Sant Pere del Castell de les Sitges
Iglesia de Sant Pere de les Sitges
La iglesia de Sant Pere de les Sitges, junto con su pequeño camposanto, el castillo y los vestigios de casas que restan del antiguo poblado, constituyen un conjunto arquitectónico medieval de un gran interés, que permite comprender cómo vivía la nobleza de la Segarra y cuáles eran sus costumbres. La capilla se erige al lado de la fortaleza, por lo que, para acceder a ella se ha de seguir la misma ruta que se ha indicado para ésta.
La primera referencia histórica al lugar de les Sitges, que se remonta a los años 1042 y 1075, es el inventario de las rentas del obispo de Urgell en Sanaüja, en el que se mencionaba que la cuarta parte del diezmo de Palou había sido permutada por la cuarta parte del diezmo de les Ciges. En dicho documento consta que el término estaba organizado como una parroquia, lo que ya implica la existencia de una iglesia. No se vuelve a tener noticias del templo hasta el siglo xviii, concretamente hasta la visita pastoral del obispo de Urgell, realizada el 12 de abril de 1758, en cuya acta, además de enumerar los objetos de que se disponía para oficiar la misa, se señalaba que la iglesia de San Pedro Apóstol de les Sitges era sufragánea de la iglesia parroquial de Florejacs.
La iglesia dedicada a san Pedro presenta un lamentable estado de conservación, pues, además de que buena parte de su exterior, principalmente la techumbre y el ábside, aparece oculto por la vegetación, presenta importantes problemas estructurales que amenazan su integridad. Se trata de un sencillo edificio de pequeñas dimensiones que responde al modelo de planta de nave única rectangular –cuyas medidas son 13,2 m de largo por 5,9 m de ancho– y cabecera formada por un ábside semicircular liso, en cuyo centro se abre una ventana de doble derrame coronada por un arco de medio punto monolítico. La utilización de este tipo de arco compuesto por una sola pieza es un elemento característico de muchos de los edificios de la zona, como Sant Julià del Llor, Sant Salvador de Gra y Santa Maria de Castellmeià, entre otros. Además del arbusto de grandes dimensiones que dificulta su visión, sobre todo contribuyen al deplorable estado de conservación del ábside los restos de un nicho funerario adosados en su parte inferior y la amenazadora grieta que recorre de arriba a bajo su paramento.
Los elementos que más llaman la atención de su lateral sur son los dos potentes contrafuertes que se le adosaron para evitar el inevitable desplome de su muro, cuya causa hay que buscar en la inestabilidad del edificio provocada por la reducción del nivel del terreno para la creación de un camino. Al quedar al descubierto los cimientos, y eliminarse buena parte de la tierra que dotaba de estabilidad a la base de la estructura, el muro comenzó a desplomarse, como pone de manifiesto la espectacular grieta que se abre en el punto en el que se traba el lienzo meridional con el ábside. Los cambios en el aparejo utilizado en el paramento son claro testimonio de las reparaciones que ha habido que realizar en el mismo como consecuencia de este problema estructural. Entre ambos contrafuertes se halla una estrecha ventana, cegada al interior, de doble derrame con un arco de medio punto, también monolítico. El muro septentrional está cubierto hasta una altura considerable por el talud de la parcela con la que linda, lo que facilita el acceso a la espadaña por medio de la escalera de piedra construida sobre la vertiente norte de la techumbre. En la fachada occidental se abre la puerta de acceso, resuelta mediante un arco de medio punto en cuya clave se representa el escudo de la familia Josa, y que es el resultado de una reforma realizada en época posterior a la de la construcción del edificio. Encima de dicha portada está emplazada una ventana de forma rectangular y un solo derrame. El frontispicio se corona con un campanario de espadaña de dos vanos, con arcos de medio punto peraltados que se apoyan en una imposta trapezoidal. La cubierta exterior, a dos aguas, está realizada con losas de piedra, sólo visibles en la zona absidal, y sin que haya diferencia de nivel entre la nave y la cabecera. Los paramentos, salvo en las zonas que han sido objeto de reparaciones, presentan un aparejo constituido por sillares pulidos y escuadrados, de un tamaño considerable, dispuestos en hiladas uniformes.
En el interior de la capilla, la nave se cubre con una bóveda de cañón apuntada compartimentada en cinco tramos por otros tantos potentes arcos fajones, también de perfil apuntado, de los que tres descansan sobre pilastras y dos arrancan directamente del muro. Son de una hechura bastante simple y rústica, a la vez que asimétricos, sobre todo en el muro sur, a causa de los ya comentados problemas estructurales del edificio. El ábside se cubre con bóveda de cuarto de esfera y está enmarcado por un arco presbiteral de medio punto en gradación. La zona absidal, a la que se accede a través de dos escalones, está circundada por una imposta trapezoidal biselada, que muestra, en la pilastra norte del arco, una decoración de líneas onduladas que combina los trazos incisos y en relieve, en la que algún autor ha visto la figura abstracta de un pez sumergido bajo las aguas y, al asociarla con la ornamentación presente en algunas pilas bautismales, como en la de Tossa de Montbui, ha propuesto que se trate de una representación simbólica del agua. Sin embargo, su localización en el muro, y el hecho de que este tipo de decoración no sea un motivo poco habitual en los repertorios ornamentales, abren un interrogante sobre su verdadero significado. A cado lado de los muros laterales se abren unas hornacinas, dos en el sur y una en el norte. Un banco de piedra circunda las paredes de la nave.
La capilla de Sant Pere de les Sitges es una obra que se ha datado a finales del siglo xii o principios del xiii, dentro del románico tardío.
Estelas
En el antiguo camposanto de la iglesia de Sant Pere se emplazaban un conjunto de siete estelas funerarias, las cuales fueron las primeras de las que se tuvo noticia en Cataluña y pueden datarse en la primera mitad del siglo xii. Lamentablemente, aunque en fotografías de la década de 1980 aparecen todas, en la actualidad sólo se conservan dos, una expuesta a la intemperie en el propio cementerio y la otra en el interior del castillo. La primera está muy mal conservada a consecuencia de la erosión producida por el paso del tiempo, lo que dificulta la identificación de las formas representadas. La segunda mide 33 cm de diámetro por 22 cm de grosor y muestra en de sus caras una cruz en relieve inscrita en un marco circular. La otra cara también está enmarcada por una orla circular doble de fuerte incisión.
Texto: Helena Soler Castán/Juan Antonio Olañeta Molina- Fotos: Helena Soler Castán
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XXIV, pp. 480-482; Diví López, C. et alii, 2010, pp. 195-196 y 284; Miró, J. M., 1983, pp. 87-91; Miró, J. M., 1986, pp. 17-106; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1981, pp. 289-291.