Castillo de Artesa
ARTESA DE SEGRE
El municipio de Artesa de Segre abarca un total de veintitrés núcleos de población, la mayoría de los cuales tienen su origen en la Edad Media, a partir de una posesión señorial o alodial con castillo e iglesia. Desde Lleida se llega a la villa de Artesa de Segre por la carretera C-26, a la que se le une la C-14, el eje Tarragona-Andorra, unos metros antes de la entrada a la población. Se caracteriza por una gran variedad paisajística que abarca desde las llanuras de secano del sur, que colindan con la comarca de Urgell, hasta las montañas y bosques del norte junto al Pallars Jussá Atraviesan el término municipal el río Segre y el canal de Urgell. En su territorio se encuentran varios asentamientos neolíticos, como el de la Roureda de Vernet, y los poblados de Colldelrat y Refet. Aníbal cruzó estas tierras con su ejército en 217 a. C. Los árabes se instalaron desde mediados del siglo viii hasta la definitiva conquista cristiana entre 1018-1026 por parte del conde Ermengol II y con la ayuda del conde Berenguer Ramon I de Barcelona.
En el municipio existen varios restos de castillos medievales, como el Castellot, último vestigio de la fortaleza de Artesa, donde, además, se erigían las tres torres derruidas en el 1837 y que forman la parte principal del escudo de la villa de Artesa de Segre, conocida con el sobrenombre de la ciudad de los tres castillos en referencia a las citadas torres. También fueron centros claves de defensa las fortalezas de Montmagastre, Malagastre, Grialó, Comiols, Vernet, Seró.
Castillo de Artesa
Desde la población de Artesa de Segre se divisa la colina coronada por el castillo conocido por la gente del lugar como el Castellot, junto al cual, cuatro torres de comunicación rompen la armonía y dañan la estética del paraje. Se accede a la fortaleza, desde la calle del Calvario que porta hasta los depósitos del agua, y continúa por una pista que llega hasta la cima del cerro.
El castillo de Artesa, construcción de origen musulmán, está emplazado en un territorio que estuvo bajo el dominio del califato de Córdoba, en la zona fronteriza con los condados catalanes. La primera noticia sobre el mismo se encuentra en un documento sin fecha, pero que se sitúa entre 950 y 993, en el que se registra la donación del castillo y villa de Artesa de Segre, previamente a su conquista, realizada por el conde Borrell II de Barcelona y Urgell a Arnau Mir de Cervera bajo la condición de que edificase una iglesia dedicada a santa María. La primera conquista de la fortaleza acaeció entre 1010 y 1017 por parte de Ramon Borrell de Barcelona, quien era tutor de Ermengol II, conde de Urgell. En 1024 se celebró un convenio entre el conde de Barcelona, Berenguer Ramon I y el de Urgell, Ermengol II, en el cual éste último recibió en feudo los castillos de Artesa, Alòs de Balaguer, Malagastre y Rubió. Hacia 1026, sin embargo, la fortaleza volvió a caer en poder de los musulmanes, y no será hasta 1037 que el castillo sea reconquistado por el conde Ermengol II y pase definitivamente a manos cristianas. Al año siguiente este conde vende el castillo y la villa de Artesa de Segre a Arnau Mir de Tost, quien, posteriormente, se mantuvo fiel a los deseos de su mujer Arsendis y legó en su testamento de 1068 la fortaleza a su hija Letgardis, casada con el vizconde de Girona, Ponç Guerau de Cabrera. El vizconde Ponç Guerau III se enemistó con su sobrino Ermengol VIII, conde de Urgell y con el rey Alfonso el Casto, a raíz de la pugna, estos últimos en 1190 se repartieron todas las posesiones del vizconde, entre las cuales figuraba el castillo de Artesa. A finales del siglo xii, la fortaleza y lugar de Artesa pasaron a estar bajo el dominio de la familia Ribelles como consecuencia del casamiento de la marquesa de Cabrera con Gombau III de Ribelles. Hacia el 1396, el conde Mateu de Foix, señor de Andorra y vizconde de Castellbó, que pretendía la sucesión a la corona aragonesa, invadió tierras catalanas y se hizo por la fuerza con el castillo de Artesa. El final de la fortaleza aconteció en el siglo xvi, cuando la familia Ribelles entró en una profunda crisis financiera, la cual generó su abandono y consiguiente degradación. En 1504, Ramon de Ribelles donó el castillo al cenobio de Montserrat, que detentó la jurisdicción hasta la desamortización del siglo xix. El castillo, a pesar de estar en una situación ruinosa, todavía conserva los vestigios de una torre circular andalusí del siglo x, la cual se utilizaba como torre de vigilancia. Desde 1964, en su parte superior se erigió un monumento dedicado al Sagrado Corazón.
El resto de estructuras que se vislumbran entre los árboles y las obras modernas son de época medieval, construidas posiblemente en el segundo cuarto del siglo xi. Se trata de un recinto amurallado que aprovecha la anterior atalaya islámica y que se levanta en el sector meridional. Lo más destacable son los restos de una torre de planta trapezoidal asentada en el macizo rocoso, que se halla en el punto más elevado del cerro, al borde de un despeñadero de muy difícil acceso. Se conservan también restos de un aljibe y de los paños de las murallas. El aparejo empleado es sillarejo dispuesto en hiladas más o menos uniformes, que se encuentra en un estado bastante erosionado.
Texto y fotos: Helena Soler Castán
Bibliografía
Castells Catalans, Els, 1967-1979; VI (I), pp. 255-260; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 170-171; Lladonosa i Pujol, J., 1990, pp. 85-93.