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Vista general

Identificador
09141_01_013
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 37' 27.32'' , Lo, g:3º 34' 47.49''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega,Jaime Nuño González,José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin descripción
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María la Mayor

Localidad
Abajas
Municipio
Abajas
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL de Santa María la Mayor se alza en un altozano que domina la localidad por el norte, siendo visibles por los recientes desmontes parte de la necrópolis que rodeaba al conjunto por el oeste. Existe cierta controversia sobre la advocación del templo, considerado dedicado a la Santa Cruz por Madoz y a San Jorge por Huidobro. Su titular hoy es Santa María la Mayor, y sospechamos que ésta era su primitiva advocación. Se conserva en lo fundamental el templo románico, levantado en sillería caliza y toba, y compuesto de cabecera con ábside semicircular precedido por tramo recto presbiterial y nave articulada en tres tramos. Cúbrese la cabecera con bóveda de horno en el hemiciclo y de cañón en el presbiterio, mismo tipo de cubrición que recibe la nave, con tres tramos de medio cañón ceñidos por fajones doblados que apean en responsiones, prismáticos los del tramo occidental y cruciformes con semicolumnas en los frentes los restantes. Parte la bóveda de una imposta moldurada con un bisel, y su retranqueo en relación a la línea de los muros -dejando sin función tectónica a algunos capiteles, que no alcanzan así a recibir el fajón-, parece indicar una posterior reconstrucción en época indeterminada, aunque manteniendo la tipología original. Sin duda la cabecera y la portada, abierta ésta en el muro meridional del tramo central, constituyen los elementos más significativos del edificio. La primera se eleva sobre un breve zócalo moldurado con bocel y listel; al exterior se articula el ábside en tres paños, marcados por una pareja de semicolumnas sobre plintos cuyos capiteles alcanzan la cornisa. En cada paño se dispone una ventana de arco de medio punto con chambrana decorada con billetes finamente labrados que se continúan como moldura a lo largo del paramento absidal, invadiendo los fustes de las semicolumnas. Sólo la ventana central aloja una estrecha saetera, mientras que la sur -y probablemente la norte, ésta oculta por la sacristía- son ciegas. Los tímpanos de estas ventanas se decoran, respectivamente, con tres nichos semicirculares incisos el de la ventana meridional, y una fina retícula romboidal en torno a un rombo exciso y partido, en la del eje. En el primer caso, esta curiosa decoración de nichos conecta nuestro ejemplo con edificios como Ahedo del Butrón, Castil de Lences, Hermosilla, la ermita de La Oliva en Escóbados de Abajo, y los sorianos de Santo Domingo y San Nicolás, en la capital. La fina retícula del segundo caso recuerda a la del cercano tímpano de Carcedo de Bureba. En el lienzo sur del presbiterio se abría una ventana románica, severamente alterada por una reforma posmedieval y en la que la reciente restauración introdujo el tímpano decorado con triple nicho que, por fotografías antiguas, sabemos se había colocado en la ventana oriental de la sacristía. Es posible que este tímpano proceda de esta misma ventana, alterada para dar luz al ábside en el momento de colocación del retablo mayor, o bien de la del paño septentrional del hemiciclo. Soporta la cornisa de la cabecera, moldurada con una mediacaña, una línea de canes, algunos de nacela y otros sencillamente decorados con formas geométricas y vegetales, así como tres con rostros humanos de sencilla talla. Los capiteles de las semicolumnas del tambor absidal son vegetales; uno, labrado en dos bloques, recibe grandes hojas de agua y cogollos apalmetados en las puntas, muy próximo a otro de la cabecera de Castil de Lences, y el otro dos grandes hojas lanceoladas y nervadas, cogollos en las puntas y en la base una especie de discos con hojitas y un gran florón con botón central. Interiormente, el ábside parte de un baquetón y articula su paramento en dos pisos, delimitados por sendas impostas: la inferior, bajo el alféizar de la ventana, decorada con tres filas de finos billetes y la superior, que marca el arranque de la bóveda de horno, muestra perfil de nacela. La ventana del hemiciclo, abocinada hacia el interior, presenta dos arcos de medio punto, el exterior ornado con dientes de sierra y el interior con finos dados y rombos. Los cimacios se molduran con bocel y bocel sogueado y de las columnas acodilladas sólo resta un fuste decorado con finas acanaladuras. La decoración escultórica del templo nos remite, pese a evidenciar dos facturas distintas, al mejor grupo de iglesias burgalesas de finales del siglo XII. En la cabecera, los ya referidos canes y capiteles manifiestan una labra algo seca, la misma que se evidencia en el interior de la ventana ciega del muro norte del presbiterio. Ésta presenta una curiosa estructura formada por arco de medio punto abarcante y dos arquillos, también de medio punto con la arista decorada con finos tacos y que apean en un capitel ménsula vegetal de crochets. El pseudotímpano que se genera recibe una flor octopétala con botón central inscrita en un clípeo. Los capiteles de las columnas acodilladas son vegetales, de hojas lanceoladas con brotes en las puntas, de marcado nervio central las del derecho. Bajo el capitel pinjante se colocó un relieve tallado en reserva y decorado con un ave encorvada picoteando un brote e inscrita en un clípeo. El diseño de la ventana es similar al del muro norte del presbiterio de Castil de Lences y recuerda a otra del interior de Moradillo de Sedano. Da acceso a la cabecera un arco de triunfo doblado y levemente apuntado, que apea en semicolumnas adosadas a potentes responsiones. Sus basas presentan perfil ático, con finísimo toro superior, breve escocia y amplio toro inferior decorado con ovas y sobre plinto, parcialmente retallado. El capitel del lado del evangelio se decora con dos toscos leones afrontados de cuellos vueltos, rugientes y sobre sumario fondo vegetal, similar a otro del interior de Valdearnedo. El cimacio recibe tres filas de finos billetes, que se continúan en el pilar. El capitel del lado de la epístola se decora con dos parejas de aves afrontadas con picos vueltos picoteando granas en una composición acorazonada que repite un modelo que observamos en la cabecera de Castil de Lences y el interior de Nuestra Señora de la Oliva de Escóbados de Abajo, y de modo más ruralizado en el interior de Valdearnedo y portada de Carcedo de Bureba. El cimacio de este capitel se decora con una banda de dientes de sierra y mascarones monstruosos rugientes en los ángulos. Los capiteles de la nave son más sencillos, vegetales de dos pisos de hojas lisas de marcado nervio central, con crochets las de los ángulos, excepto uno, decorado con dos parejas de toscas arpías afrontadas de cuerpo serpentiforme. Los capiteles fueron pintados al mismo tiempo que la nave, en época moderna, siendo los únicos elementos que la restauración mantuvo en tal estado. En el muro meridional del segundo tramo de la nave se abre la portada, el elemento tanto tipológica como estéticamente más trabajado del conjunto. Se abre en el espesor del muro y consta de dos arquivoltas, la exterior moldurada con bocel y caveto y la interior figurada, ambas rodeadas por chambrana de hojitas acogolladas. Excepcional resulta el alfiz decorado con cuatro hileras de finos billetes, que se continúan en los cimacios. Corona este alfiz, saliente respecto a la línea de la fachada, un tejaroz compuesto de cornisa moldurada con nacela y seis canes figurados con un personaje descalzo y vestido con túnica corta que, en una imposible contorsión se lleva la planta del pie izquierdo a la sien, un ave, un prótomo muy erosionado, una arpía tocada con velo, un busto masculino y un personaje cabalgando y abriendo las fauces de un león, tradicional iconografía de Sansón. Cierra el semicírculo de la portada un tímpano soportado por dos ménsulas de simple nacela, enmarcado por una banda de contario y una sucesión de arquillos en la parte curva y un tallo ondulado con brotes acogollados en la recta. El tímpano se divide verticalmente en dos partes mediante una columnilla con capitel vegetal de crochets y palmeta central que apea en una moderna repisa avenerada. A ambos lados de esta columna se afrontaban dos figuras, rasuradas en el siglo XVIII por orden del párroco. Nos las describe así el sucesor del iconoclasta: “había dos leones en la sobrepuerta que el anterior beneficiado mandó borrar a cincel y escoda, mirándose uno a otro con una columnita en medio y pedestal como para una imagen devota...” (citado por CADIÑANOS, 1993a, p. 246, n. 9). En efecto y quizá en ese mismo siglo, se situó en el pedestal la talla gótica de la Virgen con el Niño que hoy se conserva, muy deteriorada, en la cabecera de la nave septentrional. La arquivolta interior se decora con diez figuras en disposición radial, cada una labrada en una dovela. Realizando la lectura en el sentido de las agujas del reloj, vemos en primer lugar un bello entrelazo calado formado de tallos unidos por anillos perlados y hojas helicoidales, del que contemplamos toscos remedos en las portadas de Soto de Bureba y Almendres; un infante ataviado con túnica corta con ceñidor que ase la cabeza y clava una espada corta en la boca de un dragón de cuerpo escamoso; un espinario barbado sobre fondo vegetal vestido con saya con caperuza; un jinete sobre un caballo ricamente enjaezado que porta en su diestra un fracturado halcón y un lebrel mordiéndose la pata (motivo que volvemos a encontrar en un capitel del triunfal de Hermosilla) sobre la grupa del corcel; un grifo; un ave parcialmente cortada para el encaje de las dovelas; una arpía masculina de ensortijados cabellos y cuerpo serpentiforme; dos cápridos rampantes y opuestos enredados en el follaje que ramonean; una rapaz devorando una liebre, a la que abre el costillar con el pico y, por último, una pareja de dragones afrontados de cuellos entrelazados y colas rematadas en hojas. Las arquivoltas reposan en sendas parejas de columnas acodilladas de fustes monolíticos y basas de perfil ático, con toro superior atrofiado, escocia y toro inferior aplastado con decoración de contario y lengüetas, sobre plintos. Las coronan bellos capiteles, decorados, los de la parte izquierda de la portada, con un dragón de largo cuello encorvado y mordiéndose la cola, bajo un mascarón rugiente y ante una arpía el exterior, y con dos arpías afrontadas de rostro de efebo, con una especie de corbata, las colas entrelazadas y juntando las alas extendidas en el ángulo de la cesta el interior, cuyo astrágalo se decora con hojitas. Ambos relieves encuentran paralelos en sendos capiteles de ventana, uno de ellos suelto, de la también burebana iglesia de Hermosilla. El capitel interior del lado derecho presenta dos grifos afrontados y el exterior es un bello capitel vegetal de acantos muy recortados de puntas acogolladas y palmetas entre ellos. La fina talla cede a la concesión al detalle, como delatan los dados del ábaco de estos capiteles del lado derecho, decorados con cogollos y hojitas lisas de nervio central y bola en la punta. En el acceso se concentra la mayor calidad plástica del templo, aunque no se puede hablar de una campaña decorativa distinta. La mano del escultor de la portada, así como la iconografía que desarrolla y sus recursos compositivos, ponen en estrecho contacto la obra de Abajas con ejemplos próximos como la ermita de La Oliva en Escóbados de Abajo, Castil de Lences, Carcedo y Soto de Bureba, Valdearnedo, etc., así como otros algo más alejados como la portada de Hormaza y los capiteles de Avellanosa del Páramo, relación que alcanza el grado de identidad de manos respecto al ábside de Hermosilla. En cualquier caso, el taller que levanta la iglesia de Abajas participa de ese cierto barroquismo preciosista que caracteriza en lo plástico al tardorrománico burgalés y que contrasta, salvo escasos ejemplos, con el manifiesto conservadurismo y sobriedad de lo arquitectónico. Al interior, la reciente restauración (1993) despojó a los muros del encalado y enlucido moderno, dejando desnudos los muros y a la vista la humilde toba con la que se aparejan. En la misma mediocre sillería de caliza rojiza, con predominio de toba, se alza el conjunto del edificio, incluidos los añadidos y reformas que enmascaran casi completamente la obra románica. Posiblemente en intervenciones sucesivas entre los siglos XVI-XVIII se amplió el templo con el añadido de una nave al norte, habilitándose dos formeros de medio punto que horadan el muro septentrional románico. Esta nave norte se articula en tres tramos, cubiertos con bóvedas de crucería, con terceletes el central y octopartitas en los extremos. La tipología de estas cubiertas parece corroborar una anterioridad del señalado tramo central, con bóveda propia de finales del siglo XV y principios del XVI, frente a los otros, probablemente ya del XVIII. Al norte de la cabecera se adosó una sacristía cuadrada, levantada en mampostería y cubierta con bóveda de terceletes. En el costado meridional del edificio, junto a la cabecera, se añadió una capilla rectangular abierta mediante arco escarzano y cubierta con bóveda de crucería simple y entre ésta y la escalera que da servicio a la torre, protegiendo la portada, un moderno pórtico abierto al exterior por arco de medio punto y cubierto a un agua. En este pórtico se conserva la sencilla pila bautismal del arruinado templo de Bárcena de Bureba. De copa troncocónica y lisa, posee 86 cm de diámetro por 73 cm de altura. Al oeste, sobre el primer tramo de la nave, se alza hoy una torre rectangular en sillarejo. El desorden del aparejo y las rozas en el muro occidental hacen pensar que esta estructura es posterior al edificio original, que recibiría una espadaña sobre el muro de cierre de la nave. Al transformar ésta y erigir la torre se aprovecharon las impostas y chambranas de nacela de las troneras originales. La actual torre abre dobles arcos de medio punto para las campanas al oeste y sur. El acceso se realiza mediante escalera exterior en acodo en el paño meridional. En este muro se mantienen, sin función, dos canes de nacela del primitivo alero románico.