Sant Miquèu de Vielha
VIELHA E MIJARAN
Iglesia de Sant Miquèu de Vielha
Pasado el kilómetro 163 de la N-230, se entra en Vielha, capital de la Val d’Aran. En ese punto, debe tomarse la primera salida de la rotonda de entrada de la población, para acceder a la avenida de Castièro e, inmediatamente después de cruzar el río Nere, se llegará a la plaza dera Glèisa, donde se alza la iglesia dedicada a san Miguel.
Desde época medieval hasta el siglo xvii, la iglesia se hallaba en el centro de la amplia plaza de armas del castillo de Vielha, el cual fue construido por privilegio de 1345 del rey Pedro el Ceremonioso, y en él se custodiaban los libros de actas y privilegios de Aran. La invasión del conde Hug Roger del Pallars en 1483 supuso el fin de la fortaleza medieval. No se volvería a reconstruir hasta principios del siglo xvi, por privilegio de Fernando el Católico, quien mandó edificar una torre defensiva sobre los ríos Garona y Nere, de modo que el campanario pasaría a ser la torre maestra del castillo de Vielha. El bastión fue destruido definitivamente en 1643, después del asedio de la localidad por las tropas del general Margarit, durante la Guerra de los Segadores. En 1788, Zamora apuntó la existencia de ruinas del castillo alrededor de la iglesia, mientras que las fuentes del siglo xix atestiguaron su total desaparición. Conocemos cómo era el castillo de época moderna gracias a las descripciones de Francisco de Gracia de Tolva de 1613: un recinto de planta rectangular, rodeado por un foso de cuarenta palmos de ancho que se llenaba con el agua del río Nere. Se accedía mediante un puente de madera que llegaba a la puerta del contramuro, en la parte norte; mientras que la puerta del muro principal estaba orientada a poniente. En el interior del lienzo norte de la muralla, se extendía una construcción cubierta donde se celebraban algunas Juntas del Valle y donde se podía buscar refugio en caso de necesidad. El imponente campanario octogonal de la iglesia de Sant Miquèu, de 33 m de altura, constituye el único indicio en pie del castillo. Aún le confieren carácter militar las saeteras laterales y el matacán que lo corona. Se trata de una torre de cuatro cuerpos compuestos de sillares bien labrados, de medidas gradualmente diferentes. La base del campanario actúa como atrio y correspondería a una primera fase (inicios s. xiv), de acuerdo con la cronología de la portada, mientras que el cuerpo octogonal se ha fechado entre 1510 y 1520.
La planta y alzado actual de la iglesia no aportan indicios de cómo debió de ser en el momento de su construcción, a caballo entre los siglos xii y xiii, por lo que desconocemos su morfología original. La fábrica actual se compone de elementos de diferentes épocas, entre los que destacan la portada (s. xiv), las capillas laterales (s. xv) y el campanario (ca. 1520). La nueva cabecera, crucero, cimborrio y sacristía pertenecen a una gran campaña de remodelación llevada a cabo entre 1733 y 1736, para cuya financiación fue necesario vender la iglesia de Sant Silvestre, de la misma localidad y de supuesto origen medieval.
Aunque no se han conservado los muros de la fábrica románica, existen sillares reaprovechados en algunas de las secciones de los paramentos exteriores septentrional y meridional. Entre bloques de piedra posteriores, los románicos se distinguen por tener unas dimensiones un poco mayores, tener forma más cuadrada y menos alargada. Otras piedras labradas, embebidas arbitrariamente y dispersas entre los sillares, nos remiten al origen románico de la iglesia. En el muro exterior septentrional se concentra la mayor cantidad de dichos elementos, entre los que destaca una cabeza humana, entre el óculo de la capilla noroeste y el contrafuerte, emplazado en el arranque del arco de un ventanal cegado, que bien en origen podía tratarse de un capitel. A pesar de su estado, parcialmente mutilado, se pueden apreciar unos rasgos muy afines a la escultura románica sobre piedra de la zona: grandes ojos bajo cejas arqueadas y talladas en facetas oblicuas, así como un cabello voluminoso, diferenciado del rostro de manera muy delimitada, a través de una profunda incisión. Bajo el rostro, se halla parte de una imposta esculpida en talla en reserva, a base de un zarcillo ondulado, de cuyos vértices superiores e inferiores nacen conjuntos de tres hojas lisas. De la iglesia primitiva se conservan algunas ménsulas, aunque no en su ubicación original, sino reaprovechadas en la fachada norte o bien en las capillas del primer tramo de la nave, donde se apoyan las nervaduras de las bóvedas de crucería. Se conservan, asimismo, molduras de ajedrezado, tanto en dicho muro norte como sobre el portal occidental de época moderna; probablemente destinados a la decoración de cornisas, ventanales o de la portada.
La iglesia dispone de un único acceso, ubicado en la parte noroccidental, protegida por el atrio de la base del campanario. Embebido el muro occidental del atrio, se halla el antiguo tímpano románico, ocupado únicamente por el relieve de un Cristo sufriente de cuatro clavos y con corona, de 65 x 55 cm. Presenta mutilaciones en el rostro y en toda la mitad inferior, estragos sufridos durante la Guerra Civil española. La iconografía y dimensiones del tímpano lo asemejan al de la portada de Escunhau. Ahora bien, si nos fijamos en las fotografías de principios de siglo xx, que muestran al crucifijo de Vielha sin mutilar, se plasma una mejor aplicación del canon de proporciones y un mayor detalle en la anatomía. Se hace evidente en las manos, que muestran la palma abierta y los dedos perfectamente diferenciados, así como en el abdomen, a través de costillas muy marcadas, que ponen de manifiesto su extrema delgadez. Los brazos se extienden a lo largo del travesaño y presentan una ligera flexión, mientras que los pies se apoyaban en una pequeña peana de base triangular. Igual que en la localidad vecina de Gausac, la reforma del acceso a la iglesia no significó la desaparición del crucifijo, simplemente se cambió de ubicación, manteniéndolos cerca de la portada.
En la actual portada gótica de la iglesia se puede identificar claramente el mismo taller que intervino en la portada de Sant Estèue de Betren. Ambas se asemejan en composición, estilo y programa iconográfico, con el Juicio Final como denominador común.
Pila bautismal
En la iglesia se conserva la pila bautismal de origen románico, ubicada en el tramo meridional del crucero. Su interés reside especialmente en la cubeta, de mármol gris y forma tronco-cónica, íntegramente esculpida en su exterior. Su diámetro es de 72 cm (exterior) y 57 cm (interior), con una altura de 44,5 a 47 cm. A estas dimensiones cabe sumar el pie cilíndrico (46 cm de altura y 29 cm de diámetro) y una base circular (de 13 cm de altura y 96 cm de diámetro), ambos exentos de decoración y posiblemente no correspondientes a la pieza inicial.
La mitad superior de ésta se decora a modo de friso que circunda toda la pieza, realizado en talla en reserva y en el que se encuentra representado un zarcillo vegetal, ondulado en espiral, con hojas de diversa índole intercaladas: palmetas, lanceoladas y bifoliadas. Dicho motivo la asemeja a las pilas de Betlan y Montcorbau. La mitad inferior de la cubeta, también talla en reserva se extiende a modo de semicírculos intercalados, repertorio no hallado en ninguna otra pila. La parte inferior presenta esferas en alto relieve que se disponen a lo largo de toda la superficie, como si pendiesen de ésta, lo que le aporta una mayor tridimensionalidad a la composición, a diferencia de las habituales piezas trabajadas solo en talla en reserva.
La pieza destaca por el buen trabajo de las formas y una decoración que sigue los esquemas de escultura en piedra del románico aranés, por lo que puede ser fechada a caballo entre los siglos xii-xiii.
En una de las capillas suroccidentales de la iglesia, se expone el Cristo de Mijaran, obra maestra por antonomasia del románico aranés. Sin embargo, por ser procedente de la iglesia de Santa María de Mijaran, será tratada en el texto dedicado a dicho templo.
Texto y fotos: Carla de Valle
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XIII, pp. 407-409; Chaboussou, P. et alii, 2008, p. 48; Espouy, F., 1908, pp. 157-158; Gourdon, M., 1884, p. 23; Gracia de Tolva y Lunel, J. F., 1613 (1793), pp. 19-22; Laurière, J., 1887, pp. 27-41; Riera Socasau, J. C., 2006, pp. 74-81; Riera Socasau, J. C. y Ros Barbosa, E., 2008, pp. 50-51; Ros Barbosa, E., 2002 (2007), p. 78; Ros Barbosa, E., 2005, II, pp., 28-34; Sarrate i Forga, J., 1975, s/n; Soler i Santaló, J., 1906 (1998), pp. 239-248; Vilarrubias i Cuadras, D. (2013), pp. 15-16; Zamora, F., 1785-1790 (1973), p. 196.