LO QUE RESTA DEL TEMPLO MEDIEVAL, hoy desafectado y de propiedad particular, es una cabecera de ladrillo, compuesta de amplio tramo recto presbiterial y ábside semicircular, cubierto éste con bóveda de horno enfoscada, como todo el interior, y en precario estado. Da paso a esta estructura, desde la desaparecida nave única un arco triunfal apuntado, cerrándose sin ambición ninguna el edificio probablemente en el siglo XVIII, a tenor de la sencilla espadaña que se dispuso. Tipológicamente, estos restos responden a una construcción inercial de esquemas románicos, fechables en la segunda mitad del siglo XIII o inicios del XIV y derivados de los cercanos grandes focos de mudejarismo de Toro o Villalpando. El tambor absidal, al exterior presenta, en su parte inferior, un basamento en el que se juega con hiladas de ladrillos colocados en sardinel y, sobre éste, se decora el paramento con quince largas y estrechas arquerías ciegas de medio punto, sólo abiertas por dos saeteras al norte y sur. Rematan el conjunto, entre sendas hiladas de ladrillos en sardinel, dos frisos de ladrillos en esquinilla flanqueando una faja lisa. En el presbiterio encontramos dos bandas de friso en esquinilla en el muro norte y una sola en el sur.