LA IGLESIA PARROQUIAL se halla en el centro del caserío y es un buen edificio de sillería arenisca, con cabecera cuadrada, una nave y espadaña a los pies, prácticamente renovada en su totalidad a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Su construcción ya llamó la atención de Madoz, quien contrariamente a su habitual tono parco, dedica unas líneas al templo: “la construcción es sólida y elegante, de orden romano, sus paredes de piedra labrada, de una sola nave, de 160 palmos de largo, 100 de ancho y 80 de alto: tiene 5 altares, el mayor de ellos dedicado al Salvador, con los ornamentos y alhajas de plata necesarias para el culto, y una torre de espadaña de 120 pies de alto, y de 12 de ancho en el remate, en la que hay dos campanas y un címbalo; para el servicio de dicha iglesia hay un cura párroco de presentación del Sr. marqués de la Mota”. Muy poco queda de la fábrica románica, concretándose en la mitad inferior del muro norte de la nave, labrada exteriormente en sillería muy bien concertada, con numerosas marcas de cantero, conservando una sencilla saetera en arco de medio punto, sobre la que subsisten tres pequeños canes que creemos pertenecen a una incorporación posterior. En el interior los revocos no permiten ver si se mantiene también la misma construcción, aunque cabe suponer que así es. Con tan escasos restos las conclusiones no van más allá que imaginar una iglesia románica de buena traza y ejecución, que quizá podamos relacionar con la que levantó y dotó Juan Pérez en 1195.