Castillo de Meià
VILANOVA DE MEIÀ
Los orígenes de la población de Santa Maria de Meià, a finales del siglo xiv, están muy ligados al monasterio de Santa Maria de Meià. Tras la destrucción por parte del conde de Foix del poblado de la Coscollera, situado en la montaña, el prior del monasterio, Berenguer de Rajadell, mando levantar un nuevo núcleo urbano en las inmediaciones del cenobio, que en un principio contó con tan sólo doce casas y que fue creciendo al amparo del priorato. El topónimo Meià podría derivar, según algunos especialistas, del nombre latino de persona Medius. Los musulmanes lo denominaban Madanisch y en la primera documentación cristiana figura como Midian o Medianus.
Castillo de Meià (o del Puig de Meià)
En lo alto de una gran peña de roca caliza que se eleva sobre Vilanova de Meià se asentaba el antiguo poblado medieval de Meià, lugar que se abandonó tras diversos acontecimientos bélicos y como consecuencia de la peste negra. El origen de dicho asentamiento se remonta a la prehistoria. De época medieval tan sólo han pervivido la iglesia de Sant Cristòfol y parte del castillo. Para poder subir al Puig hay que dar un gran rodeo por los cerros colindantes, por una pista de tierra bastante buena y bien señalizada, aunque estrecha y sinuosa, que arranca en la salida de Vilanova de Meià. El castillo está situado en el extremo sureste del altiplano, desde donde se domina perfectamente el valle y sus caminos, lo que se conoce como la Coma de Meià, al borde de un barranco de una altura considerable, lo que facilitaba enormemente su defensa.
Las primeras noticias sobre el castillo están relacionadas con su conquista y destrucción a manos de al-Wadih, liberto de Abd al-Malik en una razzia realizada en 1003. En 1022, en una disputa por la posesión del castillo de la Aguda entre Arnau de Caboet y Borrell de Tarabau, este último aludía a que había permutado el castillo de Meià con su hermano Guillem, quien más tarde tomaría el topónimo de Meià como apellido propio. Desde entonces la fortaleza perteneció a la familia de los Meià y, posteriormente, al marquesado de Camarasa.
De esta pequeña construcción, que estaba conectada visualmente con otras fortalezas cercanas, queda bien poco en pie. En el lado norte se conserva sólo la parte noroeste de una gran torre circular de unos 11 m de diámetro y unos 3 m de alto, construida con sillarejo mediano, bastante erosionado, y que constituye la parte más antigua del castillo, pues al parecer, según algún autor, fue construida por los sarracenos y reutilizada posteriormente por los cristianos. Mientras que en el lado sur, adosada a la torre y al borde del barranco, quedan en pie algunos muros de una construcción rectangular de tamaño medio conocida como el Casal. Se trata de una estancia que conserva en su interior una especie de cisterna y a la que se entraba por el Este a través de una puerta con arco de medio punto, que aún está en pie. Aunque actualmente sus de muros, de casi 1 m de grosor, alcanzan una altura de unos 5 m, debió de ser más alta. En el paramento mejor conservado se abren una pequeña ventana aspillera en un lado y otra cuadrada en el centro, aunque pudo tener más. La fina factura y el pequeño tamaño del aparejo permiten proponer para esta estancia una cronología entre mediados del siglo xi y principios del xii.
Texto y foto: Juan Antonio Campos
Bibliografía
Bernaus i Santacreu, R. y Sánchez i Agustí, F., 1999, p. 87, 90 y 95-96; Buron, V., 1989, p. 177; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI (I), pp. 476-485; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 454-456.