde finales de siglo xii está documentada como parroquia.
La iglesia es un edificio románico de una sola nave, con un ábside semicircular cuyo muro exterior articulan tres largas lesenas, sin arcuaciones ciegas en la cornisa superior Entre dichas lesenas se abren tres ventanas de doble derrame. En una reforma del siglo xvii se añadieron varias capillas a la fábrica original, además de una sacristía, y se reformó también la facgada occidental, en donde hay una bonita portada clasicista, una ventana rectrangular y una gran espadaña de doble vano. Hay otro acceso, quizás original (aunque parece reformado) y actualmente cubierto con un vidrio, en el extremo del costado sur, lugar donde se aprecia mejor el aparejo del templo primitivo.
En el interior, la bóveda de la nave es de cañón corrido, apuntada, y quizás añadida posteriormente a la estructura de los muros. La bóveda del hemiciclo absidal es de cuarto de esfera y está decorada con uno de los pocos ejemplos de pintura mural románica de la zona. Aunque evidentemente reformado, y restaurado modernamente, el aparejo interior queda completemente a la vista, con un sillarejo de pequeño tamaño, bastante irregular, algo mejor en el muro del ábside. Denota una obra del siglo xi.
Pinturas del ábside
La decoración pictorica del ábside es, sin duda, el elemento de mayor interés del conjunto de Sant Pau de Fontclara. Su programa iconográfico presenta algunas peculiaridades poco comunes entre las pinturas murales del románico catalán. Una reciente restauración, en el año 2007, ha devuelto con rotundidad la brillantez a los colores originales, lo que facilita la lectura de las imágenes, pese a las abundantes pérdidas que se observan, sobre todo, en la parte superior.
En el centro de la cuenca absidal, preside el conjunto una imagen de la Maiestas Domini en una mandorla prácticamente circular, perfilada por tres bandas de otros tantos colores distintos: ocre, azul oscuro (muy desgastado) y celeste. La figura de Cristo porta nimbo crucífero y está sentado en el arco del cielo, representado con el mismo tipo de líneas y colores que la mandorla. Viste túnica azul con cuello y puños en ocre oscuro y manto en los mismos tonos de tierra, profusamente adornados con pliegues delicadamente dibujados. Se muestra en actitud de bendecir, con el Libro en la mano izquierda, y a su su alrededor se disponen los cuatro símbolos del Tetramorfo.
Debajo de este espacio central, y sobre un fondo de bandas de colores planos, se representa un apostolado completo, presidido, en el centro, por las figuras de san Pedro y san Pablo. La distribución de los apóstoles, que dialogan en parejas afrontadas, guarda semejanzas con la representación que de la misma escena encontramos en el folio 36 de la Biblia de Ripoll, aunque no parece factible pensar en una relación directa del manuscrito sobre la pintura. La representación de los apóstoles es habitual, desde luego, en las artes pictóricas del románico catalán, siendo quizás las figuras de algunos frontales de altar tardíos (Baltarga, Orellà) las más próximas a las de Fontclara desde el punto de vista de la composición (apareados y dialogando), aunque no respecto al estilo.
Una amplia franja ornamental, decorada con ajedrezado, separa las figuras apóstolicas del registro inferior, que queda articulado por las tres ventanas absidiales. Se presenta aquí un ciclo de san Pablo, el titular de la iglesia, dividio en cuatro escenas que se leen de izquierda a derecha. La primera, con la figura de Pablo, barbado, sin nimbo y con un cayado en la mano, representa el momento de emprender el camino hacia Damasco. La segunda escena, situada ya entre dos ventanas, muestra a Pablo después de caer del caballo, con los ojos cerrados para representar la ceguera causada por el destello de la visión divina, aquí representada con la Dextera Domini que le señala; completan el cuadro las figuras de tres soldados, con sus respectivas lanzas, que le acompañan en el viaje. En el plafón siguiente se dibuja el bautismo: Pablo, todavía sin nimbo, es bautizado por Ananías ante una figuración arquitectónica en la que algunos autores han visto la casa de la calle del “Recto Camino”; la mano de Dios bendice la escena, mientras que otros tres personajes, de pie, la contemplan. La ultima escena está bastante deteriorada y es difícil de identificar: aparece un personaje nimbado e imberbe, que no parece ser Pablo. Restos de cortinajes pintados en la parte inferior revelan como se completaba la decoración absidial, en la parte inferior del muro.
También el arcio triunfal estaba ricamente decorado, en este caso con imágenes de los 24 ancianos del Apocalipsis, retratados por parejas, en la adoración del Cordero que se halla representado en un medallón central, en la clave del arco. Los ancianos están de rodillas, mirando a la teofanía, tocados con coronas y vestidos con túnicas blancas; ofrecen los instrumentos musicales y las copas de perfumes. Su disposición es excepcional dentro de la pintura románica catalana, en la que los ancianos aparecen frecuentemente pero nunca representados de esta forma, que parece reflejar una peculiar combinación de modos arcaizantes y novedades temáticas de finales de siglo xii y principios del xiii; probablemente se funden aquí las visiones apocalípticas de Juan y Mateo combinadas con las fórmulas compositivas de dos tradiciones iconográficas de la representación de la adoración de los ancianos, una proveniente de Italia y el mundo carolingio (tradición occidental) y la otra, hispana, que perpetuó algunas imágenes paleocristianas a través de los Beatos. Todavía, en el arco exterior, aparecen dos personajes más, uno en cada lado, en la parte superior, nimbados, pero no tocados. El de la derecha porta un instrumento musical, acaso el rey David; el de la izquierda no se identifica.
El conjunto pictórico, con esta particular Parusía, parece una interpretación bastante original de los textos bíblicos; la disposición de los Ancianos, en actitud de adoración, es una novedad que se repite solo, en Cataluña, en la iglesia relativamente próxima de Sant Tomás de Fluvià, aunque por su ubicación (en el arco triunfal, dispuestos por parejas en registros superpuestos) pueden relacionarse con las pinturas que hubo en la vecina iglesia prerrománica de Sant Julià de Boada; incluso se ha llegado a pensar que Fontclara y Sant Julià fueron obra de un mismo taller.
Al interés y originalidad iconográfica, que revelan una cronología de ejecución tardía, muy probablemente posterior a 1200, se opone una definición estilística que no refleja las novedades bizantinizantes del momento, y que, por el contrario, mantiene unas formas geométricas y un el hieratismo figuratuvo de corte ciertamente tradicional.
Texto y fotos: Consueo vila martí – Planos: Laura Mas Tudó
Bibliografía
Badia i Homs, J., 1977-1981, I, pp. 263-264; Catalunya Romànica, 1984-1998, VIII, pp. 233-239; Vicens i Vidal, F., 2010, pp. 24-26; Carbonell i Esteller, E., 1974-1975, II, p. 35; Carbonell i Esteller, E., 1984, p. 116; Cook, W. W. S., 1955, p. 34; Cook, W. W. S. y Gudiol Ricart, 1980, pp. 101-102; Rovira i Pons, P., 2008, pp. 24-35; Sureda i Pons, J., 1981, p. 354; Sureda i Pons, J., 1984, pp. 132-139; Sureda i Pons, J., 1985, pp. 377-379