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Vista exterior de la cabecera

Identificador
09215_02_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 41' 40.46'' , -2º 43' 36.27''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
San Martín de Zar
Municipio
Condado de Treviño
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
APRIMERA VISTA SE OBSERVA que la iglesia ha sufrido algunas importantes modificaciones, especialmente en su parte meridional y occidental, mientras que el ábside y el muro norte mantienen las características románicas de su construcción. En el muro sur se construyó un pórtico y una casa para el cura que modificó esta parte de la iglesia, destruyéndose su portada románica. La iglesia es de una sola nave de tres tramos cubierta por una bóveda de arista, mientras que el ábside, semicircular, conserva la bóveda de horno. La cabecera de la iglesia es lo más interesante. La articulación de esta parte posee unas marcadas divisiones, tanto en el ábside propiamente, con columnas adosadas, como en el paso al presbiterio y nave, con acentuados codillos. Realizada con sillares bien labrados y escuadrados, al exterior queda dividida en tres paños por dos columnas adosadas que culminan en su parte superior, sin llegar al alero, coronadas por capiteles cúbicos con una decoración de seis arcos que apoyan en minúsculas columnas. Las columnas-pilastras enmarcan la ventana absidal. Se trata de un sencillo vano con doble arquivolta abiselada y chambrana lisa. Dos capiteles iguales a cada lado son el mejor elemento decorativo de la ventana. Se trata de una serpiente con pico de ave, que se enrosca sobre sí misma, y por la parte superior de la cesta crece hasta ocupar todo el capitel, destacando las escamas de su cuerpo. Mientras que la cabeza de este animal la podemos ver en el capitel de la izquierda, en su lado interior, el de la derecha carece de cabeza convirtiéndose en el cuerpo enroscado que cubre todo el capitel. Existe una relación entre estos capiteles y los de la portada de la cercana iglesia de Pedruzo, en donde se sigue también un modelo de serpientes que enroscan su cuerpo. Diez canecillos recorren al alero del ábside, cinco de ellos con decoración figurativa, y otros cinco lisos. Entre los primeros vemos un círculo con un aspa que se ha identificado como una cruz de San Andrés, sin que quede clara tal identificación, pero sí guarda relación con otro canecillo del ábside de Estíbaliz, vinculación que se extiende a otros canecillos, como los decorados con un pez de escaso relieve y dos aves afrontadas que picotean una rama. Otro canecillo representa la cabeza de un animal que saca la lengua y queda un quinto, algo deteriorado, pero del que todavía se puede ver a un hombre que se lleva una mano a la cara y otra al sexo, posiblemente en uno más de los tan habituales canecillos de temática sexual. El resto, ya lo hemos mencionado, son canecillos lisos, pero uno de ellos tuvo en origen una decoración perdida, conservando la huella de unas formas circulares. El paso del ábside al presbiterio se hace por un codillo que aumenta las dimensiones de esta parte de la iglesia, pero no la altura. Sin embargo, en la actualidad se advierte un recrecimiento para salvar la altura entre la nave y la cabecera y para que el actual tejado caiga de la nave a la parte más extrema del ábside. Ni en el lado norte ni en el sur existe ningún tipo de articulación en sus muros, rematándose en el alero con tres canecillos lisos a cada lado. Otro codillo marca la transición entre el presbiterio y la nave, que en este caso, como ya hemos señalado, crece considerablemente en altura. En el exterior, en su muro norte, se aprecia el alargamiento de la nave y crecimiento en altura. Para esto último se reaprovecharon sillares románicos, colocando los mejores en la parte superior en vez de la inferior, que sería lo más lógico desde el punto de vista estructural. Igualmente, se reutilizaron tres canecillos lisos. La vinculación con los canecillos de Estíbaliz no afecta a lo estilístico, con una calidad bien diferente, sino a la copia de modelos. Sin embargo, existe una relación más estrecha con los capiteles de la portada de Pedruzo, en donde vemos también el modelo de las serpientes que se enroscan sobre sí mismas. Esta portada se sitúa a principios del siglo XIII, lo que podría llevarnos a San Martín de Zar a los comienzos de la misma centuria.