Sant Simeó de Tavascan
LLADORRE
Iglesia de Sant Simeó (o Sant Bartomeu) de Tavascan
Los restos de la antigua iglesia de Sant Simeó se hallan entre la carretera L-504 y la actual iglesia parroquial, elevándose a cierto nivel por encima del Río de Tavascan y actuando como muro de contención de la terraza en la que se halla el cementerio.
No se han conservado noticias tempranas de la villa Tavascan, no obstante, es probable que ya existiera alrededor del siglo x formando parte del pagus Cardosensis. Hay indicios que señalan que la primera mención de la parroquia de [tava]scanni aparece –erróneamente integrada en la Vall Ferrera– en la falsa acta de consagración de Santa Maria de La Seu d’Urgell, documento de cronología ampliamente discutida y que, según se acepta actualmente, pudo ser elaborada entre finales del siglo x y principios del siglo xi. También es citado en un documento de 1120-1122, por el que los hombres del valle de Cardós se comprometían con el obispo Ot de Urgell a defender el patrimonio de la iglesia en el territorio de la Vall Ferrera y a destruir el castillo de Tírvia. Poco después, en 1146, aparece otra referencia en el acta de consagración de Sant Martí de Cardós, o del Pui, en la que se convenía que los habitantes del lugar debían contribuir al mantenimiento de la nueva iglesia. Tres años más tarde, Tavascan figuraba nuevamente en el acta de consagración de Santa Maria de Gerri, con motivo de la donación de una propiedad de Guillem Arnau de Malmercat. Hay indicios de que, en este primer momento, el lugar ya contaba con dos núcleos de población. En lo alto de la denominada Roca del Castell, se alzaba el castillo que, según algunos autores, fue erigido en el siglo xiii. En la visita de los delegados del arzobispo de Tarragona al decanato de Cardós, en 1314 y 1315, la iglesia figuraba como Sancti Simeonis de Tavaschan. Se desconoce cuando pudo cambiar su advocación, pues en la visita de 1575-1576, aparece bajo la titularidad de san Bartolomé. Si en la visita pastoral de 1670 la iglesia se hallaba en muy malas condiciones, especialmente sus cubiertas, y con un gran número de deudas, en la de 1758 se daba testimonio del buen estado de conservación del templo, del material litúrgico e, incluso, del campanario, así como de la existencia de otra capilla, en estado de abandono, dedicada a la Virgen de las Nieves. Por lo que se refleja de la siguiente visita, en 1767, la nueva iglesia ya estaba construida, por lo que debió de abandonarse la antigua.
Lo poco que se ha conservado de la primitiva iglesia de Sant Simeó, básicamente el ángulo sureste con las prolongaciones de los muros oriental y meridional, no permite determinar con exactitud la planta del edificio. No obstante, se puede interpretar que se trataba de una construcción rectangular, orientada al Este, pero sin un ábside diferenciado, y cubierta por una bóveda de cañón. En la parte superior del muro sur, queda parte de una pequeña ventana de doble derrame y arco de medio punto, y una pequeña reja de hierro forjado que se cree que perteneció a la obra original. Junto a ésta, nace un pequeño contrafuerte de refuerzo que se prolonga hasta el nivel de cimentación del muro. En el extremo occidental de esta misma fachada, y a una altura considerablemente elevada, se conserva parte de una abertura, posiblemente la puerta, de la que sólo queda una jamba con el arranque del arco, que por su inclinación es posible que fuera de medio punto. Paralelo a éste, pero más al Norte, se pueden apreciar los restos de otro muro que podría haber pertenecido a este edificio, así como, la sección de otro, en el sector meridional de la fachada oriental de la iglesia actual.
El aparejo utilizado en estas estructuras está compuesto por tosco y desigual sillarejo, escasamente labrado, en el que se intercala alguna piedra de gran tamaño, con un revestimiento de mortero de cal, prácticamente testimonial.
Si bien la historiografía discrepa alrededor de la funcionalidad de estos restos, poniendo en entredicho que se trate de la primitiva iglesia parroquial, la memoria popular le sigue atribuyendo dicha identidad. Del mismo modo, la datación del conjunto también genera cierta polémica, ya que mientras algunos autores lo identifican como una construcción propia de finales del siglo xi y principios del xii, otros la sitúan dentro del siglo xiii.
Texto y foto: Azucena Povill Espinós
Bibliografía
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