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Muro sur del presbiterio

Identificador
09572_06_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 58' 0.88'' , - 3º 49' 19.67''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Montoto
Municipio
Valle de Valdebezana
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SITUADA EN UN TRANQUILO PARAJE, aunque inmediata a la carretera, esta iglesia está construida a base de piedra arenisca, generalmente despiezada en sillares, pero con algunos lienzos de mampostería. Consta de cabecera semicircular, una nave y espadaña que se remontan a época medieval, a las que en siglos posteriores a la Edad Media se adosaron algunas otras estructuras, como la sacristía y el baptisterio en el lado norte y el pórtico al mediodía, cobijando a la portada y a la escalera que sube a un campanario de traza popular. Completa el conjunto el cementerio que se encuentra adosado a la fachada occidental. Del templo original románico se conserva la cabecera, mientras que la nave y la espadaña las podemos considerar ya plenamente góticas. Toda la cabecera es de sillería y el pequeño ábside semicircular se articula en tres paños mediante dos contrafuertes formados por dos cuerpos de remates albardillados y que no llegan hasta la cornisa, circunstancias que no son normales en época románica, lo cual, como veremos más adelante, servirá de pauta para hacer una valoración cronológica del conjunto. El hemiciclo tiene en la base un pequeño podio y sólo el paño central porta ventana, una estrecha y sencilla saetera de medio punto. El alero consta de cornisa de listel y chaflán, con nueve toscos canecillos, unos de proa de barco y otros con sencilla decoración geométrica, mostrando dos de ellos, sobre la proa, un aspa rematada en bolas, a modo de bloca. Sobre los codillos que dan paso al presbiterio se disponen sendos contrafuertes como los descritos y otros dos más en el codillo de la nave -el del norte oculto o desmantelado por la sacristía-, que en este caso portan un tercer cuerpo más estrecho que llega hasta la cornisa. Este tramo presbiterial es macizo en el lado norte, mientras que en el sur se clarea con una saetera como la absidal que milagrosamente no ha sufrido la sustitución por un ventanal moderno, como suele ser tan habitual, sino que dicha ventana, ahora cegada de nuevo, se abrió encima. Su cornisa achaflanada está soportada por cuatro canes de proa de nave, esquema que se repite en el muro norte, aunque aquí uno de los canecillos luce una gruesa punta de clavo y otra el mismo tipo de aspa visto en el hemiciclo. El muro norte de la primitiva nave quedó muy alterado al añadirse la sacristía y el baptisterio, obra probablemente llevada a cabo durante el siglo XVIII. La fachada sur, sin embargo, supone un cambio de fábrica respecto a la cabecera y aunque la mitad inferior sigue siendo de sillería, la superior emplea ya mampostería. Por otro lado la ruptura en relación a la cabecera es bien clara, tal como se puede apreciar en una línea de junta que se manifiesta al lado del contrafuerte oriental, lo que sin duda pone de manifiesto que la nave corresponde a una campaña distinta de la cabecera, en la que los recursos económicos parecen ser más escasos y ya se ha producido claramente una invasión de la estética gótica, como se aprecia en la portada, un sencillo arco apuntado de grandes dovelas trasdosadas por una chambrana que cierra en la parte inferior en imposta. Este muro meridional se corona con una serie de canecillos que ya no cumplen su función sustentadora de la cornisa, por otro lado desaparecida. Se conservan nueve -aunque se habrán perdido otros dos o tres-, todos ellos muy toscos y distintos a los de la cabecera, entre los que hay figuras geométricas, una cabeza humana y otra de cerdo. Pudieran ser elementos románicos reutilizados, pero perfectamente pudieron ser tallados a la vez que se hizo la nave, pues en el primitivo gótico se sigue manteniendo la misma tradición decorativa de los canes románicos. La espadaña se halla a los pies de la nave sur, formada por un cuerpo inferior de mampostería que remata en una imposta de listel y chaflán invertida. El cuerpo de campanas, ya en sillería, tiene dos troneras de medio punto con imposta envolvente del mismo tipo a nivel de los salmeres, rematando el conjunto en agudo piñón. Su aspecto es muy similar al que presenta la de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de Bezana, y como ella creemos que es obra claramente gótica, por más que ambas sigan un prototipo que nace en época románica. Pasando al interior del templo, el ábside y presbiterio muestran sus paramentos de sillería vistos, mientras que la nave aparece revocada. La cabecera parece tener el eje un tanto desviado respecto a la nave, con el paño del hemiciclo roto tan sólo por la saetera frontal, con derrame interior. Los muros parten de un somero podio rematado en moldura abocelada, cubriéndose con bóveda de horno sobre imposta corrida de listel y chaflán que conserva algunos restos de pintura con sencillo despiece de sillares. En el presbiterio el podio se convierte ya en bancal, sobre el que se disponían unos arquillos ciegos, dos a cada lado, que prácticamente han desaparecido. El lado sur muestra perfectamente la trayectoria de los dos arcos de medio punto -en uno de los cuales se hallaba la saetera-, de los que se conservan restos del capitel oriental, muy mutilado, y del occidental, decorado con toscas hojas planas rematadas en bolas; las columnas y basamentos han desaparecido por completo. El lado norte ha perdido totalmente las arquerías -de las que quedan huellas-, los capiteles y los fustes, pero se conservan todas las basas, simples las laterales y doble la central, compuestas por plinto, grueso toro y collarino. La bóveda de cañón apuntado del presbiterio apoyaba sobre estos arcos. El arco triunfal es sencillo -posiblemente porque esté alterado-, descansando en columnas cuyas basas están totalmente mutiladas, con toscos capiteles vegetales de cestas lisas rematadas en sencillas hojas que acogen bolas, con cimacios una vez más de listel y chaflán. La nave tiene el pavimento con despiece de sepulturas, con tapas de roble, mientras que todo el espacio se cubre con una gran bóveda estrellada, de traza gótica pero que cuenta en una de sus claves con la fecha de 1767, lo que nos puede dar una idea de hasta qué momentos se sigue practicando la construcción de abovedamientos góticos. Posiblemente esta misma fecha puede corresponder al momento en que se adosaron al norte la sacristía y el baptisterio, cuya autoría seguramente viene reflejada en una inscripción conservada en el muro norte de la nave: HIZOSE ESTA OBRA SIENDO CVRA D(on) JVAN RVIZ. La mesa del altar está sostenida por tres columnillas monolíticas, dos delgadas y una gruesa, con basas, fustes y capiteles en una misma pieza. La más llamativa es la gruesa, rematada con un capitel decorado con grandes y agudos dientes de sierra, cuya cronología no nos atrevemos a precisar, aunque pudiera ser incluso contemporáneo de la cabecera. En definitiva podemos concluir que a época románica corresponde solamente la cabecera, aunque el tipo de contrafuertes con que cuenta, claramente de influencia gótica, nos lleva a un momento tardío, sin duda dentro ya de las décadas iniciales del siglo XIII. Su construcción sumamente sencilla, apenas sin concesiones a lo decorativo, se ve enriquecida sin embargo por los pares de arcos ciegos que tuvo en el presbiterio, una estructura que encontramos en otros templos de la comarca, como Crespos, Manzanedo, San Miguel de Cornezuelo o Siones, y también en San Martín de Elines o en Retortillo, en las vecinas tierras cántabras de Valderredible y Campoo respectivamente, aunque la calidad arquitectónica y escultórica de cualquiera de estos edificios está muy por encima de la de Montoto. Posiblemente de la segunda mitad del XIII, o incluso algo posterior, sea la nave -con la espadaña-, que no hay que pensar que sustituya a una románica contemporánea de la cabecera, sino que posiblemente los pobres recursos económicos con que contaría una población de esta entidad limitarían el proceso constructivo hasta el punto de que no se pudo acometer la segunda parte de la obra hasta unas décadas después de que se acabara la primera. El resto de la fábrica que hoy contemplamos se llevaría a cabo seguramente en el siglo XVIII. La Guerra Civil, según cuenta Huidobro, afectó a las pinturas murales del ábside, que él fecha en el siglo XIV, aunque si se refiere al despiece de sillares arriba citado creemos que pueden ser posteriores. Dice igualmente que los proyectiles agujerearon la bóveda y que se perdieron varias imágenes de los siglos XIV-XV, consumidas por el fuego que dañó todo el interior.