Castillo de Faners
SANTA COLOMA DE FARNERS
El término municipal de Santa Coloma de Farners se encuentra en el centro de la comarca de la Selva, situado entre el macizo de las Guilleries y la llanura gerundense. Los principales núcleos de población son la villa de Santa Coloma, cabeza de municipio, y los agregados de Castanyet, Sant Pere Cercada y Sant Miquel de Cladells, este último anexionado en el año 1972.
El sector noroeste del término es accidentado por una serie de montañas de altura media, que no llegan a los 1000 m, entre las que destacan el serrat del Corb y los montes de Farners, donde se encuentran los restos del castillo que fue el centro histórico del municipio.
La villa de Santa Coloma de Farners se encuentra a 142 m de altitud, sobre una terraza fluvial, a la izquierda del último tramo de la riera de Castanyet. Su historia se remonta a una primitiva iglesia documentada desde el año 898, destruida por los húngaros que invadieron los condados gerundenses hacia el 926. En el año 950, el obispo Gotmar de Girona consagró cuatro nuevas iglesias en el valle de Farners, entre las cuales la de Santa Coloma. El primitivo núcleo urbano se desarrolló alrededor de la iglesia parroquial, construida en el siglo xiv, y de la casa Farners, señores de la villa, que se encontraba en la actual Plaza Mayor.
El topónimo Farners aparece citado en documentos del siglo xi, y hace referencia a los antiguos molinos harineros que abundaban en este lugar.
Castillo de Farners
Los restos del castillo de Farners se encuentran en la cima de una colina desde donde se divisa prácticamente toda la comarca de la Selva. Se llega por una pista forestal que sale del parque de Sant Salvador, en Santa Coloma de Farners, justo al inicio de la carretera que lleva a Sant Hilari Sacalm (GI-551). Tras pasar un pequeño puente, hay que recorrer unos 5 km de pista de tierra hasta llegar al castillo.
El castillo de Farners era, junto con el de Tagamanent, uno de los principales enclaves situados en el paso que comunicaba las comarcas de la Selva y el Vallès con las llanuras de Vic. El Liber Feudorum Maior proporciona las primeras noticias que tenemos de él, al dar testimonio del juramento de fidelidad que el vizconde Ramon Folch de Cardona hizo al conde Ramon Berenguer I entres 1040 y 1076. Con el dominio condal de los castillos de Farners y Tagamanent, se aseguraba el control de dos de los principales accesos al condado de Osona. Ramon Berenguer I infeudó el castillo al vizconde de Cardona, y éste, a su vez, a un linaje de castellanos. En el año 1060, el señor del castillo de Farners era Ramon Ramon de Farners, casado con Sicarda y, en 1123, ostentaba el cargo Guillem Ramon de Farners.
El castillo aparece citado en el acta de consagración de la vecina iglesia de Santa Maria, celebrada el 23 de abril del año 1200 y en la que constan como firmantes Ramon de Farners, su hijo Berenguer, su esposa Elisenda, Pere Ramon de Vilademany y su esposa Ermessenda. Pocos años más tarde, los Vilademany consiguieron hacerse con el dominio y la jurisdicción del castillo, hasta que el vizconde Ramon de Cardona lo donó a Guillem de Savassona y a su mujer, Beatriu, en 1249. En el año 1279, el dominio y la jurisdicción del castillo pasaron de nuevo a los Vilademany.
El castillo de Farners se ajusta plenamente a la tipología de fortaleza feudal del siglo xi. Consta de un recinto de planta básicamente trapezoidal, de unos 211 m2 de superficie, y una torre maestra de planta circular que se alza en su interior, adosada a la muralla de levante. En el exterior del ángulo suroeste del recinto se levanta otra torre, de planta trapezoidal; está ligeramente distanciada de la muralla, pero unida a ella mediante un muro.
El recinto está formado por unos muros que, en su mitad inferior, miden entre 124 y 150 cm de grosor y están construidos con sillares regulares. La mitad superior tiene una anchura de tan sólo 65 cm, y su aparejo es muy irregular. Esta diferencia de grosor conforma un corredor perimetral, o paso de ronda, que sigue todo el perímetro interior del muro, y al cual se accede a través de una escalera adosada de 19 escalones. Las paredes del recinto están jalonadas de saeteras, dispuestas a alturas diferentes, y coronadas por almenas en su parte superior. Se aprecian también las diversas hileras de mechinales donde encajaban las vigas de madera que sostenían los forjados.
La puerta de acceso al recinto se encuentra en el muro de poniente; mide 3,5 m de altura por 1,75 m de anchura y está coronada por un arco de medio punto, exteriormente, y por un arco rebajado, interiormente. En época moderna se abrió otra puerta secundaria en el muro norte, que mide 70 cm de ancho.
La torre cilíndrica mide 8,40 m de diámetro y llega a los 12 m de alto. Se asienta sobre una banqueta de cimentación de 90 cm de altura, y sus muros miden 2,30 m de grosor. Está coronada por almenas y, justo debajo de ellas, rodeando el extremo superior del cilindro, se abren 12 saeteras. El acceso al interior de la torre se hacía a través de una puerta situada a 7 m sobre el nivel del suelo. Justo debajo de la puerta, se conservan los tres mechinales donde encajaba la plataforma de madera que daba apoyo a la escalera y que, igual que ésta, podía retirarse fácilmente en caso de peligro.
La segunda torre, de planta trapezoidal, mide exteriormente 4 x 5 m y sus muros tienen un grosor de 80 cm. Su presencia nace de la necesidad de proteger el sector meridional del recinto.
Una excavación arqueológica llevada a cabo entre los años 1991 y 1992 dejó al descubierto varias compartimentaciones en el interior del recinto, aunque sólo las de la zona norte corresponden al siglo xii.
El acceso al castillo se realiza a través de un camino excavado en la roca, que se transforma en gradería en las zonas de desnivel. Al inicio de este camino se conserva la cisterna que recogía el agua de lluvia. Cabe decir, asimismo, que en el vecino turó del Vent se conservan restos de construcciones relacionadas con el castillo. Se han localizado muros de piedra, agujeros y otras estructuras excavadas en la roca, lo que ha llevado a plantear la hipótesis de que existiese una torre de vigilancia de madera.
El castillo de Farners es un notable ejemplo de fortaleza feudal construida a mediados del siglo xii, aunque la excavación arqueológica de 1991-1992 puso en evidencia la existencia de estructuras más antiguas, pertenecientes quizás a un castillo anterior al actual. El estudio arquitectónico del edificio llevado a cabo esos mismos años, permitió documentar otras dos fases constructivas correspondientes a las épocas tardomedieval y moderna: la elevación de los muros perimetrales, efectuada entre los siglos xiii y xv; y una reforma general de inicios de siglo xviii, que llevó a cabo por una guarnición borbónica que ocupó el castillo hasta su abandono en el año 1726.
El conjunto fue objeto de una profunda restauración arquitectónica entre los años 2001 y 2003, financiada por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
Texto y fotos: Luisa Amenós Martínez
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