Identificador
40594_01_037
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 24' 53.37" , -3º 24' 24.87"
Idioma
Autor
Clara Martín García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Santa María de Riaza
Municipio
Ayllón
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE LA NATIVIDAD está situada sobre el extremo más occidental de la terraza en la que se ubica la población, lo cual le atribuye una mayor sensación de solidez ya que se trata de un templo llamativamente robusto, todo ello elaborado en sillería de piedra caliza de color rojizo característica del entorno. Se conserva íntegra su estructura románica tardía, probablemente construida bien entrado el siglo XIII. Su planta es de una sola nave coronada por cabecera absidiada, precedida por presbiterio, a la que se adosó posteriormente una sacristía que desfigura su bella imagen, y una espadaña a los pies levantada en el año 1797. A primera vista no se aprecian las dos fases constructivas que se desarrollaron en la iglesia: primeramente se edificó la cabecera y seguidamente la nave, siguiendo el procedimiento más usual, pero en el momento en el que se comienzan a levantar los altos muros de la nave estos se derrumbaron como consecuencia del peso de la bóveda de cañón proyectada como cubierta de la nave. De este modo se decide cambiar la piedra por la madera más ligera conservando parte del muro sur de la nave en su unión con el presbiterio, tramo en el que es posible ver al interior el arranque de dicha bóveda, mientras que al exterior se aprecia la diferente fábrica ya que en la primera fase se empleó una piedra mejor escuadrada y de mejor calidad que la elegida para el resto de la edificación. Los altos muros de la nave y de la cabecera está rematados por cornisa de piedra de simple nacela bajo la que se dispone una magnífica colección de canes decorados con diferentes motivos, entre los que se encuentra la proa de barco como el más numeroso, más escasas son las hojas que envuelven una bola en la punta o los modillones de rollos, únicamente hay tres figuras masculinas. En cuanto a las metopas solamente está decorada con dos aves la situada en el fragmento de muro de la primera fase constructiva. El principal acceso se halla en el muro del mediodía protegido por un pórtico formado por un total de ocho arcos de medio punto, aunque primitivamente sería diez, cinco dispuestos a cada lado de la puerta de acceso al atrio, sobre línea de imposta de simple nacela que recorre horizontalmente los pilares, en lugar de columnas, que sustentan la galería. Es digna de admirar su portada, adelantada respecto a la línea del muro, formada por cuatro arquivoltas las cuales están decoradas con rosetas de cuatro hojas, boceles, puntas de diamantes, motivos vegetales, bolas, zigzag con besantes y ajedrezado en la chambrana. Se apoyan alternativamente sobre sencillas jambas y columnas acodilladas cuyos capiteles sustentan la única decoración figurativa. Por un lado, los situados en la parte occidental muestran dos leones enfrentados y dos ángeles con las alas abiertas, respectivamente. Por otro lado, los ubicados en el lateral opuesto, el primero de ellos está decorado con motivos vegetales de hojas de acanto en cuyo extremo se sustenta una piña mientras que en el siguiente hay tres figuras masculinas, dos de ellas en actitud de lucha. Los cimacios bajo los que se sitúan los mencionados capiteles está decorados con una sencilla guirnalda. Como remate, en la parte superior, se dispone un cuerpo saliente de nueve canes ornamentados tanto con motivos vegetales, como con bustos de animales y figuras humanas. Aunque la talla sea de poca calidad, las figuras dotan a la portada de una cierta gracia artística. El contraste de la robustez exterior por el intento de construir un templo más ligero se percibe en el interior de la iglesia. Los altos muros nos alejan del románico más sombrío, la nave está cubierta por un artesonado de madera posiblemente fechado a inicios del siglo XV. La unión entre la nave y la cabecera, ambas similar altura, se realiza a través del apuntado y doblado arco del triunfo que descansa en las dos semicolumnas de escasa envergadura dispuestas sobre podium. Los capiteles que las rematan ya no albergan una decoración suntuosa sino que unas sencillas hojas decoran el capitel del lado del Evangelio, mientras que el de la epístola, retallado en parte, aún deja ver el mismo motivo ornamental. La bóveda de horno es la empleada como cubrición del ábside siguiendo los parámetros constructivos del estilo románico más clásico. En cuanto al presbiterio, cubierto por bóveda apuntada, está dividido en dos tramos por un arco fajón sustentado por dos atlantes bajo los cuales se hallan las dos ventanas que iluminan este espacio, aunque en origen serían tres, una situada en cada lateral del tramo recto y la tercera en el ábside. Esta tercera se cegó en el momento en el que se adosó la sacristía renacentista al exterior y se situó el retablo gótico en el interior. Los dos vanos que se conservan son abocinados de arco de medio punto en el interior, al exterior son de doble arco apuntado con guardapolvos sobre columnillas muy estilizadas al igual que sus capiteles decorados con diferentes motivos vegetales que nos aproximan más al estilo gótico que al románico. Son varias las piezas de arte mueble que se custodian en esta iglesia de la Natividad. Por un lado el conjunto de tablas rescatadas en la última restauración de la techumbre en 1985 que muestran varias escenas de la vida de Cristo. Aunque es evidente que ya no son románicas son una muestra del gótico inicial de comienzos del siglo XIV por lo que se pueden considerar como una muestra más del tránsito del románico al gótico evidente en el conjunto del edificio. Por otro lado, situada a los pies bajo el coro, se halla la magnífica y llamativa pila bautismal, posiblemente una de las más arcaicas de la provincia dadas sus características: de tipo cilíndrico, sin pie y de consideradas dimensiones (112 cm de diámetro exterior, 88 cm de diámetro interior y 78 cm de altura). Bajo las dos molduras aboceladas que recorren la embocadura se disponen tres registros decorativos. El primero de ellos, situado en la parte superior, está compuesto por ondas de sinuosa traza, el segundo registro, el que más espacio ocupa y en el que residen los elementos decorativos más interesantes, está formado por una galería de diez recuadros de relieve no muy marcado, albergando cinco de ellos arcos de herradura, uno de ellos duplicado hacia abajo formando un ocho, mientras que en el resto hay otros elementos decorativos sin orden claro como una pequeña cabeza masculina, tres piñas, botones o bolas y simulaciones de elementos arquitectónicos no definidos. Serán todas estas características las que han causado polémica a la hora de datar la pieza ya que son varios los autores que defienden su origen visigodo o mozárabe sin unos criterios fiables; en cambio la teoría más cierta y seguida es la que señala el origen románico de la pieza de fines del siglo XI o inicios del XII, ya que el rito de inmersión se conservó al menos hasta el décimo milenio, por lo tanto estaríamos ante una pila bautismal anterior al templo románico que se conserva actualmente, lo cual podría advertir la existencia de un templo anterior o bien que la obra tuviera otra procedencia desconocida.